1 ¿Qué es Dadá?
Según Arp “las fechas sólo interesan a los imbéciles y a los profesores españoles”. A pesar de la expresión de Arp, hace exactamente cien años nacía Dadá. ¿Qué es Dadá? ¿Quién es Dadá? Todo comenzó en el Cabaret Voltaire, de Zúrich. Transcurría febrero y todos estuvimos invitados a la inauguración. El iniciador, Hugo Ball, publicó en los periódicos de la ciudad la invitación: “Cabaret Voltaire. Bajo este nombre se ha unido un grupo de jóvenes artistas y escritores con la intención de crear un centro de entretenimiento artístico. La idea del cabaret es que artistas invitados vengan y hagan actuaciones musicales y lecturas en los encuentros diarios. Los jóvenes artistas de Zúrich, independientemente de su orientación, están invitados a venir con propuestas, sugerencias y contribuciones de todo tipo.”
El cabaret estaba situado en una pequeña calle en la que tenía domicilio un tal Vladimir Lenin. Y allí estuvimos aquella noche primera y las siguientes. Paseábamos entre una masa difusa de cabezas, caras, brazos, manos y cuerpos. Vimos a Hugo Ball y Hennings. Después apareció un tipo que decía llamarse Tristán Tzara. No tardarían Janco, Huelsenbeck, Arp. Imperaba una indescriptible baraunda…. brab…bar…boommm…. Brannmm… roooom… tran …..tar….. pong….. pong…… braaaaaaaaaum. Las gentes hablaban en lenguas vernáculas o inventadas. Proferían lo que parecían gemidos o gritos sin destino, insultos contra el mundo y contra todos. Praffffff……marum…..,hojohojolodomodoho…Avu…Avu…buruboo…burubooo….pran-tan….tam…..tam….tam……. Bailaban danzas asimétricas y desquiciadas cuyos ritmos parecían surgir de una rabia interior que impulsaba cada movimiento. Demencia, alcohol, locura y un virus no catalogado eran los ingredientes de las concentraciones.
En algún punto de aquellos días frenéticos el grupo inicial, influido por Tzara, decidió que aquel desbarajuste debería tener nombre. Había que crear un movimiento que llamará la atención, aunque el movimiento fuera antidadaista. Tenía que manifestarse contra la guerra, contra la jerarquía, contra el orden, contra la sociedad, contra el arte. Sobre todo contra el arte, que se había corrompido. El arte había dejado de ser instrumento de liberación. Tampoco era la salvación de lo distinto. La esclavitud intelectual, individual o colectiva, se mantenían. Era preciso crear un nuevo orden mundial, interpretado por mentalidades infantiles, a través de los ojos anárquicos de los niños.
Dadá fue presentado en el Waag Hall, de Zúrich, el día 14 de julio de 1916. Así comenzó la presentación Hugo Ball: “Dadá es una nueva tendencia artística. Eso se deduce del hecho de que hasta hoy nadie sabía nada al respecto y de que mañana en Zúrich todo el mundo hablará de ello”. Sí el mundo había devenido en una inmensa quiebra era el momento de organizar un nuevo orden, cuyas raíces se asentarían sobre el azar. Nada seguramente iría peor de lo que ya había ido. La Gran Guerra, recién terminada, no solo había dejado en herencia el mayor rastro de sangre que la Historia hubiera contemplado, sino que la postguerra seguía dirigida por el caos.
Dadá dijo también Hugo Ball se encuentra en el Diccionario. En francés significa <caballito de madera>. O <cola de una vaca> considerada sagrada por una tribu africana. En alemán, <adiós>. En rumano, <Sí, sí>. Y en italiano se empleaba el vocablo para significar <cubo> o <madre> Era una palabra universal que habría que pronunciar repetidamente. Para acabar con las guerras. Para conseguir la felicidad eterna. Para liberarse de la moral, de la estrechez de miras, de la mediocridad. Para hacerse famoso. Sólo habría que pronunciar Dadá. Dadá era la esencia del tiempo. Una esencia que ha perdurado hasta el presente, cien años después.
Como nada de lo que se había prometido hasta el momento se había cumplido, se hacía imprescindible pensar en otra cosa. En la realidad vacía. Lo representó, mejor que nadie, Duchamp en su obra <Belle Heleine>: un frasco de colonia que no tiene colonia; un aliento bello inexistente; una etiqueta falsa y una fotografía también falsa. Una obra falsa como la vanidad, el materialismo, la religión o el arte. Todos, objetos inservibles a los que los ignorantes, inadaptados e inseguros, adoran. El absurdo dadaísta obtuvo se máxima significación con la venta de Belle Heleine. En el año 2008 la obra de Duchamp fue tasada por Chistie´´s en dos millones de dólares. Se vendió en 11.489.968 dólares. El dadaísmo elevado a su máxima incongruencia. La victoria suprema de la incongruencia.
2 ¿Quién es Dadá?
Dadaísta inicial además de Ball y Tzara, Janco y Huelsenbeck, fueron, entre otros muchos, Man Ray, Erns, Jean Arp, conocido como Hans Arp. Había participado con Kandinski en el Jinete Azul. Consideraba que el artista debía perder cualquier tipo de control de su obra para crear según la voluntad del azar. El primer cuadro del movimiento se tituló “Collage con cuadrados dispuestos según las leyes del azar”. Le seguiría Schwitters que realizó el primer cuadro de collages – llamados ensamblajes – con desechos varios. La basura convertida en arte.
Especial protagonismo adquirió Duchamp, a quien algunos denominan el padre del Dadá. Aunque Braque y Picasso ya habían ensayado obras con desechos, la culminación la consiguió Duchamp cuando transformó un urinario en su obra “Fuente”. Duchamp y Picabia – extraña pareja – completarían en Nueva York la evolución del dadaísmo. Duchamp, no obstante, a su vuelta a París seguiría proporcionando material al movimiento.
Un día paseando por Paris compró una postal barata de la Mona Lisa, de Leonardo da Vinci. Se sentó en un café, sacó la postal del bolsillo y pintó sobre la cara un bigote y una perilla. En un lateral escribió unas letras mayúsculas. L. H. O. O. Q. Después, lo firmó. Las letras carecen de sentido hasta que se pronuncian en francés. Suena entonces algo así como “Elle a chaud au cul”, lo que significa, “ella tiene el culo caliente”, un juego de palabras infantil. A su vez el bigote y la barba convierten a una mujer enigmática en un hombre. ¿Refería la hipotética homosexualidad de “da Vinci”?. ¿Era una manifestación de la atracción que Duchamp sentía por el travestismo? La sexualidad se presentaba como elemento esencial de subversión.
A propósito de sexo, en estos días de mayo de 2016 en el MACBA se exhibe un video de contenido sexual de la autora Andrea Fraser. En una entrevista reciente (Babelia 30. O4 .16) la autora declara que ve al arte profundamente corrompido. “Un mundo del arte – dice – que no es más corrupto o deshonesto que los otros mundos que le rodean, escapar de él no es una opción, a no ser que uno fantasee con utopías. Al menos la tradición del arte autocrítico ofrece una oportunidad de ser honestos sobre lo que es ser deshonesto, de no celebrar un triunfo por encima de la ética”. Son expresiones de una autora del momento, pero las podría haber dicho Tristán Tzara o Picabia.
Dadá cien años después sigue estando presente en el arte, aun que se le llame con otros nombres. “Sin Dadá, la vida moderna tal como la conocemos tendría un rostro muy, muy diferente; de hecho difícilmente podría calificarse de moderna” (Jed Rasula: Dadá. El cambio radical del siglo XX. Anagrama). Dadá necesita para existir del conflicto y estos son los que nos sobran. De Dadá se nutrieron los Beatles y compusieron la fotografía de su disco “White Album”; los hermanos Marx, los Monty Phiton, Sex Pistol, el sampleado del hip – hop, el fotomontaje, el pop, el punk, los aviones estrellándose contra las Torre Gemelas, las guerras donde no hay ejércitos, pero hay muertos. O las migraciones masivas que dejan miles de cadáveres silenciosos en las travesías negras de un lugar a otro.
3 ¿Qué es DADÁ? ¿Quién es DADÁ?
El lector al llegar aquí tal vez se siga preguntando, pero ¿qué es Dadá?, ¿quién es Dadá? Nunca se termina de saber que fue aquello. Sabemos algo de cómo comenzó y de la trayectoria de algunos de sus personajes. No se preocupe. No será el único. Ni los propios creadores supieron qué era Dadá y ni los que alimentaron el invento se reconocerían en algún momento de sus vidas como dadaístas. Dadá fue y es un mito, una leyenda. Y, como todo mito o leyenda, una invención de la imaginación, esa facultad inestimable que ha permitido al ser humano gobernar la tierra para destruirla. De ahí la dificultad de construir una explicación convincente. Incluso, es probable, que este sea un texto dadaísta. Por si les sirve de algo anoten lo que dejó escrito Hugo Ball: “Nuestros debates son una búsqueda ardiente, cada día más flagrante del ritmo especifico, del rostro soterrado, de esta época”. Y a pesar de que el nombre ya solo se evoque como algo que pasó en un tiempo convulso – todos los tiempos son convulsos -, Dadá continua entre nosotros.
Académicamente se data su final un poco antes de 1930. Es un artificio puramente instrumental. Dicen que le sucedió el Surrealismo. Dadá, sin embargo, mantuvo su marcha. Y a lo que le llegó después, cada uno le busca un nombre. Dadá ha adquirido diferentes nombres, pero permanece violento, turbio, incomprensible, contradictorio. Como en los días feroces de su nacimiento y evolución. Dadá es nuestra mirada superficial y grosera sobre cuanto ocurre en el entorno. Dadá es la esquizofrenia que venden en grandes superficies de comunicación colectiva. Es la desinformación en la era de la súper-información. Dadá puede ser Hiroshima, Chernóbil o Teresa de Calcuta. O el blog “hombre de palo”. O el arte actual que mueve cifras millonarias y se organizan exposiciones que son movimientos bursátiles o especulativos. Dadá es todo cuanto está sucediendo y sucederá, lo comprendamos o no.
Dadaísta, además de los mencionados y otros muchos, puede ser usted, usted, usted, o usted. O yo. O cualquiera que se enzarce en la búsqueda de algo mejor o sea capaz de producir ingentes o pequeñas cantidades de horror. Dadaísta puede ser tanto quién se siente empujado por una actitud más humana hasta quién trabaja por destruir lo que de humano pueda existir. Dadá podemos ser todos. Cuando recuperamos, consciente o inconscientemente, la consigna de Hugo Ball de ser completamente nuevos e imaginativos, de reescribir la vida todos los días”. ¡Deconstruyamos el arco iris con bombas de jabón o cabezas nucleares!
Jesús Fuentes Lázaro