La arquitectura tiene un tiempo y un lugar, un espacio físico que la condiciona y que puede ser elemento de inspiración y definición de sus formas.
Fisac realizó en los años sesenta dos obras en Cuenca que son buenos ejemplos de esta dinámica.
La ironía como argumento.
En 1962 recibe el encargo de la realización de la Casa de Cultura de Cuenca. La zona para el nuevo proyecto es un solar en un ámbito de nuevo desarrollo de la ciudad. Una zona que no le gusta a Fisac que querría haber podido realizar su proyecto en algún espacio de la ciudad histórica. Y cuando el proyecto se presenta en la Revista nacional de Arquitectura lo hace con un dibujo inicial de las Casas Colgadas.
Sin embargo, su respuesta al lugar anodino y sin condicionantes es rotunda: “Se procura en este edificio que su construcción responda al momento actual que vivimos, a la situación industrial de la construcción, a las posibilidades económicas de las entidades que lo financian y a la expresividad plástica que ha de tener un edificio de esta clase. Se procura una máxima honradez de estas características que antes señalamos, que nos distancian de la artificiosa idea de crear un edificio de efectos plásticos sorprendentes a los que hoy no podemos aspirar dada la situación de nuestra industria, ni tampoco dejarnos arrastrar por la rutina de los edificios de concepción anticuada.
De otra parte, la auténtica tradición arquitectónica de la ciudad en donde ha de estar enclavado este edificio nos obliga, también, a repasar una posible armonía con la arquitectura conquense de otras épocas.
Es una pena que una concepción ramplona de un urbanismo trasnochado no nos haga posible jugar con la adaptación al terreno de tan gloriosa tradición en Cuenca, teniendo que someternos a la vulgar ubicación del edificio en un solar plano entre calles que nos impone la urbanización del solar de que disponemos”.
La respuesta del proyecto es la de una arquitectura de calidad, con una planta que, sin embargo, no tiene la habilidad que estaba presente en la distribución de la Casa de Cultura de Ciudad Real, pero que introduce una propuesta cualificada en un entorno con valores inexistentes.
“Sólo como rebeldía a esta inadmisible concepción, nos ha parecido oportuno presentar más como un recuerdo simbólico que como una realidad necesaria, una zona colgada en la planta cuarta, que se destina a Centro de estudios conquenses. Este recuerdo unido al uso de mampostería a la manera local nos da los puntos de enlace con un edificio en que la disposición de la luz, en cerramientos trasparentes y traslúcidos y la disposición de paramentos opacos en las zonas convenientes forma y componen todo el conjunto general del edificio”.
Este distanciamiento irónico está presente en otros proyectos de Fisac como en la rehabilitación del teatro municipal de Almagro, proyecto del arquitecto Cirilo Vara. Fisac, que no ha tenido acceso al proyecto de Vara y al que minusvalora en sus comentarios, dice, cuando asume la rehabilitación: “No merece la pena restaurar esta pieza con gran rigor histórico, que por otra parte es vulgar y de serie. Pero sí se presta a realizar una recreación desenfadada e irónica, sin pasarse, que pueda ser marco adecuado para representaciones teatrales de tipo convencional. Y que pueda complementar perfectamente el marco clásico-popular del Corral de Comedias”. Probablemente los colores de la fachada, en el momento de la rehabilitación, estaban en ese límite de la ironía traspasada.
El lugar como definición de la nueva arquitectura.
La obra de la Casa de Cultura se terminaba en 1965 y al año siguiente el alcalde de Cuenca encargaba a Miguel Fisac un estudio para un auditorio en la hoz del Huécar. Una antigua cantera abandonada en un espacio privilegiado que había sido lugar de una cementera. Y Fisac realiza una curiosa propuesta con una breve Memoria y un conjunto de planos esquemáticos. (En la documentación se confunden en ocasiones Huécar y Júcar, pero el proyecto se refiere a la hoz del Huécar).
“Existe en esta Hoz un lugar de unas condiciones naturales excepcionalmente favorables tanto desde un punto de vista topográfico como acústico para la adaptación de un auditorium con un gran escenario natural en la Hoz del Huécar.
Este auditorium tiene una pendiente natural que, como puede apreciarse en la sección longitudinal que se acompaña, corresponde sensiblemente con la curva óptica de una sala de espectáculos en que se podrían acomodar unos diez mil espectadores, con un escenario de sesenta metros de longitud por cuarenta y cinco metros de anchura” (Suponemos que debería decir mil, no diez mil).
“En la primera etapa se plantea la construcción de accesos rodados hasta la llegada anterior y posterior del auditorio, un muro de contención y un arreglo del terreno para la construcción del escenario; foso de orquesta y graderíos de hormigón prefabricado con los terraplenados y desmontes necesarios para la adaptación del terreno a la curva óptica”.
La segunda etapa la constituiría una cubierta colgada con cables postensados de acero, con la construcción de sus anclajes correspondientes en las rocas laterales y la colocación, sobre estos cables colgantes, de una cubierta forjada de madera y material bituminoso impermeabilizante”.
“Con la primera etapa de construcción es ya posible la utilización el auditorium, como de forma similar se hace en los teatros griegos y en otras grandes salas naturales, como las que existen en la zona del Colorado, en EE.UU. Sin embargo, la solución cubierta es más confortables, aunque, naturalmente más cara”.
Una interesante propuesta en la que el lugar es el definidor del proyecto que se realiza con una mínima intervención aprovechando sus condiciones y la belleza de la excavación realizada en la caliza de la montaña.
El proyecto no se desarrolló y años después José María García de Paredes realizaba el proyecto para el auditorio en la hoz del Huécar que terminarían Ángela García de Paredes e Ignacio Pedrosa en 1994. Una integración en el lugar realizada con cuidado y una adecuación especial al entorno.
Diego Peris, doctor arquitecto.
El autor preside actualmente la Fundación Miguel Fisac