En el colectivo Descalzos pensamos que, más allá de las normas y las sentencias judiciales, una ciudad tiene que proyectarse de alguna manera hacia el futuro para mantenerse viva, que con POM o sin POM es urgente y necesario un debate sobre Toledo, y que la mejor manera de alentar este debate es proponer ideas. En esas estamos.
Desde hace más de cincuenta años el futuro de Toledo ha estado ligado a la idea de crecimiento. Progresar era sinónimo de construir viviendas, crear puestos de trabajo, atraer actividad y población, multiplicar las infraestructuras …, pero ahora el crecimiento se ha detenido y algunos todavía no han sido capaces de reaccionar ante las nuevas circunstancias. La población de Toledo es hoy menor que la de 2012 y no tenemos motivos para pensar que la tendencia vaya a cambiar sustancialmente a medio plazo. Es la primera vez que esto ocurre en más de cincuenta años. ¿Es posible el progreso sin crecimiento o estamos condenados a seguir girando indefinidamente en el interior de una rueda para mantener viva la ilusión de un Toledo mejor?
Nosotros pensamos que nuestras condiciones de vida pueden mejorar sustancialmente sin necesidad de crecer, y sobre todo que la única manera de trabajar en la dirección correcta a favor de la ciudad es a partir de un reconocimiento certero de la realidad en la que nos encontramos, y esa realidad hoy incluye la estabilidad económica y demográfica. Pero no parece que nuestros representantes políticos piensen igual que nosotros, de otra forma no se entendería esa insistencia en presentarnos soluciones milagrosas tipo Puy de Fou para intentar mantener viva de forma cada vez más patética la ilusión del crecimiento continuo.
El progreso sin crecimiento es una oportunidad para reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra ciudad, para dejar de huir hacia adelante en una búsqueda permanentemente insatisfecha de nuevos barrios y nuevos paisajes mientras dejamos que se deterioren los barrios y los paisajes que nos han visto nacer, para dejar de ocupar sistemáticamente unos territorios cada vez más alejados mientras se vacían los centros que hemos construido durante generaciones.
El progreso sin crecimiento y la consiguiente mejora de la ciudad existente en lugar de la expansión territorial descontrolada que ha caracterizado la evolución urbana de Toledo durante los últimos cincuenta años debe ser el eje sobre el que asiente cualquier política urbanística, y cuanto antes asumamos las consecuencias prácticas de una estrategia que nos parece inevitable mucho mejor.¿Qué sentido tiene discutir dónde vamos a situar los nuevos suelos urbanizables cuando no tenemos motivos para pensar que el número de viviendas vaya a aumentar sustancialmente en Toledo durante los próximos años? La discusión no puede centrarse en cómo y dónde crecer, sino en cómo mejorar lo que tenemos.
Colectivo Descalzos