Alberto no era TTV (de Toledo de toda la vida) [Félix Fuentes Cruz]

La perdiz del Cáucaso de Alberto Sánchez coronando el Alcázar.

Algunos creemos que Alberto Sánchez es mucho más que una sola escultura (por mucho que mire al cielo) y muchísimo más que un escultor “toledano” (con esa tendencia que hay en la capital de apropiarse para si de todo lo bueno de esta región).

Nuestro republicano universal ejerció toda su vida de “español” y así se le apodaba durante su exilio en Rusia. Precursor de la Primera Escuela de Vallecas (que como todo el mundo sabe, no está en Toledo).

Nacer en la Ciudad Imperial y ejercer de panadero fue solo un hecho circunstancial en su vida familiar y profesional. Alberto quiso a Toledo; pero Toledo, nunca quiso a Alberto. A pesar de su españolismo, el régimen franquista nunca quiso reconocerle como una de las referencias artísticas de este país.

Cabría recordar su última y fría etapa, en la que pudo abrir el panorama cultural de los tímidos años cincuenta hispanos, pero solo pudieron disfrutar de su ingenio algunos moscovitas. Durante 1957 viaja a Pekín con Luis Lacasa y trabaja como asesor en la película de Kozintsev “Don Quijote”. En 1958 realiza los decorados de “La casa de Bernarda Alba” de Lorca, para el Teatro Stanislavsky. En 1959 expone su obra escenográfica en el local de la Unión de Pintores, Escultores y Escenógrafos de Moscú. En 1962, muere y es enterrado en el cementerio de Viedenskoye, algo alejado de su tierra natal toledana

Era un hombre que frecuentaba las malas compañías de gente como Picasso, Alberti o Benjamín Palencia. Jamás volvió a España y solo algunos culturetas de la dictadura se atrevían a reconocer (en privado) que conocían y que incluso les gustaba la obra de Alberto Sánchez, que en aquellos años se encontraba repartida por almacenes, trasteros y colecciones muy particulares, a la espera de tiempos mejores.

Arriba, el toro de Alberto ocupa Zocodover. Abajo, el toro en la plaza de San Vicente y la perdiz de Cáucaso cerca del Tajo.

Hubo que esperar al año 2001 para que su tierra, nuestra tierra, realizase la primera gran exposición de Alberto Sánchez. Hubo que esperar demasiado para realizar un gran proyecto expositivo de la JCCM donde se reivindicara la figura de Alberto.

Pero aquello, fue flor de un día; como lo fue la presencia destacada de Alberto en el flamante museo de Arte Contemporáneo inaugurado en Toledo en 1975 y cerrado poco después.

La propuesta arquitectónica del grupo Cosido incluía el claustro como espacio expositivo.

Ahora, con el hallazgo del original de la escultura El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella”, la toledanía tiene una nueva oportunidad de poner a Alberto en el máximo lugar de una ciudad acostumbrada a quedarse con todo lo que le conviene.

Si es vuestro, tratadle como tal y dadle los honores civiles, militares e incluso religiosos que merece la figura del “panadero”.

Desde esta tribuna de Hombre de Palo, me atrevo a presentaros algunas propuestas –tal vez atrevidas- pero siempre desde el respeto a la ciudad que le vio nacer, pero no le vio morir.

Félix Fuentes Cruz. Investigador


NOTA DEL AUTOR: Gracias a los editores de Hombre de Palo por hacerme un hueco en su espacio de expresión.


Los otros dos artículos de esta inocente trilogía.

LA ESCULTURA DE ALBERTO, RECUPERADA, VENDRÁ A TOLEDO.

ESTE ES EL DOCUMENTO QUE MILAGROS TOLÓN HA LLEVADO A MADRID

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3 Comments

  • La perdiz, tanto del Cáucaso como la roja (Alectoris chukar y Alectoris rufa), es una de las aves más bellas que nos podemos encontrar en la meseta hispánica. Su plumaje y colorido, su rusticidad, su exquisitez al paladar, su reclamo trisilábico (ka-chu-chu). Bien merecen un monumento en la capital castellano-manchega, más aun en un mal momento para su población, diezmada por la agricultura intensiva y la sobreexplotación, y tipos de cultivos.
    Que mejor recuerdo, el de Alberto, para apostarla sobre alguna colina o promontorio en la capital. Nos hermanaría con el mundo euroasiático, el hombre caucásico, ¿no procedemos de él?, (al final siempre buscando nuestro origen, quienes somos). La tolerante ciudad de las tres culturas, amansaría a los señores de la guerra actual???
    Pero en estas bellas composiciones tauro-avícolas, se pueden recorrer los portentosos vuelos de la esquiva patirroja entre callejones o adarves, en lances similares a los pamplonicas, aludiendo a la tierra. Coronando el “skyline” de Toletum, altiva, otea su horizonte infinito, “non plus ultra”, después de las esencias albertianas, poco más.

  • JOSÉ RIVERO SERRANO

    Alberto Sánchez: una coda.

    En 1980, en el número 3 de la revista de Estudios de Castilla-la Mancha, Almud, Jaime Brihuega –a la sazón profesor de Historia del Arte en el Colegio Universitario de Ciudad Real–, publicaba un trabajo si no seminal si pionero sobre Alberto Sánchez, La harina mágica del toledano Alberto. La primera particularidad era la de cierta restitución historiográfica de Alberto, tras la exposición de 1970 en el MEAC de Madrid. Así, exponía Brihuega. “No hay mayor justicia para los albertos que reinscrustarlos en la historia, arrebatarlos a los apologetas y a los sordos, desnudarlos de demagogias y nostalgias, sustraerlos de las delicuescencia de los cultos y de las cajas registradoras de los marchantes”. Brihuega en esos años estaba desarrollando su trabajo de tesis sobre Las vanguardias Artísticas en España que acabaría publicando en forma de dos libros en años posteriores, antes de llegar a la Dirección General de Bellas Artes, con el ministro de Cultura Jorge Semprún.
    La segunda particularidad de La harina mágica… es que ese trabajo había sido inicialmente propuesto –como parecía, lógico– para su publicación en el IPIET toledano y que había merecido el rechazo de sus directivos y capitostes, cancelando su publicación en imprentas toledanas. Por lo que de rebote, el trabajo llegó a la redacción de Almud que lo acogió complacida y lo incluyó –otra casualidad– junto a una magna entrevista con Pepe Ortega. Y todo ello –el rechazo del mandarinato toledano en ¡1980!, diez años después del trabajo de José María Moreno Galván en Triunfo, Redescubrimiento de un escultor –, y todo ello a pesar de que Brihuega enhebraba lazos afectivos y materiales: “Efectivamente, Toledo y Alberto no forman una unidad casual ni un accidente de esos que la emigración suele borrar con amargura. Las tierras toledanas fueron para el escultor una impronta imborrable que le acompañó hasta las raíces del árbol que corona su tumba en el cementerio de Viedenskoye, una especie de edad primigenia de la que solían salir las imágenes o los recuerdos que, tarde o temprano se entremezclaban con las formas de sus obras”.

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