Desde hace unos pocos meses el equipo de Cota 667 Arqueología y Patrimonio viene trabajando en un proyecto de investigación histórico-arqueológica y de revalorización del conjunto de estructuras subterráneas que horadan el cerro del Castillejo en el municipio de Méntrida (Toledo). Su identificación como cuevas-bodegas hace que estén estrechamente vinculadas a la tradición vitivinícola que se viene realizando en la localidad desde tiempos antiguos. Este tipo de patrimonio cultural, correctamente tratado, ofrece amplias posibilidades a la hora de generar desarrollo local en Méntrida, con impactos notables en ámbitos sociales, turísticos y culturales. Por ello, el objetivo final del proyecto es la correcta adecuación de este espacio patrimonial para su aprovechamiento como museo o centro de interpretación de la cultura vitivinícola. No obstante, en este espacio podrán insertarse otros elementos de interés vinculados directamente con la historia de la localidad, la arquitectura tradicional (de la que están cuevas son un caso ejemplar) u otros ámbitos.
Méntrida se localiza en el límite norte de la provincia de Toledo, concretamente dentro de la Comarca de Torrijos. El cerro del Castillejo, a su vez, se emplaza en el extremo sur del casco histórico de la localidad. Hace varias décadas, el espacio se encontraba separado del conjunto urbano por un arroyo, pero actualmente este se halla canalizado, de modo que se ha transformado el espacio colindante y se ha introducido en el área urbana del municipio. De hecho, el crecimiento de la localidad en los últimos años ha llevado a la construcción en los lados del cerro, dejando únicamente el área donde se localizan las estructuras subterráneas liberado de construcciones.
En concreto, el cerro del Castillejo alberga un total de once cuevas. No obstante, únicamente se han conservado hasta diez entradas, de manera que el acceso a una de ellas en estos momentos es imposible. La propiedad de la mayor parte de ellas es privada, ya que solo dos de ellas, a través de una donación, son municipales y pertenecen al conjunto del pueblo de Méntrida.Como el Ayuntamiento de Méntrida es conocedor de la estrecha vinculación de la localidad con sus vinos, campos y bodegas, ha apostado por el desarrollo de este proyecto en estas dos cuevas.
A pesar de que estas cuevas presentan algunas diferencias entre ellas, de manera general todas poseen una estructura alargada y en línea recta, a lo largo de la cual existen hornacinas para situar grandes tinajas, y un número variable de respiraderos (entre uno y tres) con impresionantes tapas piramidales graníticas o cónicas de ladrillo y mortero de cal. Han sido construidas en la propia tierra, con refuerzos de ladrillo en las áreas de las entradas o cercanas a los respiraderos, únicos puntos donde eran necesarios debido a la adecuada composición del terreno.
Este proyecto de documentación y revaloración se ha dividido en tres fases diferentes y actualmente es la segunda la que se está ejecutando. La primera de ellas supuso un proceso de documentación, limpieza y excavación arqueológica. Uno de los principales problemas identificados en cuanto a la conservación de las entradas de las cuevas fue la existencia de abundante vegetación, cuyas raíces afectaban a su estructura arquitectónica. Por ello, se procedió a la eliminación de estos árboles, los cuales incluso ya habían provocado varias grietas en los muros laterales de los accesos de las cuevas. Seguidamente, se procuró resolver otra de las condiciones que estaba afectando a la correcta conservación de las estructuras subterráneas, la elevada humedad presente en el interior a causa de haberse tapiado las puertas y cegado varios de los respiraderos. Para solucionar este problema se actuó tanto sobre los respiraderos, que volvieron a ser abiertos, como en las puertas, donde se sustituyó las tapias de ladrillo por puertas con zonas adecuadas para la ventilación.
Asimismo, es importante señalar que Méntrida está emplazado en un espacio con gran cantidad de aguas subterráneas y manantiales. Las cuevas, por supuesto, no han sido una excepción a esta característica, de manera que, cuando comenzaron los trabajos, una de las dos se hallaba inundada. No obstante, los constructores de estructura arquitectónica también habían percibido esta peculiaridad, por lo que habían construido un pozo en la entrada de cada cueva para almacenar dichas aguas de manantial. Con los años y el desuso de estas estructuras se habían colmatado y cegado, pero tras la intervención se han limpiado y vuelto a poner en funcionamiento. Finalmente, las labores de limpieza arqueológica también han servido para localizar un suelo empedrado que cubre todo el recorrido de las cuevas, los apoyos para las tinajas construidos en las hornacinas y unas escaleras de acceso en una de las dos puertas.
Al mismo tiempo que se llevaban a cabo todas estas labores de limpieza y excavación como apoyo a la conservación preventiva del bien, se han desarrollado labores de documentación arqueológica y un estudio histórico.Esto ha supuesto la elaboración tanto la elaboración de un inventario con fotografías, dichas, croquis, planimetrías, descripciones, etc. como un levantamiento topográfico del cerro del Castillejo y una planimetría del interior de las cuevas, con apoyo en estos dos últimos aspectos del equipo de topógrafos de la Diputación Provincial de Toledo.
En cuanto al contexto histórico de las cuevas y sus utilizaciones todavía queda por seguir investigando. La documentación del archivo municipal de Méntrida únicamente ha permitido constatar la existencia de estas estructuras del cerro de los Castillejos a comienzos del siglo XVIII, ya que los documentos más antiguos del consistorio no van más atrás de esta fecha. No obstante, se está continuando en la actualidad con la consulta en otros archivos para encontrar una referencia del origen de las cuevas, ya que seguramente cuenten con algunos siglos más de antigüedad. En cambio, las utilizaciones que han tenido a lo largo del tiempo sí han quedado más claras. En un principio, parece que, gracias a la adecuada temperatura, se conservaba el vino en el interior de las tinajas especialmente durante el verano, cuando el calor puede echar a perder dicho producto. Posteriormente, con la introducción de los métodos industriales en la vitivinicultura se dejó de tratar el vino de esta manera tradicional, y se empleó para cultivos de champiñón el interior de las cuevas, actividad que se ha realizado a lo largo del siglo pasado. Sin embargo, finalmente este uso también se abandonó, por lo que este patrimonio entró en un declive progresivo y abandono, con utilizaciones únicamente por colectivos como las peñas en las fiestas locales.
En estos días, tras los trabajos descritos, se ha pasado a una segunda fase de restauración y adecuación del espacio, de manera que se resuelvan los daños producidos por la acción de las raíces de la vegetación y la humedad a lo largo del tiempo. Igualmente, se pretenden adecuar los accesos, la iluminación y otros elementos para la futura creación del museo o centro de interpretación, hecho que sucederá en la tercera y última fase del proyecto.
Sergio Isabel Ludeña, María Quejigo García,Ángela Crespo Fraguasy Miguel Ángel Díaz Moreno, arqueólogos.
Muy interesante llevo 40 años en el pueblo y no se ha hablado nunca q fueran tan interesantes