En esta segunda entrega sobre el Castillo de Garcimuñoz, como continuación del artículo del lunes pasado, dos opiniones sobre la rehabilitación de la fortaleza. La primera a cargo de José Rivero Serrano, bajo el título de “Garcimuñoz y el fantasma de la libertad“, y otra segunda escrita por los editores José Ramón González Cal y Joaquín López López, también con título: “Aroma formidable, a decoro castizo“.
Nota. La Asociación Infante Don Juan Manuel de Castillo de Garcimuñoz nos indica que podemos considerar “oficial” la web castillogarcimunoz.es, tanto para el municipio como para el castillo.
Garcimuñoz y el fantasma de la libertad
Al igual que el título de la buñueliana película El fantasma de la libertad, nos acogota entre la estirpe surreal de Buñuel y su instinto de anarco-conservador, para narrarnos algunas de las paradojas y sinsentidos del mundo moderno; algo parecido podríamos decir de la intervención de Izaskun Chinchilla en el conquense Castillo de Garcimuñoz, proyecto ganador del concurso de 2003, inventándose un antes y un después. Un caudal de imágenes de estirpe surreal y de naturaleza descoyuntada que se superponen aleatoriamente, pretenden erigirse en una suerte de sistema ortográfico en el páramo conquense de una población perdida.
Así la propia memoria del proyecto matiza con solemnidad ese carácter rector: Hemos diseñado algo que se parece a un sistema ortográfico. Pero una ortografía, podríamos preguntarnos, ¿para qué y cómo? Claro que una simple ortografía, por sí sola, no hace emerger texto alguno inteligible, al tratarse más de reglas que de contenidos; por ello hay Sistemas ortográficos que se asemejan a Sistemas caligráficos. Incluso, podríamos decir que un Proyecto no es un Sistema, aunque sea un Sistema ortográfico. Las razones que sigue aportando la autora en sus reflexiones, hace ver que al intervenir en un espacio constituido por multitud de fragmentos incompletos… las nuevas piezas arquitectónicas [que] son tan pequeñas y ligeras como los puntos y las comas de un texto. [Y] Su colocación contribuye a comprender el intrincado legado histórico.
Es decir todo el sistema ortográfico desplegado que explica la historia desde los puntos y comas, compone un proyecto completamente reversible, sin que se explique a estas alturas qué cosa es la Arquitectura reversible, ni a qué causa sirve. De un tiempo a esta parte surgen nuevos atributos adjetivos que califican la soledad de la Arquitectura o su fantasmal libertad con diferentes soportes y muletas. Así Arquitectura Potencial, Arquitectura Reversible, Arquitectura en el boudoir, Arquitectura sin atributos, Arquitectura sin arquitectos y puede que Arquitectura sin Arquitectura. Conocemos la reversibilidad de algunas prendas de vestir y de deporte, en aras del mejor aprovechamiento funcional o de cierta versatilidad formal. Pero todo ello, no deja de asemejarse a cierto carácter, más que temporal efímero, que se contradice con la voluntad de permanencia de lo construido. Por ello, desde esa radical libertad desplegada, puede confesarse que la intervención se asemeja más a un mobiliario adherido al inmueble que a una nueva construcción. Pura coherencia de lo móvil y de lo reversible. Por ello, llegamos al nudo de la cuestión: La arquitectura se comporta como un fantasma ‘sostenible’. O dicho en plata, la Arquitectura como fantasma aunque sea sostenible.
José Rivero Serrano, arquitecto.
Aroma formidable, a decoro castizo.
La arquitectura de Izaskun Chinchilla, formada en la Escuela de Madrid, apadrinada por el académico y catedrático Luis Fernández Galiano, apoyada en una escusada -hoy apropiada- identidad emprendedora de género y una gran capacidad intelectual para organizar seductores discursos teóricos, transita por terrenos ideológicos en búsqueda de nuevos campos muy fértiles para la fast-architetture, como la sostenibilidad, la ecología, lo digital, la reversibilidad, lo online y últimamente el reciclaje.
Sus dos únicas obras construidas publicadas, al margen de su profusa producción cool de instalaciones, decorados y happenings efímeros, son dos rehabilitaciones en Castilla-La Mancha: una Casa Solariega en Carmena y el Castillo de Garcimuñoz.
La obra de Garcimuñoz (157 hb) es un experimento (3 millones de €) que tiene como fin desde lo público salvar un pueblo olvidado, parte de esa España vacía, con el maná de la arquitectura milagrosa como atrayente del turismo cultural.
La mediateca pública (cine al aire libre, librería, cafetería, librería visual y librería de música), según la autora funciona como un ‘sistema ortográfico: las nuevas piezas arquitectónicas son tan pequeñas y ligeras como los puntos y las comas de un texto’. Nada más lejos de la realidad.
El resultado es una obra obesa, archi-adjetivada repleta de sufijos y prefijos que determinan y cualifican una profusa colección de sustantivos innecesarios, sin apenas verbos; lo que provoca el efecto contrario al de los pequeños signos mesurados del punto y la coma a los que se refiere la autora en la memoria del proyecto. Acaba en un discurso construido de exacerbada formalidad y color, un collage charanga de puntillas, farolillos, flecos, guirnaldas y lunares, a camino entre la atracción de feria y una falla sin sátira, ignífuga y accesible,que rememora todos los ingredientes de las populares verbenas castizas, aquí eso sí pasada por el tamiz de la erudición conceptual, llegándose a auto-proponer como dogmático instrumento de ‘alfabetización digital’.
Pretenciosa formalidad que en su última obra, ARCO 2016 f.1, muta y se adapta a unas circunstancias de aparente penuria al intercontextualizar, que diría Luis Racionero, formalmente imágenes de la anónima casa de vidrio f.2, en la utópica hippy Cristiania en Copenhague. La casa de Cristiania es el resultado de un pensamiento socialista y utópico nacido de la escasez, el ingenio y la necesidad, adaptada al habitar libertario y pacifista, del que la autora, en una perversión ideológica, se sirve para revestir y aromatizar de pobreza la sala VIP del más alto establishment cultural de Madrid, igual al Madrid burgués que describe la berlanguiana Plácido.
Hoy las formas han sustituido al fondo de las cosas, la apariencia al contenido, lo superficial a lo profundo. Son éstas, obras reflejo de una sociedad carente de ideología y principios, que en su decaer tardo capitalista incorporan al proceso productivo cualquier imagen y consumen sus propios demonios en formas que lavan su conciencia.
Obras que representan a una neo burguesía perfumada de un empacho inútil de formas y colores que tiene su origen en el ecléctico costumbrismo churrigueresco español, en la arquitectura de género chico, zarzuelera, hoy trufada en su argumentario teórico por el despliegue exacerbado de nuevas herramientas y sus correspondientes palabros digitales como: copy&paste, pixelizado, crowfunding, co-working, engagement, …
José Ramón González Cal y Joaquín López López, arquitectos.
Sobre la rehabilitación del Castillo de Garcimuñoz (I)
Quizás la definición precisa sea arquitectura efímera, pero cuatro millones de euros de dinero público pueden tener ese calificativo….
De la rehabilitación (o así) del castillo de Matrera dije:
“Eso sí, lo del castillo de Matrera me parece un horror”
Ahora carezco de palabras para dar a entender la repulsión que me produce lo que se ha hecho en Castillo de Garcimuñoz, empezando porque dilapidar de esa forma 4.000.000 (o sea, cuatro millones) de euros de nuestros impuestos me parece un delito de malversación de fondos públicos.
Vamos, que en Soto del Real los hay por menos.