Urbanismo de Toledo. Una alternativa razonada al modelo PERALEDA [Joaquín López, José Ramón Cal]

Toledo, vegas inundables. Tramo ES030_21_06_01. www.chtajo.es

En un momento en el que la ciudad tiene que reflexionar sobre los logros conseguidos como ciudad de valores singulares que le da su incalculable herencia acumulada a lo largo de los siglos, identidad que hoy es un valor tangible y se ha convertido en el último siglo en el gran atractivo y motor económico de la ciudad; Hombre de Palo en su compromiso continuo de re-pensar una ciudad mejor, quiere profundizar en cómo superar y progresar  en el concepto de `ciudad única´ alejada de los estereotipos de la globalización.

Hoy ya somos conscientes de que la ciudad es algo más que sus monumentos, que más allá de las murallas el territorio esconde incalculables bienes tangibles e intangibles. En unos casos son una fortuna a la espera de ser descubierta y en otros a la de ser reparada. Las vegas, los cigarrales, los barrios, y por extensión sus habitantes – vecinos y viajeros – pueden y deben ser los protagonistas de un nuevo modelo de ciudad.

   1. El río Tajo, hoy deshidratado, es el fundamento de la ciudad. La geografía ha sido determinante en la ciudad desde el paleolítico a nuestros días. El Tajo divide el territorio: al norte la meseta de la Sagra, al sur el macizo rocoso, al este y oeste las vegas. El peñón, el río, el vado y las vegas Alta y Baja separadas por el camino hacia el norte, hacia Madrid, estructuran y explican la identidad de la ciudad y deben ser la partitura de su desarrollo.

    2. Las Vegas. Ocupan el 20% del territorio del término municipal. Aún hoy es fácil observar, desde lo alto del Miradero o desde el cerro de Virgen de Gracia, y comprender el carácter de estos lugares, paisaje histórico productivo modelado por el hombre a través del tiempo. En Toledo la naturaleza antropizada llega hasta los pies de la muralla medieval, un caso excepcional y único que debemos conservar.

   3. El Casco Histórico. Hasta mediados del siglo XX la población se había concentrado murallas adentro, en el peñón medieval. En lo alto desde la fundación de la civitas romana hace 2.000 años convivieron los usos domésticos -la vivienda- y los centros de poder y gobierno, la Iglesia y el Estado; los edificios privados y los públicos.  Las vegas, extramuros, permanecieron libres salpicadas de los usos de ocio, recreo y productivos.

   4. Los barrios. El primer ensanche de la ciudad serán los bloques de la Reconquista (1950), que toman como referencia el patio palaciego del vecino Hospital Tavera. Luego vendrá la anárquica Santa Bárbara (1960), más tarde (1970) el tecnócrata Polígono, con la ciudad democrática (1980) llegarán Buenavista y avenida de Europa, al tiempo que se desalojaba el centro histórico, surgían a golpe de recalificación las colonias de adosados y viviendas aisladas al norte y el oeste: Valparaíso, La Legua, Monte Sión y San Bernanardo. En menos de 50 años la ciudad ha saltado sus murallas configurando una estructura de barrios satelizados que ocupan el 7% del territorio.

5. El polígono industrial en la entrada de a la ciudad desde el Este, encastrado entre el trazado del AVE y la carretera de Ocaña, oculta a Benquerencia los tesoros de los meandros del río y aísla a la vecina Azucaica. No llega a ocupar el 1,5% del suelo total.

6. El paisaje natural. Las vegas (17%) se complementan con extensiones de bosque mediterráneo al Norte y al Este que escapan del paisaje salpicado de cigarrales, sobre los montes al Sur (33%), y en el centro de la escena la ciudad medieval en lo alto.

De esta configuración sorprendente y única, “monumental”, surgen los “conos de protección visual del Casco Histórico”. Las protecciones al paisaje tienen su origen en las Instrucciones Técnicas de Bellas Artes, en la declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad y están refrendadas y recogidas en el Título VII del Plan Especial del Casco Histórico de Toledo.

Estas zonas de protección han estado al tiempo que protegidas amenazadas durante todo el siglo XX.

7. El presente. En este escenario de ciudad de 85.000 habitantes censados que asume los servicios de una población de 130.000 al tener que asistir a las poblaciones cercanas, hay que construir un nuevo modelo de urbanismo.

Crecimientos extensivos como el nuevo barrio que se propone en la Vega Baja, La Peraleda (3.000 viviendas), son los coletazos del urbanismo depredador que se antepone y arruina los valores a proteger de la ciudad: su paisaje y su identidad construida a lo largo de miles de años, su verdadero motor económico. Valores que son del todo compatibles y mejorables con el crecimiento y desarrollo un Toledo moderno y sensato.

8. El futuro, OTRO modelo. Repensar hoy la ciudad supone al menos no repetir los errores pasados. Es tiempo de pensar más y hacer menos, solo lo necesario. Un plan de ciudad inteligente debería volver su mirada sobre los barrios. Es posible crecer desde dentro, re-densificando, por ejemplo Benquerencia, donde los suelos aún libres permiten construir más de 2.500 viviendas, en suelos ya urbanos. Un barrio que debe unirse al norte con Azucaica cruzando el río y al oeste con Santa Bárbara transformando en calle lo que hoy es autovía. Los vacíos de la zona de contacto entre estos dos barrios pueden albergar otras 1.000 viviendas más. Al noroeste los suelos de secarral dispersos de unifamiliares aún permiten también crecer. En otros barrios consolidados como Palomarejos, habrá que pensar en operaciones de transformación de infraestructuras obsoletas como el Hospital Virgen de la Salud o el cuartel de la Guardia Civil… También la Vega Baja necesita un plan que la dignifique, los límites de Santa Teresa permitirían, con mesura, transformar en fachada lo que hoy es trasera.

Crecer desde dentro de los barrios ocupando vacíos que ya existen, no consume nuevos suelos, permite reformar y mejorar infraestructuras existentes, no necesita construir nuevas dotaciones (colegios, centros de salud -algunos aún a medias- y zonas verdes) por que en la mayoría de los casos ya existen -reaprovechar los exiguos recursos-, lo que permitiría concentrar esfuerzos en mejorar el espacio público de los barrios, reforzar su identidad, su autoestima.

La ciudad contemporánea ha olvidado sus barrios, esa porción de la ciudad a la que no hay que trasladarse porque ya estamos en ella. Hoy la singularidad de Toledo es que está hecha de barrios dispersos, satelizada. En Toledo como en otras ciudades el urbanismo, mejor dicho, el planeamiento, que no es lo mismo, ha visto en esta peculiaridad y en la globalización tardo capitalista una coartada con la que justificar una compactación exacerbada que sólo con operaciones administrativas, intangibles, altera los valores públicos, concretos, históricos y naturales del suelo en valores privados, catastrales y volubles. Y lo peor de todo, sabemos que ese modelo trae una ciudad indecorosa.  Frente al planeamiento megalómano y expansivo – El plan de La Peraleda– por qué no pensar un urbanismo poco invasivo, de transformación, sobre los vacíos urbanos dispersos y desocupados de los barrios, ¿por qué no privilegiar aquello que nos singulariza: lo pequeño, la dispersión, la identidad? ¡Además, es más barato y razonable, sostenible!

 

Joaquín López López, arquitecto

José Ramón de la Cal, arquitecto

 

 

 

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2 Comments

  • Rick

    Totalmente de acuerdo…pero como podemos ver… una vez mas ppsoe en Toledo dan pleitesía a los terrenos de Vistahermosa y dan el visto bueno a una Peraleda inundable y con un acceso muy restringido por un solo puente, y eso que aun tenemos barrios sin completar…que habra detrás de todo este despropósito?

  • Jav

    Muy interesante. Y realista.

    Me gustaría saber por donde unirían estos arquitectos el polígono con Azucaica (unión mencionada en el texto, pero no pintada) y como sería esa “fachada” de Santa Teresa, que tampoco aparece.

    Yo además transformaría Huerta del Rey en un parque-jardin-huerta ejemplar para la ciudad, aunque primero habría que comprar los terrenos a sus dueños…

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