El espacio de juego debía ser un derecho fundamental del ser humano. Cuando la especulación, la ignorancia de los políticos, si no la corrupción, hurtan a los ciudadanos los lugares en los que otrora podían jugar, les arrebatan un trozo de su humanidad, una parte del ser libre, razonable y crítico que te permite resolver los problemas de convivencia, hablando y llegando a acuerdos. En el entorno del segundo bloque de la Avenida de la Reconquista, con sus patios y descampados, jugar no era solo un pasatiempo, era un arcano, un conocimiento oculto, solo inteligible para quienes juegan sin querer sacar beneficio de ello. Continuar leyendo
Luis Antolín Jimeno
El juego infinito. El segundo bloque de la Avenida de la Reconquista (2) [Luis Antolín Jimeno]
Al juego le pedimos un momento diferente, una arcadia con reglas pactadas entre los jugadores. Si se les deja libres y se les da espacio, los niños lo hacen sin tener que pensarlo. Para los mayores, el juego es un momento para olvidar las exigencias de ser responsable, coherente, sabio, eficaz o de ser como se debe ser. Quien aprende a jugar de niño puede vivir más comprometido con el ocio que con el negocio. Ese es el regalo que nos hicieron los patios de los bloques de la Avenida de la Reconquista, con los que tengo una deuda de gratitud que quiero saldar, ahora que me cuesta correr, contándolo y jugando con las palabras. Continuar leyendo
El juego infinito. El segundo bloque de la Avenida de la Reconquista (1) [Luis Antolín Jimeno]
Tener un lugar dónde jugar libres es uno de los regalos más bellos y definitivos que pueden hacer los urbanistas y los políticos a la población a la que sirven. Algunos espacios a disposición de los niños de Toledo en los años cincuenta, nos han hermanado para siempre y los juegos, en mi caso, permanecen vivos en la memoria, lo suficiente como para haberlos recopilado en un relato que ahora resumo en este blog. Continuar leyendo
Toledo caminando de este a oeste (y III) [Luis Antolín Jimeno]
El viajero se ha tomado un tiempo hasta que ha decidido seguir el viaje. Enlazar caminando los lugares que están enredados en los sentimientos se ha convertido en su razón para ponerse en el camino. Aunque nació en Toledo, sus orígenes tienen todo que ver con Palencia.
De Toledo a Torrijos
Toledo caminando de este a oeste (II) [Luis Antolín Jimeno]
El viajero lleva en su mochila una libreta y un lapicero, y va anotando lo que ve, escucha y sienta. Anota sus reflexiones, en forma de poemas, canciones y dibujos. En el hostal Prickly, en Villacañas, antes de dormir organiza en haikus algunas de las notas que tomó el día anterior. Continuar leyendo
Toledo caminando de este a oeste (I) [Luis Antolín Jimeno]
El caminante, que nació en Toledo, ha trabajado cuarenta años en Valencia y, ahora que tiene tiempo, vuelve a Toledo andando. No tiene ninguna razón especial, ha hecho este camino muchas veces, cuanto más rápido mejor, mirando por las ventanillas el paisaje y envidiando a quienes veía caminar por sendas que no sabía dónde llevaban. Ahora, él será el protagonista de esa visión, fugaz para quienes viajan a tropecientos quilómetros por hora. Continuar leyendo
Andando por la N-401 (y II). Arqueología emocional del viaje Toledo-Madrid. [Luis Antolín Jimeno]
2ª jornada. Illescas, Parla, Getafe, Madrid.
Como la memoria no se puede encerrar en un puño o exponerla en un anaquel, el viajero ha recurrido al cuerpo para atrapar los momentos más significativos de un viaje que repite habitualmente de forma rutinaria, sin otro interés que llegar lo antes posible, si pudiera ser en un abrir y cerrar de ojos. Esta es la segunda parte de la narración de un viaje andando entre Toledo y Madrid. Continuar leyendo
Andando por la N-401 (I). Arqueología emocional del viaje Toledo-Madrid. [Luis Antolín Jimeno]
1ª jornada. Toledo, Cabañas, Yuncos, Illescas.
Dos artículos de este blog alborotan mi memoria: Uno de Jesús Fuentes sobre la carretera A-42 y el otro de Quique J. Silva sobre el Corralillo de San Miguel y los autobuses que ahí empezaban o terminaban su recorrido. Continuar leyendo
La Escuela de Gimnasia, libros y recuerdos 3 [Luis Antolín Jimeno]
1965 Pedagogía de la Educación Física
En 1961 se publica la ley de la Educación Física y del Deporte que proclama el derecho y el deber de los españoles a la educación física. En sus artículos desglosa el reparto de funciones y preceptos para su desarrollo. Se crea el Instituto Nacional de Educación Física y la Escuela de Gimnasia (Escuela Central de Educación Física), a la que se le reconoce el trabajo realizado, pasa a ser colaboradora de esta institución. Esta ley acaba con la dependencia política de la educación física y el deporte y se abren a nuevos desarrollos teóricos y prácticos. Otra consecuencia de esta ley es la posibilidad de que el Consejo Superior de Deportes subvencione nuevas instalaciones en la Escuela de Gimnasia, pero esto requiere que se abra a la población civil y facilite su uso. Continuar leyendo
La Escuela de Gimnasia, libros y recuerdos 2 [Luis Antolín Jimeno]
1938 y 1939. Nociones Teóricas para la Educación Física y Curso para instructores del F.E.T. y de las J.O.N.S.
En 1931 se proclama la Segunda República y el Estado, en materia de educación física, fija sus prioridades en la mujer y en la promoción de deporte. Consideran que la popularidad del deporte será un trampolín para acercar la actividad física a la población, ya que la Gimnasia Sueca como modelo educativo es realmente impopular. En esos años, la actividad en la Escuela de Gimnasia es frenética, a los cursos regulares se unen cursos de formación del profesorado, gabinetes de investigación de medicina del esfuerzo y asistencia a reuniones gimnásticas internacionales. Continuar leyendo
La Escuela de Gimnasia, libros y recuerdos 1 [Luis Antolín Jimeno]
1924 y 1925. La Cartilla Escolar Infantil y Gimnasia Sueca.
Desde las ventanas de la casa donde nací (casi hace setenta años), en la calle Talavera, se veía la puerta de la Escuela de Gimnasia y, las mañanas de los domingos de los años cincuenta, nos asomábamos cuando un escuadrón de trompetas y tambores salía de allí y, por la Carretera de Ávila, se dirigía a la iglesia de Tavera para tocar el himno nacional en el momento de la consagración. El templo retumbaba y a Don Vitorio, el párroco, le rechinaban los dientes porque no le gustaba nada eso de los soldados en la Casa de Dios. Luego, el escuadrón, se volvía a la Escuela tocando música charanguera con los niños detrás. Continuar leyendo