La forja del escultor
Desde que en el año 1954 ingresara en la Escuela de Artes de Toledo, a los catorce años de edad, Félix Villamor ha gozado de un reconocimiento continuado a su capacidad y sus valores. Los primeros premios juveniles en la Exposición de Artes Plásticas, tuvieron continuidad en el premio Aníbal Álvarez de fin de licenciatura en sus estudios de Bellas Artes en Madrid en el año 1965, el premio Toledo de la Bienal del Tajo 1970 y el premio Primavera de la Asociación Estilo. Tras los cursos de formación del profesorado, y su primera experiencia docente en Toledo, obtiene el número uno de la oposición a Cátedra de Escultura en el año 1972. La ciudad Condal será su destino durante los próximos diez años en el que no tardaron en reconocerle con el premio Ciudad de Barcelona en el año 1975.
La Bienal del Tajo vuelve a concederle el premio Tajo en 1980 y en 1982 es seleccionado para la Exposición Nacional de Artes Plásticas en Valdepeñas.
El regreso a Toledo estuvo precedido por un breve paso por la Escuela de Cerámica de Madrid. El año de 1982 regresa a su ciudad natal como docente en la Escuela de Artes e ingresa en el colectivo Tolmo. Estas dos referencias lo serán ya hasta su jubilación.
Los años ochenta y noventa ligado a Tolmo fueron prolíficos en exposiciones colectivas e individuales y tuvo presencia en la Feria Internacional Arco. La Fundación Toledo reconoció su labor creativa premiándole en 1990. Las exposiciones de 2006 con motivo del 35 Aniversario de Tolmo y la individual de 2007 muestran una evolución en los materiales y nuevas propuestas creativas.
A lo largo de su trayectoria, el material y sus cualidades físicas y organolépticas, han sido el fulcro de su creación. Ha trabajado el barro refractario, el mármol de Bélgica, La madera, el bronce, la cerámica, el hierro, el plomo y el acero corten. Frente a todos ellos ha observado su sonido y escuchado su aspecto. Frente a todos ellos ha meditado sobre sus cualidades y a cada uno le ha regalado un destino familiar en la memoria conforme a su origen.
El proceso de creación
Para Félix Villamor, la materia y el proceso de trabajo precede a la idea, que es la conclusión. Es la materia con sus cualidades, pesada o liviana, resiliente o dulce, rígida o maleable, tenaz o vulnerable, el sujeto de su reflexión.
Fijar un repertorio de piezas, perfiles, chapas, alambres y relacionarlas mediante una disposición constructiva evitando el ornamento y lo superfluo lleva a Fernando de Giles hablar de constructivismo en la ejecución, que no en la concepción, pues explora otras dimensiones creativas vinculadas al humanismo como el sentimiento dramático, opresivo a veces y una dosis de misterio que en palabras de Federico de Arce se expresa así: “en lo hueco lo evidente se esconde y lo oculto se manifiesta”.
Las similitudes formales, como veremos en su obra, con algunos movimientos del siglo XX tales como el constructivismo o el espacialismo, que son observadas por el historiador y crítico de arte Marín Medina, no son la referencia de su trabajo, pues su proceso intelectual no tiene nada que ver ni con el manifiesto constructivista de 1920 ni con el manifiesto espacialista de 1947.
El trabajo minucioso de sus piezas nos transporta a la precisión y por ello a largos procesos de generación de sus esculturas. Su aliento creativo nace de su interno e intenso esfuerzo intelectual, pues como diría Chillida, en ello le va la vida. Son poco comunes las referencias a otros artistas, y si ocurre alguna similitud es casual, pues sus decisiones creativas sólo obedecen a sus procesos de reflexión, y referencias vitales, como es el caso de los objetos enjaulados de Marcel Duchamp y su taba enjaulada en la serie de plomos denominada “Yuste”.
La aparición del espacio en la materia mediante calados, huecos o ausencias es recurrente en toda su obra. Este espacio, así generado, es disputado por formas que se manifiestan dialogantes a veces, competitivas y en conflicto otras. Estas formas y piezas que aparecen en ese espacio nacen en él o de él, con intención de colonizarlo, consiguiéndolo en ocasiones y fracasando en otras. El resultado de este proceso de creación son objetos escultóricos complejos con apariencia de sencillos, recurriendo de nuevo a Chillida: “…porque nos resultan familiares”.
La obra.
Sus obras del primer periodo. Contemporáneas y académicas. Soportadas por el barro refractario, el mármol de Bélgica, bronce o madera. Acabados perfectos. Superficies pulidas. Expresionistas por asignarle un adjetivo. El peso de la formación académica —¿acaso podemos hablar de academicismo en el arte contemporáneo?—, tarda en dejar paso al talento creador. Al fin se consigue.
Las que, con permiso del escultor, llamo Estelas, ejecutadas en hierro y acero de los años noventa, son sujetos de una inversión argumental. El objeto artístico se presenta, habitualmente, envuelto por el espacio que se encuentra en su proximidad. En esta serie el espacio se encuentra creado dentro de la materia y en el aparecen formas enigmáticas. El artista manifiesta ya su trayectoria característica.
El nuevo siglo nos trae cajas de plomo. Se alimenta el misterio. Abombamientos de dentro afuera. Algo puja por manifestarse. Cesuras por las que no cabe el ojo. Hay que conjeturar. Dramáticas rejas, tan opacas. ¡Estupor! Una taba ha roto el arcano. ¿Qué pasó por esa mente? ¿Qué misterio oculta?
Finalmente las arquitectónicas piezas de acero cortén son un guiño al espacio donde las ranuras y oquedades se transforman en puertas que unen el vacío del espectador con otro vacío: Memento homo quia pulvis est et in pulvin reverterís—1.
Epílogo
La primera mitad del siglo XX supone una revolución en el campo de la escultura lo que hoy conocemos como vanguardias clásicas que se ramifican en todo tipo de ismos, expresionismo, cubismo, futurismo, constructivismo, informalismo, dadaísmo, surealismo y un largo etcétera.
Contribuyeron al renacimiento de la escultura renovando y enriqueciendo los elementos plásticos y escultóricos iniciados por Rodin, Despiau, Maillol y con las aportaciones de Brancusi.
El desarrollo posterior a la vanguardia clásica se adentra por los caminos de la creación individual, ajena a los ismos, vinculada a la generación de una nueva espacialidad y la materialidad del que podemos destacar como brillante exponente a Eduardo Chillida. Podemos hablar de una nueva generación de vanguardia caracterizada por la creación subjetiva abstracta.
Si coincidimos con Marín Medina, que las vanguardias se configuran por su espíritu combativo de cambio, por su voluntad de experimentación y por el desarrollo de la subjetividad creadora. Concluiremos que Félix Villamor pertenece, por derecho propio, a esa nueva generación de vanguardia.
Antonio Sánchez-Horneros, arquitecto.
REFERENCIAS
José Marín Medina. La escultura española contemporánea (1800-1978).Editorial Edarcon. Madrid 1978.
José Marín Medina. Tolmo 30 años. Caja Castilla La Mancha. 2001
José Marín Medina. Catalogo exposición Marzo de 2007 en Galería Tolmo .
Exposición Centro Cultural San Clemente. Tolmo 7.XXI. Diputación provincial de Toledo. Mayo 2006.
Exposición Galería Tolmo. Diputación provincial de Toledo. Marzo 2007.
Fernado de Giles. Félix Villamor y el Espacio. Catálogo exposición Marzo de 2007 en Galería Tolmo.
Federico de Arce. Catalogo exposición. Marzo de 2007 en Galería Tolmo.
DDOOSS. Entrevista a Eduardo Chillida por Sanjuana Martinez. ddooss.org
Naum Gabo y Antoine Pevsner. Manifiesto constructivista.
Lucio Fontana. Manifiesto blanco 1947.
1) Genesis 3-19
Santiago Amón. Entrevista a Chillida. Revista de Occidente. Enero 1976
De nuevo Sánchez-Horneros nos obliga a conectar con la mejor y abundante producción escultórica del siglo XX toledano. Un trabajo tan necesario y eficiente para reafirmar lo que ya sabemos, pero encuentra resistencias o desapego en la sociedad local e institucional.