Síntesis, integración y fusión de las artes en la arquitectura de los 50 (6) [José Rivero Serrano]

Alberche del Caudillo. Toledo.
LA INTEGRACIÓN DE LAS ARTES Y EL I.N.C.

 

Y es la lectura sosegada de ese fracaso y de esos rechazos lo que nos permite ubicar con exactitud la experiencia desplegada en esos años. Experiencia pretendida y sostenida por Fernández del Amo, pero plagada de dificultades. Más aún en un trayecto edilicio, como el del Instituto Nacional de Colonización que congregó una buena nómina de creadores plásticos como colaboradores diversos de los espacios religiosos desarrollados por el Instituto. Y es que, rara vez, los intereses fundamentales del Instituto Nacional de Colonización, se verían confundidos con el territorio de las Artes Plásticas y, particularmente, con el de las Artes Sacras; por más que hoy podamos apreciar la singularidad y excepcionalidad de algunas de esas intervenciones.

Sus intereses prioritarios estaban más próximos a los problemas de la modernización agraria y al levantamiento de un buen número de pueblos de nueva planta, vinculados a la transformación territorial en curso; que a la incorporación al debate coetáneo sobre la renovación de las Artes y a la polémica sobre la Integración de las artes. De igual forma que el carácter económico limitado y acotado, en las actuaciones del  Instituto Nacional de Colonización, no parece el mejor fundamento para justificar y avalar el despliegue de soluciones formales en la creatividad de los artistas intervinientes. Pese a todo ello, parece evidente admitir el papel activo que desde el Instituto Nacional de Colonización se despliega en favor de esa tendencia; contando incluso con la animadversión de la jerarquía eclesiástica, con la pasividad de los directivos del Instituto y con la indiferencia de los colonos como receptores de tales trabajos.

Papel activo como demostraría, por otra parte, la presencia del Instituto Nacional de Colonización en la exposición del Ateneo madrileño de 1958 ‘Continuidad del arte sacro’, junto al movimiento Arte Sacro y bajo el patrocinio de la Dirección General de Información[1].

Exposición en la que se visualizan los protagonistas promotores de las nuevas realidades del Arte Sacro: Obispados, Universidades laborales, Instituto de Cultura Hispánica, órdenes religiosas y el propio Instituto Nacional de Colonización, componen la muestra de aquellas entidades que están avalando las nuevas realizaciones plásticas que originan la muestra citada. La particularidad de la presencia del Instituto Nacional de Colonización en una muestra de arte religioso actual, tiene por ello algunos contrastes como los ya señalados: no sólo las prioridades del ámbito de su intervención agraria y territorial; sino los condicionantes económicos, y los enclaves laterales en los que se venía produciendo su aparición, como era el medio rural profundo de una España no menos profunda.

Parece cierto, que sin ser un tema prioritario en las actuaciones del Instituto Nacional de Colonización, el Arte Religioso llega a adquirir un relieve significativo en sus actuaciones más singularizadas[2]; más aún que el señalado por la revista Colonización. Este es el relato del padre Aguilar. “Otra nueva organización estatal, el Instituto Nacional de Colonización, se incorpora con nuevos modos a la iniciativa reconstructora…Nuevo planteamiento, nuevo espíritu, dio lugar a nuevos pueblos con nuevo estilo, que al mismo tiempo que empiezan a plasmar los idearios de posguerra, incorporan a la tarea hombres-técnicos y artistas- fruto de la nueva generación-. Son José Luís Fernández del Amo, Alejandro de la Sota, Ayuso, Delgado de Robles, bajo la acertada dirección de José Tamés. Surgen por obra común y se diseminan por muchos rincones de España, los nuevos templos rurales, ejemplares de arquitectura religiosa de raigambre popular, con un cuño de sencillez, austeridad y limpia alegría”[3].

En un empeño de difusión y producción plástica doblemente extraterritorial: de una extraterritorialidad espacial y cultural. De una extraterritorialidad espacial, que ve aparecer en el medio rural fenómenos de renovación plástica más vinculados, desde siempre, al medio urbano. Y de una extraterritorialidad cultural, al presentar descentrados esos fenómenos precisos de nuevos lenguajes artísticos en pequeños enclaves de la España agraria, tradicionalmente ajena a esas motivaciones. Estas son las palabras de Juan Antonio Cabezas en su artículo ‘Viaje a los nuevos pueblos de España’. “Lo que más diferencia entre sí los pueblos nuevos son las iglesias. Cada arquitecto ha hecho la suya siempre con tendencia al nuevo esquematismo arquitectónico y simbólico, pero de muy buen gusto…He pensado en la idea que se formarán del arte arquitectónico y escultórico los niños nacidos en esos pueblos, al encontrarse desde que tengan uso de razón con el arte actual, para ellos sin tradición ni transición”[4]. Una experiencia nueva que nace sin tradición y sin transición, y llamada a sentar las bases formativas de una nueva generación de colonos, no dejaba de ser un singular empeño en ese contexto de ruralidad nueva del franquismo. Una ruralidad nueva que sienta las bases de la transformación agraria y territorial, que signa el nacimiento de una lenta modernización; como relata el texto citado al señalar. “En Valdelacalzada los colonos están en la fase de la radio y la motocicleta”. Y que, finalmente, abra puertas a esa nueva sensibilidad en relación a las Artes Plásticas.

Valdelacalzada, Badajoz.

Propósitos, todos ellos, bien lejanos de las pretensiones sostenidas por el  Instituto Nacional de Colonización. Bastante tendría el Instituto con aportar el caudal de innovaciones productivas del medio agrario: tanto de técnicas y de cultivos, como de nuevas infraestructuras hidráulicas y de transformaciones territoriales; como para contribuir aún al desempeño de nuevas imágenes y nuevas sensibilidades. Imágenes  en las que se hace patente la dualidad de signos desplegados: frente al simbolismo de esos espacios singulares de las iglesias, la lógica productiva de la vivienda, ajustada al funcionalismo económico; frente a la excepcionalidad figurativa de dichos espacios singulares, la repetición seriada de las viviendas.

José Rivero Serrano, arquitecto

[1] S/A. Continuidad en el arte sacro. Ateneo de Madrid, Madrid, 1958.

[2]  Las iglesias realizadas por el Instituto  Nacional de Colonización, llega a totalizar 223. según los datos expuestos por Alejo Leal García en su trabajo La transformación del medio rural a través de la puesta en regadío y de la colonización. “Revista de Estudios Agrosociales”, nº 66, 1969, páginas 107-137.

MONTERO DE F. Temas  de colonización. Cultivemos también los espíritus. ABC, 28 febrero, 1950.

[3] AGUILAR OTERMIN J. M. Evolución del arte en la España de posguerra. En RUÍZ GIMÉNEZ J. (Coordinador) Iglesia, Estado y Sociedad en España (1930-1982). Argos Vergara, Barcelona, 1984. Página 157.

[4] CABEZAS J.A. Viaje a los nuevos pueblos de España. ABC, 25 junio 1961. Página 20-21.

 

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