Juan García Hortelano, Echarse las pecas a la espalda. 1977
Si en 1972, a juicio de Charles Jencks –en su trabajo El lenguaje de la Arquitectura posmoderna, 1977–, había fracasado y muerto el Movimiento Moderno, merced a la demolición del Pruitt Igoe, producida en Sant Louis, habrá que indagar qué nace cuando se demuele algo o cuando se arruinan unos principios. Tal que Jencks llega a afirmar con detalle relojero: “La arquitectura moderna murió en San Luis, Missouri, el 15 de julio de 1972 a las 3:32 de la tarde (más o menos), cuando a varios bloques del infame proyecto Pruitt lgoe se les dio el tiro de gracia a base de dinamita. Antes de eso, habían sido objeto de vandalismo, mutilación y desfiguración por parte de sus residentes negros y, aunque se invirtieron millones de dólares para intentar conservar el lugar (reparando ascensores, ventanas o repintando todo) se puso fin a su miseria”.
Llevar el campo a la ciudad y la ciudad al campo ha de ser el propósito anatréptico de los nuevos urbanizadores, aunque el enunciado parezca un poco paradójico. Cesar Cort. Campos urbanizados y ciudades rurizadas, 1941.
De esta suerte nos sentimos impelidos a proponer, para la tierra una unidad (nueva o renovada) de explotación agrícola. Le Corbusier. Los tres establecimiento humanos (LTEH), 1945.
¿Cuál es la causa del abandono de la tierra? ¿Cuál será la palanca del retorno a la tierra? Le Corbusier. LTEH, 1945.
Frente a la visión de Le Corbusier como teórico central del ‘Urbanismo funcional’, que opera fundamentalmente en el medio urbano y en la gran ciudad casi en exclusiva, emerge, lateralmente, otra visión peculiar de L.C. obsesionado en la resolución de ciertos problemas del medio rural y del medio agrario, en un periodo complejo y lleno de tensiones y conflictos, que transcurre entre 1930 y 1945. Coincidente, como vemos, con el tiempo de la crisis de Wall Street y la Segunda Guerra Mundial y con la exaltación conflictiva de los totalitarismos como soluciones a las sociedades tecnificadas que iban apareciendo. Ese mismo periodo es el analizado por Franco Borsi en su trabajo El orden monumental. Europa 1929-1939 (1986), periodo que el autor italiano denomina “decenio del diablo” y que transcurre “entre septiembre de 1929 a septiembre de 1939 [es decir], del viernes negro del crack de la bolsa de New York a la invasión de Polonia por Hitler”. Y en esa secuencia temporal hay que anotar la exposición internacional de Paris de 1937[1], donde Le Corbusier concurre con el pabellón de Temps Noveaux, como un presagio de muchas cuestiones que se irán anotando en estos tiempos rejuvenecidos por las distintas revoluciones. Allí, concretamente, junto a diferentes cuestiones se suscita la propuesta de Norbert Bézard sobre la Reforma Agraria, como muestra del interés de Le Corbusier por las cuestiones agrícolas, al acoger en su pabellón dicho tema. De todo ello dice David Arredondo Garrido, en su trabajo Le Corbusier y la reorganización del hábitat rural (2015): Le Corbusier mostró con dibujos, maquetas y textos el proyecto de la granja radiante y, también, el de un centro cooperativo. En ellos expuso las cuestiones: “Reorganización agraria, planeamiento rural para volver a la tierra, no hay urbanización para las ciudades sin desarrollo del campo, la industria aportará el equipamiento. Es la tierra (el tipo de suelo y las estaciones) la que decide, no la gente. La generalización en la agricultura es una receta para el fracaso: primero deben definirse las regiones. Debe crearse una municipalidad rural: Granjas familiares trabajan la tierra, el poblado como comunidad de servicios compartidos, una empresa cooperativa. Proyecto de consolidación del campo para una región claramente definida: La vuelta al campo es posible únicamente a través de granjas familiares apoyadas en recursos colectivos (métodos y equipamiento)”. Más aún, en la Exposición de 1937, según Arredondo, “se mostraba por primera vez una versión elaborada del poblado radiante o centro cooperativo. En las publicaciones anteriores aparecieron esquemas que no pasaban de ser bocetos inspirados en las ideas de Bézard. El diseño definitivo al que llega Le Corbusier en 1937, obviaba la propuesta de emplazarlo sobre una colina que controlara el territorio y se sitúa en un lugar teóricamente plano y bien comunicado. Partía de una organización similar a la de la granja, por lo que una espina central distribuía el conjunto y conectaba el poblado, no ya con los campos, sino con una vía rodada de alta capacidad. Se percibe, de una manera más clara, el deseo de incorporar a la vida rural, condiciones socioeconómicas comparables a las de las ciudades”. Preocupaciones todas ellas, que estaban ya, en ciertas cuestiones, compartidas con Norbert Bézard desde el año de 1934, con la publicación por ambos del texto programático La ferme radieuse et le centre coopératif, del cual se conserva el manuscrito inédito, con fecha de 1942. Incluso en 1938 en el V Congreso del CIAM, Bézard presenta la comunicación Logis et loisirs en una nueva vuelta de tuerca.
• Esas habitaciones pequeñoburguesas son campos de batalla arrasados por las huestes triunfantes del capitalismo mercantil, donde ya nada humano puede crecer. Walter Benjamin, 1926.
• Dice Helio Piñón que “la auténtica arquitectura es muy rara”. Casi tan rara como la auténtica poesía o el cine auténtico; casi tan rara como todo lo que se quiere verdadero y por ello necesario. Frente a toda esa amalgama de oropeles de creaciones del ‘prêt à porter’ o del ‘wash and wear’, la profundidad de lo auténtico y su enorme rareza. José Rivero, 2013.
• De hecho, creo que las cosas ya no existen. Lo que existen son las mercancías, y no es lo mismo. Santiago Alba Rico, 2023.
La sección Inmobiliaria y diseño, que desde hace años presenta el diario El País, en su suplemento dominical de Economía y que atiende al nombre directo de Negocios, bien merece alguna reflexión sobre la dualidad de tiempos y de pensamientos, dualidad de casas y de cosas y sobre la insoportable gravedad del problema inmobiliario.Continuar leyendo
Buena parte de los sueños rastreables en los precedentes pictóricos ya han sido enunciados literariamente, y cuentan con una naturaleza que establece y propone la visión del Sueño como Anticipación o revelación y fija un enunciado de interés que viaja de lo individual a lo colectivo. Los Sueños de José o de Moisés, serían los casos más representativos, al visualizarse un futuro colectivo solo desde la captura individual. Otros registros de Sueños (de Joaquín, de José, de Santos diversos), tal vez lo sean desde la órbita de lo individual, con implicaciones colectivas más reducidas. Por ello conviene anotar lo captado por Jean Clair como inflexión por el Simbolismo, en esa deriva de lo colectivo a lo individual: “El proyecto simbolista no es más que una tentativa desesperada de restablecer lazos entre las representaciones parceladas del sujeto: recobrar la unidad del yo puesta en peligro por fuerzas dislocantes que comienza a definir e intenta tratar la nueva pirología: los sueños, las pulsiones urgidas del inconsciente, los automatismos psíquicos, las acciones reflejadas…”.
Aparición del ángel a san José: Georges de la Tour, 1645. Museo Artes de Nantes.
El sueño de san José: Goya, 1772. Museo de Zaragoza.
Históricamente, el ‘arte de la guerra’ conectaba con las geometrías de los muros de las ciudades, su ruptura significaba la destrucción de su soberanía.
Por su parte, el combate urbano contemporáneo se centra cada vez más en métodos de transgresión de las limitaciones representadas por los muros domésticos, derrumbar elementos constructivos y atravesar las paredes. Ingeniería de deconstrucción. Luis González Jiménez. Materiaconstruida.blogspot.com
La pretensión de erigir y definir La ciudad subterránea –ahora que, en febrero y marzo de 2022, volvemos al frente de combate de Ucrania y capturamos pequeños refugios y modestos espacios de protección para la población civil– como ha realizado recientemente Francisco Alía Miranda en su trabajo La ciudad subterránea. Cuevas sótanos y refugios antiaéreos en Ciudad Real, 1936-1939 (2021)[i], se nos revela como un relato incompleto. En la medida en que pretender denominar a un modesto dispositivo natural –o casi natural–, del subsuelo formado en ocasiones por accidentes naturales –que eso son las cuevas existentes en los cuerpos edificados– que se aprovechan como ciudad alternativa, parece exagerado.Continuar leyendo
Un vacío técnico, como el señalado por Ortega, y jalonado más tarde por las experiencias del vacío contemporáneo en el declive de la 2ª posguerra. No sólo el Plan Marshall y el New Deal, sino también las New Towns británicas nacidas de la New Towns Act en 1946 y que llegarían, tras los retoques normativos de 1965, a alumbrar –ya con el gobierno del laborista Harold Wilson, tras el control de los gobiernos conservadores desde 1951– Milton Keynes en 1967, una de las New Towns más publicitadas y emblemáticas de la llamada tercera época; tras las dos etapas anteriores con los emblemas de las ciudades de Stevenage y de Runcorn. Derek Walker –arquitecto jefe de la Corporación Milton Keynes–, sería el responsable de que la arquitectura de Milton Keynes reuniría a un amplio elenco de arquitectos que comenzando por Ralph Erskine (conjunto residencial Eaglestone, 1975), contaría también con Norman Foster (conjunto residencial Bean Hill, 1973), James Stirling (aunque en este caso no se llegó a construir su proyecto de 1971 para la sede de Olivetti) o Christopher Woodward (autor en 1973 del Centro Cívico y Comercial) entre otros muchos. Pero ocurre que el recorrido teórico y programático de las New Towns, se acomoda entre la crisis del CIAM –el XI congreso de Oterloo de 1959 supuso de hecho la disolución del ciclo iniciado en 1933– y el comienzo de la contestación político y social que acabaría eclosionando en 1968 con el Mayo francés y las premisas del urbanismo derivado de la Internacional Situacionista, con las imagines desplegadas por Benjamin Constant y su New Babylon. Y esa es la distancia perceptible abierta entre la Gross-stadt o la Ville-radieuse y la atomizada New Babylon. Un vacío abierto en la historia reciente, que se pretende cerrar desde las premisas del vacío que suscita la técnica. Experiencias británicas de las New Towns, que abrirían puertas a la mostración de la neotecnología de Archigram y su ‘Plugg-in-city’[i] o al repunte de cierto imaginario entre el Pop[ii] y el naciente Ecologismo o las posiciones mencionadas de la Internacional Situacionista[iii]. Vacío contemporáneo que prolonga el vacío instrumental en el que el Movimiento Moderno había caído y en el que la centralidad de la arquitectura en la definición de la ciudad había sido desplazada.Continuar leyendo
La sobreabundancia de documentos, teorías, textos diversos, escritos, reflexiones y monografías producidos en los últimos cuarenta años en torno a la ciudad, exponen tanto un marco gravitatorio sin imagen y sin teoría, como la gravedad técnica de un problema ya imaginado. Como si todos los Programas, Manifiestos y Declaraciones se hubieran resuelto y proclamado en el primer tercio del siglo pasado, y hubieran dejado, ya agotados, para el último tercio toda la resaca de las insatisfacciones y toda la evidencia de la marea creciente. “Pensando sobre lo que es una metrópoli y leyendo autores varios se adquiere la idea, rara tal vez, de que los urbanistas y teóricos de la ciudad, al inicio del siglo XX fueran mucho más modernos prospectivos sobre el futuro de las ciudades que son hoy algunos expertos. Se tiene la sensación de frescura intelectual extraordinariamente contemporánea cuando leemos textos de Patrick Geddes, Georg Simmel o Lewis Mumford”[i].
“Sabía que (la arquitectura) era el resultado de una lucha entre el tiempo y una forma que iba a ser, finalmente, destruida en el combate”.
Autobiografía científica, Aldo Rossi.
“Hemos visto sustituir o difuminar la ciencia por la tecnología, las humanidades por la especialización; hemos contemplado cómo la sabiduría es colonizada por la información y hemos soportado la banalidad arquitectónica para una ciudad, que acumula en sus edificios desproporción, efectos de poder y clase y, sobre todo, espacios y lugares manifiestamente destinados a la apología del derroche”.
¿Acaso la ciudad no fue siempre un lugar de ruinas? Antonio Fernández Alba. Domus Aurea. Diálogos en la casa de Virgilio, 1998
El descubrimiento de restos romanos –procedentes del Anfiteatro– en Las Covachuelas de Toledo, en el comienzo de unos trabajos de cimentación a principios del mes de mayo, pone encima de la mesa diversas cuestiones complejas. En primer lugar, la constatación de que, en ciudades históricas como Toledo, cualquier proceso de excavación y remoción de tierras, arrastre enormes consecuencias que implican al pasado que vuelve; y una vez regresado ese pasado no se sepa qué hacer con él, desde un presente instrumental y advenedizo. Más aún, si sabemos con Luís González, “que esas ruinas que son objeto de culto desde el Barroco, son los costes humanos y sociales del progreso”. Pasado que regresa desde la ruina y progreso que dilapida el futuro posible. Esos fueron los problemas suscitados ya en otros lugares: con las obras del metro en Roma primero, y después en Sevilla, que tuvieron que paralizarse y suspenderse. O en Cádiz con el Teatro romano.Continuar leyendo
Entre las Ferias Mundiales de New York de 1964 y la de Osaka de 1970, como emblemas fulgurantes, se sentarán las bases posteriores de la emergencia de las Follies en sus nuevas versiones e interpretaciones. Un recorrido parecido a escala japonesa como el verificado entre 1974 y la Nagakin Capsule Tower de Kurokawa, y 1989 con el edificio M2 de Kengo Kuma. Particularmente ese sentido de la profundidad de lo superficial se acrecentará en 1980 con la Bienal de Venecia –regida con el lema de Lapresencia del pasado y con la muy publicitada Strada novisima– y eclosionará con la exposición de 1983, ya citada de Follies. Arquitectura para el pasaje del finales del siglo XX. Baste ver que el texto del catálogo de la exposición, de mano de B.J. Archer deja ver la contigüidad entre ambas manifestaciones. “Las Follies se aproximan más al modelo de la Bienal de Venecia, que suscita manifestaciones estilísticas y teóricas, expresadas en dibujos y maquetas que responden a las condiciones fijadas por el organizador de la exposición”.Continuar leyendo
La indagación teórica y conceptual de los siglos XVII y XVIII sobre los orígenes de la cabaña como casa primigenia, es una línea sugestiva para conocer ciertos fundamentos conceptuales del artificio construido y de sus derivadas últimas, como podría ocurrir con las repetidas Follies. Rykwert en su trabajo seminal La casa de Adán en el paraíso ya contraponía el doble orden de Casa/Paraíso con el de la Arquitectura/Paisaje. Si la casa de Adán es el origen fundacional de la Arquitectura, podría decirse análogamente que el Paraíso bíblico o el Paraíso terrenal – el Jardín del Edén – sería el origen fundacional del Paisaje como categoría cultural y como metáfora representativa. Pero claro, el concepto de Paraíso es una categoría de lo perdido y, consecuentemente, de lo ya inalcanzable. Incluso esa identificación que realiza García Mercadal en su trabajo Parques y jardines. Su historia y sus trazados, entre la jardinería y la agricultura, que le lleva a aventurar que “el jardín existe antes que el hombre”, como si fuera un preconcepto. Parece claro que Mercadal alude a un concepto previo al hombre y por tanto previo a la Historia y al Tiempo y de ellos escapa. Pero si es un jardín tal como naturaleza dispuesta, será una pieza natural y no artificial como la conocemos hoy. El jardín primitivo, el Jardín Bíblico será en el que Jehová inicia la exploración de la aventura humana; es decir, en ese preciso lugar da comienzo la Historia construida por el hombre frente al orden Natural precedente. Y ambas realidades históricas (Arquitectura y Paisaje) han indagado tanto en las claves originarias como en las razones de su pérdida.Continuar leyendo
La reciente cuarentena del Presidente de la República francesa Emmanuelle Macron, nos ha permitido conocer el pequeño pabellón cortesano del Palacio de Versalles, conocido como La Lanterne, que menciona más una peculiaridad constructiva para ser iluminado cenitalmente, que su propia posibilidad de otorgar luz desde el cuerpo edificado –cuerpo cerrado– al exterior.Continuar leyendo
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