Subsistir al construir. Construcción vernácula. [Natalia Mora Priego]

Forest. 1954. Ryuichi Yamashiro.

Me ocurre algo a menudo. Siempre. Casi siempre. Al enfrentarme a un nuevo tema, al pensar en una nueva idea, sufro la tentación de buscar el significado etimológico del concepto que lo define. Algunas dirán que se trata de una costumbre arcaica, pero al final, sucumbo.

Resulta que vernácula, vernácula, “vernácula”, tiene una procedencia etimológica del latín “vernacŭlus” (nacido en la casa de uno*, y proviene de “vern”: un esclavo* nacido en casa del amo*)

*en estos términos no se permite la dualidad de género o/a, porque en la referencia etimológica referida al contexto existía la imposibilidad de que la casa fuese de una (sujeto femenino).

Resulta también, que en su momento, el concepto es usado sobre todo para referirse al lenguaje (refiriéndose a la lengua materna del hablante como “vernácula”: nacido en casa de uno, nacido del útero de una). Curioso es, que durante siglos la lengua “no vernácula” más común sea el latín, lengua propia de los romanos. Se recomienda revisar “vernáculo” Fernando Lázaro Carreter (carta al director El País) 1994.

Fotografía de la exposición: “Architecture without architects” 1964, comisariada por Bernard Rudofsky. Archivo MOMA.

Érase una vez un tiempo en el que existía la arquitectura sin arquitectos, (o era al revés, ¿existían los arquitectos sin arquitectura?); así lo enuncia Bernard Rudofsky en su libro “Arquitectura sin arquitectos” publicado en 1964, tras su aclamada exposición en el MOMA, donde enuncia:

La historia de la arquitectura, tal como está escrita y enseñada en el mundo occidental, nunca se ha preocupado por más que unas pocas culturas selectas.

Gracias a este hecho, y el papel protagonista e influencia que siempre ha tenido EEUU en la cultura contemporánea, los 122 paneles que conformaban los ejemplos de arquitectura vernácula de más de 60 países hicieron las maletas y se incursionaron en las agendas culturales de museos de todo el mundo occidental. La cultura occidental iba a abrir un pequeño agujero por el que mirar de soslayo este tipo de arquitectura, ya superada por supuesto en occidente, mucho más pendiente de la herramienta y la técnica: la alteridad.

¿Podríamos entonces estar hablando de un intento de de-colonización de la cultura occidental? De-colonizar es un término de actualidad, que tiene un significado subjetivado por mi condición (como cualquier significado) de mirar al pasado para buscar el origen, y desechar aquello que no es propio sino impuesto. ¡Qué tarea tan ardua!

“Alteridad” cartel realizado por la autora.

Es razonable definir a la arquitectura vernácula como aquella arquitectura “propia” y “auténtica”, asociada a un determinado lugar. Nacida en una determinada región. Esta definición da pie a numerosos debates muy extensos para esta pequeña ventana de pensamiento. Qué se considera propio o auténtico y qué no se considera propio o auténtico de una región, ¿como cambiamos de “propio-sismos”? ¿El Alcázar se puede considerar “propio” o “auténtico” de la región en la que se enclava Toledo? Debate complejo.

Una construcción vernácula de nuestro tiempo serían las fronteras, por ejemplo.

Alcázar de Toledo (1860)

La arquitectura vernácula entendiendo el concepto de manera holística es la arquitectura de la necesidad.

Los materiales que emplea, por tanto son aquellos disponibles en el entorno próximo, la naturaleza, el medio.

Su forma es el fruto de la relación de la estructura con la gravedad, pasando por la técnica.

Las herramientas de construcción son sencillas y fabricadas de materiales del entorno, que configuran también sus límites.

Las inmensas diferencias y lejanía de nuestra manera de construir actual con aquella que estamos tratando aquí tienden a idealizar y ver con mirada romántica estas construcciones, cuando asistimos a ellas en latitudes lejanas. Se nos olvida que aquí, sí, aquí mismo, en las latitudes donde habitamos, esas construcciones fueron también “lo propio” y lo “auténtico” de otro tiempo, y que fueron “superadas” por el desarrollo occidental, derribándolas o abandonándolas por perseguir el progreso rápido y apresurado de nuestro hábitat.

La técnica es la suma de experiencias ancestrales heredadas y evolucionadas con el uso cotidiano de herramientas y procesos.

Los medios por los que la arquitectura se lleva a cabo (construcción) son limitados por el medio natural y artificial (los ingresos).

Lo material no limita estas construcciones; el capital no ejerce su presión sobre el material, ya que éste se obtiene de bienes naturales.

La arquitectura se levanta bajo el régimen de auto-construcción, que no es más que el obrero-propietario ejerciendo la figura de arquitecto y calculista.

La construcción y la belleza de esta arquitectura es un ensayo-error milenario.

Edificio de Toledo fotografiado por Aka Astrand (1962)

Las inmensas diferencias y lejanía de nuestra manera de construir actual con aquella que estamos tratando aquí tienden a idealizar y ver con mirada romántica estas construcciones, cuando asistimos a ellas en latitudes lejanas. Se nos olvida que aquí, sí, aquí mismo, en las latitudes donde habitamos, esas construcciones fueron también “lo propio” y lo “auténtico” de otro tiempo, y que fueron “superadas” por el desarrollo occidental, derribándolas o abandonándolas por perseguir el progreso rápido y apresurado de nuestro hábitat.

Natalia Mora Priego, arquitecta

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2 Comments

  • Vernáculo, propio, que buena forma de revisar el pasado, de enlazar el rormanticismo con el progreso, yo tambien comienzo un estudio con la etimología de las palabras. Está clara la definición de la arquitectura “sin arquitectos”, completa, aunque se podrían añadir matices evolutivos, de lenguajes cultos incorporados, y de mensajes ocultos en su escasa representatividad formal.
    Volver a reavivar estas construcciones es una batalla perdida en una comunidad ávida de “progreso”, de falso suburbio, de falsa ciudad. Y sin oficio y oficiales que la traten con tacto, solo nos queda admirar la ruina y la vuelta al barro de estas murallas. Me alegra el corazón que una compañera desvíe su mirada en estos olvidados testigos de nuestras infancias. Animo folkers

    • natalia

      Gracias por tus palabras Teo, la verdad que la dirección que nos indica el progreso rápido y tecnológico no permite la pausa y la mirada hacia el pasado, no resulta rentable en nuestro sistema. Pero hacerlo ya es un acto de rebeldía y resistencia. Seguimos en la batalla. Un abrazo.

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