El número 6 de la calle Alamillos del Tránsito en Toledo alojaba la vivienda familiar y el taller de cantería cuando vino al mundo Cecilio Béjar durante el 1 de febrero de 1915. En la Escuela de Artes aprendió modelado y escultura. El año 1932 obtuvo la primera mención en la Exposición Nacional. En 1934 fue pensionado por la Diputación Provincial. Obtuvo tres medallas de plata de Artesanía Artística. En 1936 el alcalde Guillermo Perezagua lo reclama, junto a otros artistas toledanos, para la protección del Patrimonio Histórico Artístico Toledano de las calamidades de la guerra.
En la posguerra, turna el trabajo en el taller de los Hermanos Béjar con la función pedagógica. Despliega una ingente actividad ejecutando innumerables obras de restauración de entre las que destacamos el Sepulcro del Cardenal Tavera obra de Berruguete, Monasterio de Santa Isabel de los Reyes, Sala Capitular de la Catedral de Toledo, Cardenal Portocarrero de Bernini, Juanelo Turriano de Pompeio Leoni. Es nombrado Escultor restaurador de la fundación Tavera de Toledo, del museo Arqueológico Provincial, del Monasterio de San Juan de los Reyes. Restaura la fachada Norte del Alcázar de Toledo y el Monasterio de Yuste y los Palacios de Aranjuez, el Palacio Real de Madrid, de la Zarzuela y Riofrio.
Desarrolla su actividad personal como escultor en obras tales como la imagen de la Inmaculada en San Juan de los Reyes, imagen de Santa Barbara en la calle Trinidad, Virgen del Amparo en la Fábrica Nacional de Armas, Monumento a D. José Villalba, busto de Jacinto Guerrero en el Teatro de Rojas o El Buen Pastor en la Casa de ejercicios. Otros trabajos de especial interés se encuentran en las colecciones familiares de su hijo José María Béjar y su sobrino nieto Miguel Béjar, y el museo de la Escuela de Artes de Toledo.
El 23 de diciembre de 1971 de regreso del Castillo de Escalona, junto a varios miembros de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, de la que era miembro desde hacía tres años, sufre un accidente que le provoca la muerte. La familia establece un pleito de resarcimiento, por ello el juez solicita a la Escuela de Artes y Oficios Artísticos los méritos del finado emitiéndose por el director D. Manuel Romero Carrión Certificación de su hoja de servicios a la que pertenece la información curricular anterior, (1) completada con información tributaria del excelente artículo de Rafael del Cerro Malagón. “Cecilio Béjar. Recuerdos de un escultor en su centenario. (1915-2015)”. (2)
Fue enterrado en el cementerio Municipal de Toledo. Su sepulcro presenta un monumento funerario obra del pintor y escultor Francisco Rojas ganador del concurso convocado por la familia.
Su actividad pedagógica, comenzada en 1939 hasta el momento del fatal accidente 1971, queda avalada por sus propios alumnos: Félix Villamor Sánchez, Manuel Santiago Ludeña, Manuel Romero Carrión, los tres primeros fueron directores de las Escuelas de Artes de Barcelona, Madrid y Toledo. Francisco García Kalato, Gabriel de la Cruz Marcos, Armando Fernández Fraile, Cesar Sánchez Soria, Luis Martin de Vidales todos ellos destacados campeones nacionales e internacionales de los concursos de formación profesional.
El joven Cecilio a pesar de su vocación artística como creador no abandonó nunca el taller familiar, lo que si bien le dio renombre como restaurador de importantes obras del Patrimonio Artístico Español, ocultó un interesante trabajo como escultor. Al taller le dedicó una gran parte de su vida que compartió con extraordinarios artífices como Francisco García López, Kalato, (1933-2004) alumno y amigo que colaboró en el taller de Victorio Macho merced a la intervención de Cecilio.
En 1930 Cecilio Béjar contaba 15 años, para entonces hacía once que Julio Antonio había fallecido a la edad de treinta años, a pesar de su juventud había dejado una obra que supuso un manifiesto de superación del academicismo y realismo naturalista de la Restauración cuyo exponente más característico fue Mariano Benlliure. El realismo grave y sobrio de la escultura castellana reemplazó al virtuosismo y la minuciosidad del realismo naturalista. Compartieron con, Julio Antonio, generación y actitudes Victorio Macho, Pérez Mateo, Mateo Hernández, Emiliano Barral que aportaron una nueva visión referenciada en la generación del 98. (4)
La figuración explora nuevos caminos, el estudio y valoración del idealismo clásico, que no del academicismo, junto a la apuesta por los tipos raciales autóctonos daría como resultado una nueva figuración en la que no faltaban referencias a las tendencias de vanguardia que en esos momentos coexistían, cubismo, surrealismo, expresionismo. (5)
Cecilio Béjar, como tantos otros, Barral o Mateo Hernández, había aprendido de su familia el oficio de domesticar la piedra, y sintiéndose atraído por el arte aprendió de sus maestros, Aurelio Cabrera, Roberto Rubio Y Tomás Gimena —que excepción hecha de Aurelio Cabrera pertenecían a la generación de Julio Antonio— a interesarse por el renacimiento, la nueva figuración y los tipos populares, expresión de la forma de ser de una tierra, que Julio Antonio retrató.
La contemplación de su obra no deja duda alguna sobre su actitud creadora que su sobrino Luis Béjar escritor (1942-2011) glosara en su novela homenaje titulada “la razón de las piedras” (6)
“…Un muerto desnudo no parece un muerto sino un modelo para los artistas.” Esta es la impresión que Álvaro —personaje de la novela trasunto del escultor Cecilio Béjar— recibe al ver el cadáver de su amigo German. Álvaro, no ve en ese cuerpo yacente a su amigo sino una escultura. Es tal el vínculo del artista con su tarea que le permite en una situación trágica alumbrar una idea creativa. Por semejante procedimiento establece con los materiales y herramientas que trabaja, un vínculo en el que juegan todos los sentidos. El taller huele a piedra como diría párrafos más adelante Álvaro o Paul Auster de su máquina de escribir “desgranando con aire entrecortado su música antigua y familiar”. (7)
Habiendo sido su dedicación plena a la figuración, sin embargo su actitud frente a las corrientes de vanguardia no se parecía en absoluto a la que Victorio Macho (8) manifestaba, que en más de una ocasión, paradójicamente, desdeñó las vanguardias y comparó la pintura de Picasso con un juego insustancial, (9) mientras Cecilio Béjar descubrió a sus alumnos los trabajos del genial Alberto. En 1969 Hermanos Béjar reciben el encargo de reproducir la Mujer Toledana de Alberto para ser colocada en San Juan de los Reyes que luego fue cambiada frente a la casa de corcho en la vega, según nos cuenta Quique J. Silva en este blog. (10)
No ha sido Cecilio suficientemente glosado, con las honrosas excepciones del tributo de su alumno Kalato con sus obras en busto o relieve del maestro o el artículo que Rafael del Cerro Malagón, “Recuerdos de un escultor en su centenario (1915-2015)” le dedica o el reconocimiento a su labor docente por Julio Martín de Vidales en su discurso de la Lección inaugural de la Real Academia del curso 2019.
La certificación de servicios que Manuel Romero Carrión emitiera y que guarda el archivo de la Escuela de Bellas Artes de Toledo finaliza “…el Sr. Béjar estaba reconocido como artista de alto prestigio y relieve, no solo en esta ciudad sino en España en sus múltiples facetas artísticas como escultor, restaurador y profesor…”
Cecilio Béjar Durante si ocupó un lugar en la historia de la escultura española de los dos primeros tercios del siglo XX y merecería algo más que este modesto artículo al igual que el resto de los escultores toledanos. Ya va siendo hora de pensar en un digno alojamiento para la ingente obra de nuestros escultores.
Antonio Sánchez-Horneros, arquitecto.
(1) El documento curricular se encuentra en el archivo de La Escuela de Artes custodiado por Rosalina Aguado a la que debo agradecer su atenta colaboración.
(2) “Recuerdos de un escultor en su centenario (1915-2015)” Rafael del Cerro Malagón, publicado en ABC 01/02/2015.
(3) “Escultura y escultores de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de
Toledo” Julio Martin de Vidales. Toletum nº 63 pg. 13-37.
(4) La escultura española contemporánea (1800-1978). José Marín Medina. Editorial
Edarcon. Madrid 1978.
(5) Pintura y escultura española del siglo XX (1939-1990). Valeriano Bozal. Espasa Calpe.
Madrid 1992.
(6) La razón de las piedras. Luis Béjar Sacristán. El Aleph Editores. Barcelona 2011.
(7) La historia de mi máquina de escribir. Paul Auster y Sam Messer. Editorial Anagrama S.A.
Barcelona 2002.
(8) -Victorio Macho Vida, Arte y Obra. José Carlos Brasas Egido. Diputación de
Palencia. Valladolid 1987.
(9) Victorio Macho: La mirada. Santiago Palomero. Pag. 28-29. Exposición Ayuntamiento
de Palencia y Fundación Toledo. Palencia 2002.
(10) Mujer Toledana, del escultor Alberto Sánchez , fue cambiada de sitio. Quique J.
Silva. Blog Hombre de Palo. 4 Marzo 2.016
Excelente, solo la seleccion de bustos, muestran la calidad de este escultor y de su cronista, que personajes tan desconocidos ilustran las paginas casi inéditas de la historia del arte castellano-manchega, que gran labor divulgadora queda por hacer, gracias por iluminar con esta vela el oscuro y tenebroso panorama cultural regional…
Una nueva y necesaria aportación para revalorizar a los escultores toledanos. Texto imprescindible. Felicidades para su autor