Las papeletas estaban echadas para que el proyecto de Universidad Laboral en Toledo se hiciera en consonancia con los gustos historicistas que promovía la dictadura. ¿Cómo no construir en Toledo, símbolo de una hazaña militar casi única en la historia bélica de la humanidad, un edificio de trazas históricas? Se imponían las banderas victoriosas y sus arreboles al viento debían reflejarse en la arquitectura. Philip Johnson, defensor del “International Style” lo había expresado gráficamente: “Los monumentos perduran mucho más que las palabras. Las civilizaciones son recordadas por los edificios. No hay nada más importante que la arquitectura”. La Arquitectura ha representado tradicionalmente la identidad de una época, la concreción en piedra o ladrillo de una gran victoria o un gran acontecimiento. Los reyes católicos mandaron edificar el Monasterio de San Juan de los Reyes para conmemorar la batalla de Toro y significar su triunfo en la expulsión de los judíos. Carlos V mandó reedificar, sobre el antiguo Alcázar, uno de traza herreriana que anunciara su grandeza imperial y desactivara a los hipotéticos herederos de los rebeldes comuneros.
Pero, al contrario de lo que era razonable esperar en una ciudad con la trayectoria de Toledo, la construcción se sitúo en la modernidad. Nada de Historia, nada de mudéjar toledano, nada de neorenacentismo herreriano. El proyecto sería una obra de arquitectura, encuadrada de manera generica en el “International Style”. Moreno Barberá, el arquitecto, tal vez planteó a la Mutualidad de los Trabajadores y, probablemente, al propio ministro, Licinio de la Fuente, la conveniencia de que los hijos de los trabajadores recibieran formación en un centro abierto, trasparente y rodeado de jardines con especies autóctonas que no extrañaran a los alumnos. Tenían que sentirse como en el pueblo. Licinio, niño de pueblo (Noez), al fin y al cabo, se vería identificado con aquella propuesta, aún a su pesar, por no levantar en Toledo una edificación más acorde con la trayectoria histórica de la capital de su pueblo.
Por lo demás, el empleo de materiales humildes, el ladrillo, el hormigón, el hierro que abarataban la construcción hizo el resto. El proyecto de Universidades Laborales llegaba a su final. Los presupuestos de las Mutualidades no soportaban más inversiones en obra nueva. Bastante tenían con los gastos corrientes, muy generosos, de los Centros en funcionamiento. El arquitecto, por su parte, intuyó que tenía que construir en Toledo una obra moderna para añadir al variado catálogo arquitectónico de la ciudad. La construcción de Cheste era una buena referencia.
Había sido discípulo de Leopoldo Torres Balbás, ligado a la “Institución Libre de Enseñanza”, que defendía el aprendizaje en diálogo con y en la naturaleza. Por su estancia en Alemania conocía las orientaciones funcionales de la construcción nueva, según los preceptos más identificables de la Bauhaus. Probablemente sabía de las declaraciones de Lászlo Moholy-Nagy, quien había declarado, en 1923, cuando accedió a la dirección de la Bauhaus: “queremos una arquitectura clara, orgánica…. cuya lógica interna sea radiante y desnuda, liberada de artimañas y fachadas embusteras; queremos una arquitectura adaptada a nuestro mundo de máquinas, radios y automóviles rápidos, una arquitectura cuya función sea clara”.
La Institución Libre de Enseñanza, sus modelos pedagógicos combinados con los principios de la arquitectura racionalista contribuirían a la creación de un centro educativo singular, utilitario y lleno de luminosidad. Nuevos contenedores para nuevos trabajadores. Funcionalidad para una nueva cultura que despuntaba ya en los años setenta.
Su estilo se acomoda a lo que, en 1955, el propio Moreno Barberá había publicado en la revista “Informes de Construcción”, como bases fundamentales de su trabajo: lógica, claridad, estudio pormenorizado de la función del edificio y adecuación a las técnicas constructivas modernas. Sus obras ofrecen gran variedad de estilos como lo muestran el edificio Callao, el teatro Barceló o el antiguo Galerías Preciados, sin alterar las bellas proporciones de la arquitectura clásica. No le interesa la moda, sino su funcionalidad, aunque no desdeñe el impacto de las formas modernas.
Sobre estas bases planteará para Toledo un proyecto, ya ensayado en Cheste, que repetirá en las Palmas. Mediante la yuxtaposición de estructuras hexagonales se articula una red celular geométrica que puede adaptarse a cualquier actividad docente por muy diferente que sea. Sirve tanto para el programa educativo de su época como para cualquier otro de tiempos venideros. De ahí la polivalencia del centro. Importa crear un espacio propio donde desarrollar las habilidades técnicas y profesionales de los estudiantes, hijos de trabajadores, trasplantados de sus hábitats rurales.
La amplitud del suelo donde se construyen los centros permite crear un espacio diáfano de inteligencia y aprendizaje en el que las calles, con vegetación a los lados, sirven para desplazarse, pero, a su vez, como itinerarios de relación y contacto de la comunidad educativa. Debe parecerse a un pequeño pueblo donde todos se conocen, se ayudan y colaboran en un proyecto único. En estos años el de la España a la que le asalta la tecnocracia. Para forzar aún más su intencionalidad de claridad, los lugares de usos comunes, pasillos interiores, biblioteca, cafetería, se conciben como espacios trasparentes para que luz natural se imponga con sus variaciones horarias.
En una ciudad de arquitecturas superpuestas, de volúmenes y estilos diversos, aparecen por primera vez unas estructuras orgánicas y funcionales. Únicas en el panorama educativo de Toledo. Un modelo que debiera inspirar las edificaciones del sistema democrático en el que la educación y la formación deben ser tratadas como instrumentos estratégicos del desarrollo individual y colectivo.
Por su actualidad, singularidad, racionalidad y versatilidad tendría que integrarse en el Patrimonio Protegido de Toledo. “El espacio monumental – ha escrito Henri Lefebvre – ha ofrecido a cada miembro de una sociedad la imagen de su pertenencia, imagen de su rostro social, espejo colectivo más autentico que un espejo individualizado.”
La Arquitectura es una fabulosa narradora. Solo hay que escuchar lo que los edificios cuentan de sí mismos, de la época en que se construyeron y de las personas que los usaron.
Jesús Fuentes Lázaro
Las imágenes de la Universidad Laboral de Toledo son fotogramas del NO.DO
Buenos días que años aquellos que recuerdos.
Moholy Nagy nunca fue director de Bauhaus. Fue responsable del Vorkurs(Curso preparatorio) junto a Josef Albers desde 1923. De igual forma que la cita de Philip Johnson, responsable de la exposición de 1932, International style, lo deja descolocado, para su trayectoria posterior que desembocó en un Postmodernismo decorativo e insulso . Por lo demás en 2007, ya introduje en los registros de CLM de la Guía de arquitectura del SUDOE(Fundacion DOCOMOMO), la universidad laboral de Moreno Barbera como pieza destacada que escapaba de las simplificaciones del registro general DOCOMOMO de 1996. Me constan los empeños últimos por producir su inclusión dentro de los registros del DOCOMOMO ibérico ampliado en el espacio y en el tiempo. Tu mismo has publicado aquí tus capturas de los murales. El problema de su inclusión como Patrimonio Protegido de Toledo es similar al de tantas otras piezas de arquitectura contemporánea, valoradas pero no protegidas.
Agradezco tus correcciones. El objetivo de estos esfuerzos no consiste en conseguir la declaración de un edificio ya de por sí valioso, sino abrir el camino para el reconocimiento de la arquitectura contemporánea que valga la pena. Y lo mismo vale para la pintura, escultura, música, etc. Vivimos todavía por aquí con los modelos del pasado convertidos en frontera contra la modernidad. Gracias por los comentarios