
La vida conventual de clausura ha formado parte de muchas ciudades españolas y de forma singular de Castilla-La Mancha durante siglos. Más de 700 edificios conventuales se levantan en nuestro país. Edificios de fachadas herméticas acogían en su interior grandes espacios para la vida conventual. Claustros, iglesias con sus coros y dependencias en las que se desarrollaba la actividad diaria configuraban ciudades espirituales que albergaban la vida de pequeñas comunidades. Una vida que requiere espacios para la actividad religiosa y para la vida cotidiana con una ordenación singular próxima a una ciudad espiritual interior.
Los conventos y la ciudad de Toledo.
Este mes de noviembre el Consorcio de la Ciudad de Toledo organizaba el Congreso Internacional de Conventos. Los conventos tienen un valor esencial en la ciudad de Toledo. Valores arquitectónicos, urbanísticos y de pensamiento religioso que son manifestaciones de una vivencia que, a lo largo de siglos, ha enriquecido el conjunto histórico.
La presencia de los conventos toledanos comienza desde la conquista cristiana de la ciudad y el propio rey Alfonso VI instaló las primeras comunidades. El apoyo de sectores de poder como el real que realiza numerosas donaciones y concede a los monasterios y conventos beneficios, tierras, rentas y monopolios es esencial en su origen. La aristocracia proporcionó los lugares iniciales para la instalación de los conventos donando casas y solares dentro de la ciudad histórica. Y junto a ello poderes como el del cardenal Cisneros o de las propias órdenes religiosas
Las órdenes religiosas buscan su localización en el interior de la ciudad histórica. Un proceso que se desarrolla a lo largo de siglos consolidando una estructura religiosa a principios del siglo XVI y que tendrá un desarrollo acelerado a finales de ese siglo y principios del XVII cuando se habla de la conventualización de la ciudad. Continuar leyendo