Una exposición sobre Juanelo Turriano en …….. Cremona [Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo]

1 Introdución


A finales de octubre del pasado año tuve la oportunidad de ir a Cremona y disfrutar visitando muchos de sus edificios monumentales, pero lo que más satisfacción me produjo fue conocer mejor la figura de Juanelo y de otros sabios del Renacimiento que tantos avances tecnológicos y conocimientos aportaron a la sociedad de esa época y, por tanto, a nuestra cultura.

En 2015, cuando nos encargaron la redacción del artículo para el catálogo de la exposición (Janello Torriani. Genio del Rinascimento), supe que el alcalde de Cremona había ofrecido, a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y al ayuntamiento de Toledo, su colaboración para traer la muestra a esta ciudad. Y me ilusioné con la posibilidad de que en Toledo se tuviera la oportunidad de conocer mejor a ese genio del Renacimiento que tanto le aportó en su día y con quien esta ciudad se encuentra en deuda. Pero mis ilusiones se vinieron abajo cuando, por boca del propio alcalde de Cremona, conocí que esa magnífica exposición, montada bajo la dirección de Cristiano Zanetti y Cinzia Galli, no vendría a Toledo porque nuestras administraciones no habían mostrado suficiente interés.

Esto ha hecho preguntarme si Toledo anda sobrada de exposiciones interesantes o si es que la de Juanelo resulta de escasa importancia o menor interés cultural que las que se están montando. Habiendo conocido la de Juanelo y muchas de las que se están inaugurando en Toledo en los últimos años, no me cabe ninguna duda de que la exposición sobre Juanelo merecía haber venido a esta ciudad.

Este artículo, que he elaborado junto con mi compañero Alejandro Vicente, es una pequeña contribución al homenaje que la ciudad de Cremona ha hecho a uno de sus hijos más ilustres, entre los que también se encuentran el traductor medieval Gerardo de Cremona, el fabricante de violines Antonio Stradivari o el compositor Claudio Monteverdi. Y en la visita a esa ciudad me resultó sorprendente comprobar que consideran que Toledo también es la ciudad de Juanelo.

Prólogo de J. M. Rojas

 

2 Aportación de la arqueología al conocimiento del “Artificio de Juanelo”

El artículo que presentamos a continuación fue publicado en el catálogo de la exposición Janello Torriani. Genio del Rinascimento, que tuvo lugar en Cremona (Italia) entre 10 de septiembre de 2016 y el 29 de enero de 2017

El empleo de la metodología arqueológica a veces es necesario para conocer hechos sucedidos en épocas recientes. Todavía hay quienes se extrañan de que se realicen trabajos arqueológicos en lugares o edificios de una época histórica sobre los que pueden existir muchos textos que los describan, sin embargo, las investigaciones arqueológicas suelen demostrar que no estaba todo escrito o que lo escrito se había interpretado mal. Algo así es lo que ha sucedido con el Artificio o “Ingenio” de Juanelo, ya que, los estudios arqueológicos han ayudado a definir cómo era su estructura y su trazado desde el río Tajo hasta el Alcázar de Toledo y, de paso, desmontar errores de interpretación sobre el edificio de elevación del agua.

Los descubrimientos arqueológicos sobre el Artificio se han realizado en intervenciones diferentes. La primera de ellas en 1993, cuando en las obras de construcción de la residencia universitaria Tomás y Valiente, situada entre la calle Miguel de Cervantes y la calle Unión, pudimos documentar la existencia de varios muros que se apoyaban sobre la roca de la empinada ladera que hay entre el río y el Alcázar. Se trataba de varios restos de muros que tenían el paramento oriental (la cara que daba hacia abajo de la ladera) bien terminado, mientras que el oeste parecía estar inacabado. A estos aspectos tan insólitos se le unían otros que le hacían más interesante, como que todos los muros se hallaban en el mismo eje de la ladera y que en varios de ellos se apreciaba claramente que estaban construidos en dos fases diferentes. El hecho de que fueran muros con un solo tramo recto, junto con la alineación que presentaban en el eje que une el lugar donde se realizaba la captación del agua en el Tajo y el torreón noreste del Alcázar, nos llevó a considerar que todas esas construcciones pertenecían a los bancales en los que se asentaban las estructuras del famoso “Ingenio” construido por Juanelo. Esto justificaba que los paramentos que se encontraban en el lado oeste de los muros parecieran estar inacabados, puesto que los construían sabiendo que iban a quedar tapados por las tierras de los bancales. Al igual que la razón de que los muros presentaran una segunda fase de construcción, que estaba unida a uno de los extremos del muro original, mostraba la evidencia de que se trataba de los bancales de sustentación del segundo “Artificio”, construido por Juanelo al lado del primero. Y otro dato interesante es que los muros presentaban distancias diferentes entre ellos (entre 4,5 y 6 m), coincidiendo las distancias más cortas con los espacios más empinados.

La segunda intervención arqueológica la realizamos, entre 2010 y 2011, por encargo de la Fundación Juanelo Turriano y  estuvo centrada en el estudio de la zona de los molinos, en la orilla del río, desde donde se hacía la captación de agua con el Artificio. El objetivo de esta intervención arqueológica era intentar obtener datos de las estructuras que todavía se conservan para completar los conocimientos que se tienen sobre el Artificio, basados exclusivamente en los textos históricos. En este sentido, conviene recordar que no se conocen ni planos ni textos de Juanelo y que la información existente es poco precisa, ya que se trata de descripciones muy parciales hechas por algunas personas de finales del siglo XVI y principios del XVII que tan sólo lo habían visto en alguna visita.

A nuestro juicio, los resultados arqueológicos se pueden calificar de importantes, pues han permitido conocer qué estructuras son las que construyó Juanelo y cuáles son las que existían antes, pero que reutilizó para su Artificio.

La investigación arqueológica desarrollada en las ruinas donde estuvo la captación del agua del río para el Artificio apenas ha supuesto la realización de trabajos de excavación, puesto que la mayor parte de las estructuras se encuentran al descubierto y el estudio debía centrarse en mediciones, descripción del tipo de estructuras, con sus características constructivas, la relación estratigráfica existente entre ellas, y la interpretación de su función y cronología, entre otros. Pero para llevar a cabo todas estas tareas era fundamental poder acceder a todos los lugares, y había bastantes zonas que se encontraban inaccesibles o que existía un alto grado de dificultad en su acceso. Uno de los lugares inaccesibles era el canal donde estuvo ubicada la noria que elevaba el agua del río, ya que aún sigue encauzando gran cantidad de agua. Pero era importante poder llegar hasta él para conocer sus características constructivas, por lo que fue necesario construir, temporalmente, un dique de tierra que cortara el paso del agua. Sin duda, el esfuerzo mereció la pena, pues su estudio aportó datos fundamentales para el conocimiento de la noria, tanto de sus dimensiones como de su cronología.

El estudio documental, que realizamos antes del inicio del trabajo arqueológico de campo, nos aportó una interesante información sobre la existencia de un azud que utilizaban los molinos hidráulicos del Barranchuelo, que fueron arrendados para la construcción de la captación de agua y de la rueda motriz del Artificio. Y entre todos los documentos que se conocen acerca de los gastos para materiales de construcción de la maquinaria del Artificio y de los edificios que lo cubrirían, no encontramos ningún dato que hiciera referencia al ingente gasto que supondría haber construido la estructura de la noria y de las arquerías que formaban el acueducto por el que transitaba el agua que elevaba la noria (a más de 20 m sobre el río) y que, supuestamente, era conducida hasta un depósito desde el que, según la teoría de Ladislao Reti, sería el punto de partida para ascenderla hasta el depósito situado en el Alcázar.

La observación de algunos detalles constructivos de los restos de la noria y su acueducto que se aprecian en las fotografías realizadas por Jean Laurent en 1858, junto con la noticia aportada por el geógrafo al-Idrisi en el siglo XII, en la que menciona una noria hidráulica que había aguas abajo del puente de Alcántara y que elevaba el agua a la altura del puente, nos hicieron pensar que esas estructuras podrían tener un origen andalusí y no del siglo XVI, como se venía afirmando.

Con el estudio arqueológico se ha podido demostrar que cuando Juanelo Turriano inició los trabajos de construcción de su famoso artificio ya existía en ese lugar la estructura de una gran noria construida, probablemente, durante el reinado de al-Mamun (siglo XI), además de varios molinos que habían adaptado los canales de la antigua noria y de su aliviadero para la instalación de los “rodeznos” que con la fuerza del agua hicieran mover las muelas o piedras de moler el trigo. Entre las estructuras pertenecientes a molinos se pudieron documentar varias que se adosan a los muros de la gran noria, que están construidas con aparejos cuya tipología es encuadrable entre los siglos XIII y XV, lo que no deja lugar a dudas de la anterioridad de la noria.

Si la hipótesis de Reti fuera acertada, supondría que Juanelo volvió a instalar una noria aprovechando la estructura en la que estuvo la medieval para elevar el agua a unos 20 metros de altura, mientras que la fuerza que hacía mover el mecanismo de cazos que ascendían el agua hasta el Alcázar debió estar instalado a la salida del canal aliviadero de la noria medieval que se había adaptado con un estrechamiento en forma de embudo, tal y como puede verse en el plano de Escosura y que se ha podido documentar durante la estudio arqueológico.

Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo, arqueólogo.

Alejandro Vicente Navarro, arqueólogo.

 

Los autores son los directores de los trabajos arqueológicos realizados en el Artificio de Juanelo

Nota: Las imágenes del artículo proceden de la exposición Janello Torriani. Genio del Rinascimento, en Cremona, y del propio autor de artículo.

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