Desde hace ya demasiado tiempo el urbanismo es incomprensible.
El equilibrio de las mejores ciudades del planeta responde siempre a diferentes modelos pero comparten todas una condición:
LA CLARIDAD
Empecemos por Venecia.
Una única decisión.
Calles navegables hasta la puerta de sus palacios y un transporte público y privado sobre el agua del mar, la convierten quizá en la más bella de las ciudades.
París con sus manzanas de viviendas rematadas por mansardas y sus avenidas alineadas en ejes impresionantes conviviendo con su río, incluso llegando con vehículos hasta él.
Londres, ciudad de ciudades, rodeada de parques, mostrando su silueta a ambos lados del Támesis y su baja altura en tantos lugares colocando preciosas piezas de arquitectura en un aparente descuido.
Roma y sus colinas construidas por arquitecturas homogéneas fondo de sus asombrosas iglesias y palacios.
Dehli, la antigua, con su desorden de casas apretadas y Dehli la Nueva basada en una geometría perfecta.
Podríamos seguir.
Hay tantas impresionantes…
El urbanismo, no puede ser el resultado de un orden parcial de suelos edificables.
Es agotador.
No puede ser por más tiempo, una secuencia de paquetes de viviendas standard, definidos por sus plantas, más ático, en grandes dosis.
Estamos tan acostumbrados a estos resultados que no concebimos nada nuevo.
Bloque, torre, manzana.
Bloque, torre, manzana.
Cuando estudiamos la historia de las ciudades, nunca pensamos en este tipo de parámetros.
En ese momento solo nos interesan los ríos, las colinas, los caminos, el sol.
Y cuando recordamos estas ciudades de nuestra memoria reconocemos en ellas una idea fundamental, una que permanece en la memoria.
A la espera de que vayamos cambiando las cosas podríamos hacer algunas propuestas.
Por ejemplo una:
TROCEAR EL URBANISMO.
Simplemente reducir las actuaciones haciendo todo más pequeño, más participativo.
En cualquier desarrollo en lugar de paquetes de 100 o 200 viviendas hacer actuaciones de 10, de 20.
Imaginemos la peor ciudad posible.
SESEÑA y sus más o menos 12.000 pisos y un solo arquitecto.
Un pobre siervo.
Imaginemos actuaciones de 20 unidades es decir, 600 estudios trabajando.
Sí señores, SEISCIENTOS.
Imaginemos la operación Campamento.
En lugar de grandes ACTUACIONES DE NUEVA PLANTA, ir al rescate de las maravillosas naves existentes, actuando en ellas e intercalando nuevas pequeñas piezas.
Imaginemos la operación Chamartín, nada menos que 2,66 millones de metros cuadrados por construir.
Así a ojo 26.600 viviendas o su proporción de oficinas.
¿Y si actuaran 1.000 estudios de arquitectura?
¿Cuál sería el resultado?
El social, lo conozco, muy bueno.
El arquitectónico…
Merecería la pena descubrirlo.
Una ciudad repartida, variada, delicada.
Como ocurre en Holanda, donde la escala de las intervenciones ha sido hasta ahora pequeña y extraordinariamente cuidadosa.
¡Hasta ahora!
Mucha arquitectura anónima de calidad.
Y claro, atendiendo a las preexistencias.
Naves, talleres, antiguos locales, edificios olvidados, todo vale, de todo se puede sacar partido.
Piensen en esto y recuerden la gran oportunidad que se puede perder.
Cuántas viviendas maravillosas aprovechando infraestructuras se pueden hacer.
Cuántos árboles que organicen senderos y calles no rectilíneas.
Tenemos el deber de imaginar mejor el futuro y también de repartirlo entre más gente.
Así de esta forma proponer una actitud nueva.
Juan Ignacio Mera, arquitecto
¿Y Toledo? ¿Qué me dice usted de Toledo?
¿De verdad piensas que Venecia, París, Lóndres, Roma o Delhi son fruto de una única decisión? Los arquitectos diseñamos objetos más o menos complejos, y en contadas ocasiones somos capaces de controlar su ejecución física, pero por suerte para todos no podemos diseñar objetos vivos.
MAGNIFICO. CASI POÉTICO. O TOTALMENTE POÉTICO. PORQUE HABLA DE URBANISMO, DE ARQUITECTURA, DE CIUDADES, DE OTRAS FORMAS DE ENTENDER LAS VIVIENDAS, LOS BARRIOS. lOS EDIFICIOS Y LOS BARRIOS HABLAN. TIENEN VOZ PROPIA. ¿QUE ES ESO, SINO POESÍA?
FRANCAMENTE BUENO!