En este mismo espacio ya nos hemos ocupado de los movimientos migratorios contemporáneos y su comprensión desde una visión postvisigotista –véase en Hombre de Palo: Los nuevos ´bárbaros”-. El académico y escritor Arturo Pérez Reverte se ocupó también del fenómeno con una visión excesivamente tópica y desfasada en su columna en XLSemanal, del 13 de septiembre de 2015, y se reafirma en sus argumentos en un tweet con motivo de los atentados de Bruselas del pasado mes de Marzo (No es mal día para recordar esto perezreverte.com/articulo/paten. Arturo Pérez-Reverte @perezreverte 22 de marzo de 2016), en el que remite de nuevo a su columna. La descripción que realiza el escritor de la migración goda desde el Danubio hasta occidente se realiza bajo el tópico de la “invasión” y concluye de forma lapidaria que en menos de un siglo: “liquidaron lo que quedaba del Imperio romano”. Esta visión no se corresponde en absoluto con la realidad histórica y arqueológica. Es claro que el insigne académico no ha leído nada de todo lo que se ha escrito sobre los godos en el último medio siglo y su fuente directa o indirecta parece ser The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, de Edgard Gibbon, escrita a finales del siglo XVIII o la que vemos reflejada en los cuadros y grabados del XIX con una visión tópica del bárbaro como invasor salvaje y destructor. Desgraciadamente, creo que no le interesa acercarse a los acontecimientos del pasado, sino que realiza una lectura desde su visión antropológica del presente.
Por otro lado, Reverte da una visión de los godos estrictamente desde la óptica romana. El Imperio en su expansión hacia Oriente genera problemas que luego se volverán contra él. Si analizamos los acontecimientos desde el otro lado, la visión de los godos, la lectura de los acontecimientos que dan lugar a la Guerra Gótica -376-382 d.C.- será muy diferente. Éstos llegaron a los limites del Imperio, al Sur del Danubio, a Moesia (actuales Bulgaria y Serbia), huyendo de los hunos, es decir como “refugiados”. Valente autorizó su instalación para aprovecharse de su fuerza numérica en el ejército imperial y la selección que se hizo resultó brutal, ya que sólo se permitió pasar a los más fuertes, dejando a los más débiles a merced de los hunos, y obligando a esclavizar a mujeres y niños a cambio de alimentos –perros-. Además, Valente incumplió su palabra de proporcionar sustento a los emigrados, no sólo godos, sino también otros pueblos del Este de Europa, lo que les obligó a una larga marcha hasta Marcianapólis -actual Devnja, Bulgaria-, en la que fallecieron de frío e inanición miles de refugiados. Una vez allí, se les negaron los alimentos prometidos y el comes Lupicino intentó asesinar a los líderes godos en el transcurso de un banquete. Todo esto llevo a una rebelión abierta que acabó en la batalla de Adrianópolis (378), donde Valente encontró la muerte y el líder tervingio Fritigerno derrotó a un ejército romano clásico formado por unidades de infantería. La historia no se escribe desde un punto de vista teatral o cinematográfico, de buenos y malos, pero no cabe duda de Valente es un protagonista que encarna todas las características del mal.
Los godos van a entrar en el territorio del Imperio, no como un pueblo invasor, sino como federados, es decir, es la propia Roma la que utiliza a los godos como fuerza de combate ante la ausencia de un ejército propio de ciudadanos romanos. De hecho, son los godos de Teodorico los que permiten que Flavio Aecio derrote al rey huno Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos del 451. En su deriva interpretativa nuestro académico traslada la instalación de los godos dentro de las fronteras de Imperio argumentando que, “antes y ahora no hay sitio para todos”. De nuevo un argumento falso, ya que la instalación de los visigodos en Aquitania Secunda se realizó mediante el sistema de la hospitalitas. Dicho sistema, cuyo origen se encuentra en la práctica legal romana, establecía un reparto de la tierra para los godos (hospes) y otra para los propietarios romanos (possessor). Las partes cedidas se denominaron sortes. Este reparto, que podría parecer injusto, se produjo en el contexto de tierras inexploradas y en un período de regresión demográfica. En Hispania, el problema fue aún menor, ya que se aprovecharon los grandes vacíos poblacionales de las grandes posesiones imperiales y de otros latifundistas para la instalación de los visigodos, lo que explica su concentración en el centro peninsular, como lo demuestra la concentración de necrópolis visigodas en este espacio -Al lector actual, quizás le venga a la mente los grandes espacios despoblados de nuestro país totalmente desaprovechados y sin futuro por la ausencia de personas-. Es cierto que la instalación de contingentes populares numerosos, que hablaban otra lengua y profesaban una religión distinta, generó conflictos, pero a la larga los godos olvidaron su lengua y hablaron latín, se convirtieron al catolicismo en el 589 d.C. y la propia iglesia hispana, con linajes familiares como los de Isidoro de Sevilla, claramente entroncados con el mundo romano, lideró el cambio de la construcción de un nuevo espacio político, donde cabían todos, los hispanorromanos y los godos. El Reino visigodo de Toledo es una nueva realidad política que vive un renacimiento cultural de excepcional importancia, sin el que hoy Europa no sería la realidad que nosotros conocemos, se logro conservar y trasmitir el legado del mundo clásico grecorromano que hoy en día forma parte de nuestra realidad cultural. Esta idea general entre los investigadores que nos dedicamos al estudio de la Antigüedad Tardía en Occidente, como bien definió nuestro colega Torres López en los años ochenta del pasado siglo XX: “…los grupos germánicos no eran ejércitos, sino pueblos en marcha en busca de tierras que habitar. No trataban los jefes germanos de convertir en súbditos suyos a los provinciales, ni intentaban fundar Estados mediante la destrucción territorial consciente del Imperio, sino de establecerse en éste, conservando la organización nacional propia, pero dentro de los límites políticos que el Imperio les señalara” Una visión muy diferente de la visión caótica que muchos quieren trasladar a nuestra realidad actual y, por el contrario, muy parecida a la que realmente vivimos de nuevo en la vieja Europa.
Por otro lado, no deja de ser paradójico como nuestro académico analice un mismo fenómeno, pero con dos lecturas diferentes. Nos referimos al “saqueo” de Roma por Alarico y al segundo “sacco” de Roma en el siglo XVI. El primero, llevado a cabo el 24 de agosto del 410, no fue realmente un “saqueo”, sino una acción testimonial de Alarico para escenificar que el Imperio ya no existía. El segundo “sacco” de Roma tuvo lugar el 6 de mayo de 1527 por las tropas imperiales de Carlos I, entre la que se encontraba un contingente español al mando de Alfonso de Ávalos. En esta ocasión, si ocurrió un verdadero saqueo de la ciudad a lo largo de tres días. Descrito así por nuestro querido académico: “…el ejército imperial (seis mil españoles que imagínenselos, diez mil alemanes puestos de cerveza hasta las trancas y marcando el paso de la oca, dos mil flamencos y otros tantos italianos hablando con su mamma por teléfono) tomó por asalto las murallas de Roma, hizo 40.000 muertos sin despeinarse y saqueó la ciudad durante meses. Y no colgaron al papa de una farola porque el vicario de Cristo, remangándose la sotana, corrió a refugiarse en el castillo de Sant’Angelo” (XLSemanal – 07/4/2014). Sorprende, que el primer “sacco” de Roma, que no fue tal, indigne al escritor y el segundo, que es vergonzoso, lo aborde de una manera laudatoria. En esto, Borges, que entendía mejor la Historia decía que los españoles eran el único pueblo que había saqueado dos veces Roma, haciendo a los españoles actuales herederos de los godos de Alarico.
La lectura simplista del pasado y su traslado sin más a las realidades del presente sirve para dar argumentos a los que quieres construir una nueva realidad política en Europa como es el caso de la creación de un nuevo “limes” –frontera- que impida el acceso a los nuevos “bárbaros” –refugiados-, cuando hace nada se celebraban los 25 años de la caída del muro de Berlín en 1989. Esa nueva frontera que vas desde Grecia hasta Finlandia, es un émulo de los que en su día los romanos levantaron en el Danubio, en el Rin y en Britania. Al lector, recordarle que los romanos abandonaron Britania a principios del siglo V d.C. Antes, Adriano mandó construir una muralla que llegó a tener 117 km de longitud y atravesaba la isla de Oeste a Este desde el fiordo de Solway, en el mar de Irlanda, hasta la desembocadura del río Tyne. Unos años más tarde, en el 142 Antonino, mandó construir otra muralla un poco más al Norte de la anterior, desde el estuario de Forth al estuario del Clyde –Ahora el Reino Unido quiere aislarse del continente-. Ninguna cumplió su objetivo, al igual que las fronteras del Danubio y del Rin, que no lograron que los bárbaros traspasasen sus límites, de forma pacífica como pueblos federados, o como el paso del Rín en la Navidad del 406 por los Suevos, Vándalos y Alanos aprovechando que éste se había helado. El lector será consciente de la imposibilidad de poner puertas al campo –Melilla, Frontera de EE.UU, Israel, etc.- y al académico decirle que el Imperio romano de Occidente desapareció más por causas internas, que por las externas. La corrupción de los gobernantes, el acaparamiento de riquezas por los poderosos y la caída en la esclavitud o semiesclavitud de sus ciudadanos, que dejaron de creer en él y se abrazaron a cualquier realidad nueva que sería mejor que la que vivían, como bien lo describió Salviano (De gubernatione Dei, V). ¿Les suena?
Jorge Morín de Pablos. Doctor arqueólogo
1A. Edgard Gibbon; B. The History of the Decline and Fall of the Roman Empire; C. Plano del Imperio Occidental, según Gibbon; D. Sólido de Valente.
2A. Los Hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos, Alphonse de Neuville; Atila y los hunos de Ulpiano Checa; C. El saqueo de Roma por Alarico, Sylvestre le Sac.
3A. Grabado con la entrada de Alarico en Roma. B. “Sacco” de Roma de1527, Johannes Lingelbach (s. XVII).
4.A. Mapa con el nuevo “limes” en Europa –Fuente El País Semanal-; B. Mapa con los “muros” de Adriano y Antonino; C. Limes germano; D. Limes danubiano.
5.A. Muro de Berlín, 1989; B. Valla de Melilla; C. Frontera EE.UU – Méjico; D. Muro Israel – Palestina.
A mi me parece interesante. Por un lado se defiende la causa goda, lo que me resulta interesante. Es cierto que los godos huían con lo puesto de los hunos, con sus familias, pero es innegable que con esas familias iban ejércitos. No se defiende el simplismo del “bueno” o “malo” sino que se hace patente la idea de la germanización del occidente romano. Las costumbres godas, con el tiempo, aún imbuidas en la civilización romana no dejaron de ser godas (un ejemplo de ello el gobierno del ostrogodo Teodorico en Italia, que dejó el poder civil en manos romanas y el militar en manos godas). El romanismo lo marca el carácter público del Estado, su estructura centralizada, un ejército profesional estable y las magistraturas. El reino godo no es diferente a lo que entendemos por germanismo: ley de costumbre, derecho privado, etc, etc…. Si bien los romanos no fueron almas de la caridad en Adrianopolis hay que señalar que no hacía ni 100 años que habían matado a Decio, hacía 100 años que habían reducido Atenas a cenizas en el año 267 d.C.. La germanización de Occidente se ve muy claro sobre todo cuando se compara al Occidente romano del siglo V con el Oriente romano de la misma época. El Imperio de Occidente más que caer se diluyó en su escructura, entre otras cosas pq los romanos empezaron a “germanizar” sus intereses (ejércitos privados, intereses privados por encima de los estatales, buenos ejemplos son Ricimero y demás fauna) como pero la puñalada final fue que estuvo en manos de los pueblos germanos (salvo en el gobierno de Mayoriano en el 457-461 d.C), que ponían y quitaban emperadores a su antojo las últimas 2 décadas. Tb destacan las diferencias religiosas. El pueblo godo era arriano en ese momento, el romano era niceano católico…con todo lo que ello comportaba. Todo ello es avalado pq los mismos problemas que atravesaba el Imperio Romano de Occidente, tb los sufría el Imperio Romano de Oriente, que logro sobrevivir, entre otras cosas pq dispuso de una triple muralla que ningún foederatii germano pudo abrir brecha. Todo ese rollo del mantenimiento de las estructuras es una filfa de primera división…y más cuando el Imperio Romano seguía en pie en Oriente. Los godos, hérulos, vándalos, burgundios y demás pidieron más de lo que El Imperio Romano de Occidente les pudo ofrecer (en territorio y riqueza). Los romanos orientales aprendieron bien la lección de lo que suponía germanizar el ejército….y así 15000 romanos contraatacaron comandados por Belisario en el año 534 para recuperar la cuna de la civilización romana. Cosa que consiguieron en el 536 con la reconquista de Roma (ayudados por la población local)….pero descubrieron por muchos motivos que ya Occidente no era como su mundo romano helénico oriental…. Occidente se había germanizado. Y eso es evidente. Los pueblos germanos no tuvieron siquiera moneda propia hasta bien entrado el siglo VI d.C.. Los germanos se sentaban en suelo romano a cambio de ser foederatii, pero a la hora de la verdad (como se demostró) lucharon por ellos, no por el Estado Romano. Todo ello no lo volvieron a repetir los romanos de Oriente., y por ello y por su triple muralla teodosiana sobrevivieron durante 1000 años más mientras en Occidente se abría paso el feudalismo socio-económico. Cosa que no pasaría en el Imperio Romano de Oriente, que no se germanizó, sino que se helenizó.
El 25 de Enero de 1898 hacia su entrada en la bahía de la Habana el USS Maine, cuyo “hundimiento” marcó el inicio de la Spanish-American War. Más de un siglo después el nuevo presidente de EE.UU ha firmado un decreto para construir un muro en la frontera con Méjico. Su propósito, impedir el paso de los indígenas americanos del sur a los territorios del Norte. Le vaticino su fracaso y en un tiempo no muy lejano, estos indígenas serán mayoría en los territorios del Norte y su lengua adoptiva, el español, será la mayoritaria. Espero y deseo que éstos construyan un nuevo EE.UU donde todos vivan en paz y prosperidad, donde la lengua no sea importante. Los arqueólogos del siglo XXII estudiarán los restos de otro muro, uno más, testimonio de un nuevo fracaso, el ignorar que la voluntad de los pueblos en busca de una vida mejor es incontenible. Sus ruinas, carentes de belleza alguna, serán ejemplo de ignorancia y estupidez, por qué solo el ignorante repite los fracasos. Su “América, first” será reemplazado por el lema original “E pluribus unum”.