Escultores toledanos III. Manuel Fuentes Lázaro [Antonio Sánchez-Horneros]

Foto de Yolanda Lancha en La Tribuna de Toledo

Su vida.

Desde sus primeros años en Toledo, ciudad en la que había nacido el 17 de noviembre de 1950, sintió una atracción por el lenguaje artístico. Quizá fruto de su trabajo como damasquinador, lo que exigía cierta destreza en el dibujo, nació su interés por la pintura. Recorrió, caballete en mano, diversos lugares de la ciudad. Emuló así a los pintores paisajistas y costumbristas toledanos que por aquellos años pintaban la ciudad de Toledo. Morera Garrido y Tomas Camarero le iniciaron en el color y a su lado aprendió a reconocer “el olor del aguarrás”, según sus propias palabras.

La búsqueda de un lenguaje expresivo artístico que colmara sus expectativas, le conduce a iniciar estudios en la Escuela de Artes de Toledo en la especialidad de forja y metalistería.

En 1970 trabaja en Madrid con el escultor Francisco Barón. A través de él toma contacto con el expresionismo abstracto y con la obra de Brancusi, Julio González  y Henri Moore. Aprende el trabajo de los metales y sus ensambles. A la vuelta de  una fracasada estancia en  Francia en busca del “Dorado Artístico” regresa a la Escuela de Artes de Toledo. Paco Rojas, Manuel Romero Carrión, Cruz Marcos y  Félix Villamor entre otros, le abren nuevas puertas expresivas. Alberto Sánchez, Oteiza, Chirino y Chillida forman parte de la búsqueda de un lenguaje artístico propio que tardará en madurar,” en romper el velo “, lo llamaba él.

Su carrera como escultor se inicia en 1972. Por estas fechas, aquél incipiente pintor, procedente de humilde familia, había tomado la decisión de alcanzar el cielo con su arte escultórico producto de “una fuerza imprecisa que me empuja”. Dijo Manuel.

Destaco en su trayectoria, solo a modo de ejemplo los premios Mariano Benlliure, Villa de Madrid 1996. El premio Castilla-La Mancha de la Bienal del Tajo, año 2000. Los premios Vitorio Macho de 2001 y 2003, de la ciudad de Palencia o el López Villaseñor en Ciudad Real de 2003.

Cuarenta años más tarde, sus esculturas habían viajado por toda España, Europa y América y había tenido una cosecha de 61 premios, lo que hace pensar que, al menos, sus participaciones  en concursos pudieran superar las 150. Lo que pone de manifiesto la ingente obra que pudo realizar tras de una jornada laboral completa en la Fábrica Nacional de Armas Santa Bárbara de Toledo.

El 20 de Abril de 2017, a consecuencia de una enfermedad, fallecía en la ciudad que le vio nacer.

Su pensamiento.

El escultor, lejos de considerar su extracción social una limitación, obtiene de ella su energía vital para luchar por una ilusión. Ser un reconocido artista. Las referencias sobre su vida interior, el monolito como conector de mundos, el tótem mágico, “Metáforas de universos ignorados”, “romper el velo”, aplicado aquí —en versión moderna del mito de Isis—, como la búsqueda del Yo. Todo ello, nos desvela un indudable interés por los principios herméticos. Buscador continuo de sí mismo, necesitó de una evolución constante de sus obras, que respiran los modelos de referencia admirados, para llegar a una expresión propia.

Al trabajo del material le aplica los conocimientos adquiridos de Paco Barón, Cruz Marcos, Félix Villamor o Chillida en la línea de trabajar en armonía con el material descubriendo su personalidad. Manifestaba Manuel “los materiales tienen leyes que no se pueden violentar, porque si lo intentas no consigues nada. Se convierte en una lucha estéril entre la materia y tu”.

Buscó el reconocimiento de su trabajo mediante la profusa participación en exposiciones y convocatorias. Cosechó el reconocimiento que necesitaba. Tanto su obra como sus actitudes personales hicieron siempre referencia a valores.

Conoció profundamente el comportamiento de los materiales, hierro, acero y bronce, consiguiendo perfectos acabados  en sus obras. Las obras manifiestan un importante dominio de la geometría y una constante búsqueda en el ámbito del expresionismo abstracto. Aunque el nombre de sus obras ícaros, oráculos, parábolas, eran insustanciales para él, no así el sentido poético de que las dotaba. Siempre pensó que la escultura expresaría el sentido íntimo que las creó.

Su pasión por el arte no le limitó a la creación artística personal, también participó en proyectos colectivos sobre la renovación de las artes plásticas. Tuvo presencia en el homenaje colectivo a Alberto en 1995 en el que aportó dos esculturas. Participó de forma destacada en el homenaje al Greco con motivo del cuarto centenario de su muerte. Exposición celebrada en el Circulo de Arte titulada “Visión inédita y modernidad en la obra del Greco”. Se integró en  el Círculo de Arte y firmó el manifiesto en 2015 para la creación de un Centro de Arte Contemporáneo en Castilla-La Mancha. 

Fotografía del autor del artículo en el taller del artista.

Su obra.

Trabajó en hierro, bronce, acero y madera. Sus procedimientos de gran elaboración se iniciaban con sus dibujos y maquetas para definir las piezas finales en hierro o acero que en el camino sufrían importantes variaciones hasta su total acabado.

Las temáticas que se han manifestado en sus grandes exposiciones —Galería Armas 2010, 20 años de escultura en el Centro Cultural San Marcos en 2013 y el homenaje póstumo, Memoria, en septiembre 2019 en el Centro Cultural San Marcos— tienen tres ejes fundamentales. La verticalidad, manifestada en monolitos, estelas, ídolos, elementos todos ellos a modo de diálogo entre la tierra y el cielo. La geometría, desarrollada en piezas abstractas, círculos con sectores superpuestos, volúmenes expresionistas con base geométrica. La investigación espacial, definiciones del espacio por omisión, vacíos o por acción, materia-volumen que expresa en piezas influenciadas por Oteiza y Chillida.

Fotografía del autor del artículo en el taller del artista.

Mi visita a su estudio, acompañado de Laura Fuentes, su hija, me puso frente a frente con una realidad creativa que no había presentado en sus exposiciones, y que probablemente el mismo no prestó demasiado interés, quizá por resultarles piezas familiares.

Vemos a través de estas piezas una inspiración genuina basada en su experiencia y sus conocimientos específicos sobre mecánica. A través de la observación de estas piezas se pueden adivinar sus ancestros mecánicos, volantes, excéntricas, bielas y engranajes a los que quiso darles una nueva vida por medio de la creación artística.

Foto del autor del artículo en el taller del artista.

Epílogo

Nos hemos perdido seguramente la fase creativa más interesante de Manuel Fuentes Lázaro  —Isis desnuda de su último velo—. El encuentro con su inspiración se había producido. Convertido por obra de su esforzado empeño en un verdadero Titán, que como ellos pudo alcanzar el cielo, la naturaleza le negó el último secreto. Pero la historia le ha reservado un lugar en la escultura contemporánea para disfrute de todos nosotros.

Antonio Sánchez-Horneros, arquitecto.


Agradecimientos

Agradecimientos a Jesús Fuentes Lázaro, José Luis Fuentes Lázaro, Laura Fuentes y Fernando Sordo sin cuyo su concurso no hubiera sido posible este artículo.

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