Centro de Información Social. Ciudad Real 1983. J.D. Fullaondo y José Luis Arana [Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez]

Acceso al edificio; fotografía de la monografía de Fullaondo.

Sala de Catarq 1

Os invito a sumergiros desde la degustación trasversal multisensorial, en el relato de espacios cercanos, a través del análisis arquitectónico, matizado por los vapores que exudan las papilas gustativas después de sumergirlas con alguno de nuestros caldos, y dejándonos envolver por brisas sonoras. Encrucijada sensual, para noctámbulos (outsider, timeless)

La combinación para esta construcción se compone de un vino blanco airén de aroma intenso, muy translucido, con destellos verdosos, fresco pero ensamblado, su acidez y notas manzana verde, despiertan nuestro apetito espacial, por lo que adentrados en la jaula vítrea del paño luminoso, que como un velo sedoso, invita a deslizarse y ascender vaporoso, en la plenitud del equilibrio entre acidez y madurez, por la rampa o escalera, articulando el vestíbulo de este pequeño montículo que emerge en el parque del Torreón del ensanche intramuros ciudadrealeño.

@Teodoro Sánchez-Migallón

Desmaterializado en su acceso, este mecanismo monolítico, se fragmenta, mostrando su liviano esqueleto férrico, proyectado desde el interior, remarcado por un épico barandillaje que acota los recorridos más funcionales del programa.

Círculos, hexágonos, cuadrados, y líneas tensionadas de la rampa y de la pasarela superior, fugadas al infinito enriquecen este espacio modulado por vigas colgadas y con un encuentro en el apoyo de una sección cuidada. Planta libre de pilares circulares delgados.

Una lírica de vigas Boyd, cruza y tensiona el espacio inclinado, dialogando con los suelos inclinados de la rampa, provocando un juego direccional, que se complica con el damero de pub ochentero en el solado, decoración “new wave”. Manteniendo después de 40 años, sus acabados, hecho excepcional.

Sección, de la monografía de Fullaondo.

Ese silencio subsecuente al deleite lo ensalzan las tersas pautas con que Bowie ve cercano su final en Lazarus, 2016, exquisito final rítmico, cadencia de trompas en las que el aire agoniza, como languidece y se deconstruye el pop. Se completa el círculo que pudo comenzar con Space Oddity en 1969.

Fotografía del autor.

Ritmos y ambientes que se aprecian en esta pieza ochentera del historiador vasco, desde la sección. Usando la cubierta inclinada a un agua, para expandir la nube de verdor manchego de la denostada airén, derramándose desde el cielo de la boca, albergándose bajo la lengua, donde nos transmite el poder de su elaboración con el cascajo fermentando en el paladar.

Sueño voluptuoso y febril, que pugna con la fabril y mecánica doble altura del vestibulum corrido, que como cadena de montaje engrana las piezas de este menor Fullaondo, albergando los paseos y recorridos distributivos a doble nivel.

Un recuerdo a los Five Architecs, Tchumi, Eisenman, que Fullaondo advierte en esta postmodernidad reconocible. Una “follie” del parque de La Villete (1982) en el parque del Torreón, un sueño prismático deconstruido, de un transversalizado a-tópico. Como el ya universal camaleón del pop, nos dejó su canto de cisme, proyectándose como Lazaro, en el futuro.

Vista del interior; fotografía de la monografía de Fullaondo.

Disfrutemos pues del juego sináptico matutino, de un cierto libertinaje neuronal, y creamos a los monstruos de la razón, que nos liberan del rigor euclidiano.

Espero haber insinuado caminos que trascienden la línea espacio temporal, y como un divertimento, aprender de nuestros sentidos, muy deformados por la carga histórica que filtra y polariza la realidad. Limpieza y sensualidad son necesarias para revisar y jugar con la arquitectura, y con la cercana imaginación.

Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez, entre sombras

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