Un artículo de Luis Cervera sobre Vitrubio me hace releer nuevamente algunas partes de los 10 libros de Arquitectura de Vitruvio y las consideraciones de enseñanza y comportamiento ético de los arquitectos. Una reflexión difícil en estos tiempos, pero siempre necesaria. Es el autor del tratado más antiguo sobre arquitectura que se conserva y el único de la Antigüedad clásica, De Architectura, en 10 libros (probablemente escrito entre los años 27 a. C. y 23 a. C.). Vitrubio expresa en el libro VII su admiración por los tratados antiguos que ”útil y sabiamente se dedicaron a dexar a la posteridad sus hallazgos”
De Architectura, conocido y empleado en la Edad Media, se imprimió por primera vez en Roma en 1486, edición del humanista y gramático Fray Giovanni Sulpicio de Veroli. Dos ediciones facsímiles que siguen la traducciones de Ortiz (1787) y de Urrea (1584) me ayudan en este recorrido.
Los arquitectos en Roma eran designados magistri y sólo con la influencia de Grecia, aquellos magistri recibieron el nombre helenizado de Architectos, nombre usado ya en el siglo V a.c. Pero ya en época romana hombres como Cicerón y Varón valoraban la arquitectura. Vitruvio terminó sus diez libros de su Tratado a los 47 años. Vitruvio fue conocido por Julio César como Architecto aunque solamente trabajó en la reparación de ballestas, escorpiones y otras máquinas bélicas. El confiesa haber sido un arquitecto desconocido al que sólo se le atribuye la obra de la Basílica Fano.
Enseñanza y formación del arquitecto.
Vitruvio escribe sus Diez Libros de arquitectura y se felicita porque sus padres le instruyeron en el arte arquitectónico que “no puede existir sin literatura, y sin general conocimiento de las ciencias”. Aconseja a los arquitectos un buen aprendizaje para que su “eminente arte” no se vea “vexada por ignorantes e inexpertos, que no solamente no son Architectos, pero ni aún albañiles”. Y por ello el arquitecto” ha de ser perito y sabio en muchas ciencias”. Y considera que “será instruido en las Buenas Letras, diestro en el Dibuxo, hábil en Geometría, inteligente en la Óptica, instruido en la Aritmética, versado en Historia, Filósofo, Médico, Jurisconsulto y Astrónomo”.
“Conviene que el el Architecto sea Literato, para poder con escritos asegurar sus estudios en la memoria. Dibuxante, para trazar con elegancia las obras que se le ofrecieren. La Geometría auxilia mucho a la Architectura, principalmente para el uso de la regla y el compás, con lo cual más fácilmente se describen las plantas de los edificios en los planos, se forman escuadras, se tiran nivelaciones y otras líneas. Con la Óptica se tomen los edificios las mejores luces y de mejor parte. Por la Aritmética se calculan los gastos de las obras se anotan las medidas y se resuelven intrincados problemas de las proporciones. Sabrá la Historia porque los Architectos ponen muchas veces en los edificios diferentes ornatos, de cuyo origen conviene dar razón a quien la pidiere… La Filosofía hace magnánimo al Architecto, y que no sea arrogante, antes flexible… La Música para entender las leyes y matemáticas…” (Ortiz L I, c.1 y 2.).
Condiciones morales.
Las cualidades morales esenciales son la honestidad y la falta de codicia. Confiesa que siempre fue de la opinión “que la pobreza con honra debe preferirse a las riquezas con infamia” (Ortiz L.VI Proemio V), y por ello es necesario el conocimiento de la filosofía que hace “magnánimo al arquitecto”, pues sus enseñanzas le incitan a “que no sea arrogante sino antes flexible, leal y justo: sin avaricia, que es lo principal; pues no puede haber obra bien hecha sin fidelidad y entereza” (Ortiz L I, c 1,5.).
Por ello se muestra contrario a los que obtienen favores careciendo de méritos, aunque reconoce que “los necios son más estimados que los sabios por tener favor”. Y valora al hombre docto por encima del que posee riquezas. Pues “que entre los hombres sólo el sabio no es forastero en tierras extrañas, ni falto de amigos, aunque carezca de familiares y parientes; sino que es ciudadano de todas las ciudades, y puede sin temor sufrir los mayores embates de la fortuna”. En junio de este 2022 Tuska Pilar Arroyo García presentaba su tesis doctoral titulada Utilitas, Firmitas, venustas, Moralitas: Los Diez Prólogos de Arquitectura e Vitruvio donde vuelve a leer los contenidos éticos de la obra de Vitruvio que presentan la “primera deontología el oficio”.
Obtención de los trabajos.
Una interesante reflexión la de Vitruvio a este respecto. Y dice que no es maravilla “que le conozcan pocos, pues los arquitectos de su tiempo solicitan y van a la caza de obras”. Y aconseja, pues así lo aprendió de sus maestros, “que el encargo de una fábrica debe admitirse rogado, no rogando, pues un alma generosa se avergüenza de pedir un ministerio que puede dar sospecha: y regularmente siempre son buscados los que favorecen, no los favorecidos” (Ortiz L. VI, Proemio VI). Por ello dice Vitruvio que para encomendarles trabajos tendrán que ser los arquitectos “primeramente bien nacidos” y haber sido “honestamente educados”, pues las obras como acostumbraban los antiguos deberían confiarse a los modestos, no a los protervos y audaces.
Economía en la construcción.
Es necesario que el arquitecto procure la mayor economía en las construcciones. Por ello hay que realizar “un debido uso de los materiales y sitio, un económico gasto en las obras, gobernando con prudencia”, pues no deberá buscar “cosas que no se hallan ni acopian sino con crecidos gastos”
Y el arquitecto dispondrá las cosas “al uso de los dueños de las casas según la posibilidad del dinero y la dignidad elegante del edificio”. Y comenta cómo el arquitecto que realiza una obra pública presenta un cálculo y tasación hecha del gasto de ella, quedando sus bienes obligados al Magistrado hasta estar concluida. Entonces, si las expensas corresponden al cálculo, es el Architecto ennoblecido con decretos y honores. Asimismo, si los gastos no exceden al cálculo en más de una quarta parte, se paga de los mismos fondos públicos, sin que el Architecto quede sujeto a pena alguna. Pero, si en la obra se consume más de la quarta parte, se toma de sus bienes el dinero para la conclusión” dice en el Proemio II del Libro X. (Con estas consideraciones habría que releer la Ley de Contratos probablemente).
Firmeza, utilidad y hermosura.
Las construcciones “deben ser hechas para que haya razón de firmeza y utilidad y hermosura”. “De firmeza será la habitación cuando fueren fundadas sobre el fundamento sólido y firme. Y hubiere diligente elección de todos los materiales sin escasez; más de utilidad será la disposición enmendada y sin impedimento con uso de lugares y será conveniente disposición y provechosa para las regiones de cualquier género suyo”. Será hermosa “cuando el aspecto de la obra fuere agradable y de buen gusto; y sus miembros arreglados a la simetría de sus dimensiones” (Urrea L I, c.3).
Diego Peris, doctor arquitecto.
El autor preside actualmente la Fundación Miguel Fisac
Los dibujos son de las láminas de la edición facsímil de Ortiz de 1787.
Es maravilla leer las cualidades que deben adornar al arquitecto, que son, en realidad, las que debían profesar todos los que aprenden un oficio, un arte o deseen tener responsabilidad sobre el trabajo y la vida de los demás. Así, todas las personas que se formen en las escuelas y, sobre todo, en las Universidades, eso es lo que también debían aprender y lo que debían hacer visible en su trabajo. El ejercicio de estas cualidades es especialmente visible en la labor de los arquitectos. Cuando los estudios se centran en identificar los nichos económicos y adaptarse al mercado, se pervierte el sentido de la excelencia profesional. Gracias por resumir y exponer una lectura tan valiosa.