Senda de las moreras, un camino nuevo en la ciudad vieja [José Ramón de la Cal]

Vista de la muralla desde la Vega y plano de los caminos entre ésta y el río Tajo. Manuel Antonio Carbonero, 1798
[Publicamos la memoria del proyecto de la “Senda de la Moreras”, con el objeto de contribuir a un conocimiento más razonado de otras formas posibles de proceder del urbanismo, en clave de naturalización y recuperación del paisaje histórico en la Vega Baja]

“Toledo es ciudad de valores singulares, una incalculable herencia acumulada a lo largo de siglos que le otorga identidad.

La ciudad va más allá de las murallas, engloba el paisaje, que construye también la ciudad. La imagen de Toledo es la unión entre lo natural y lo construido. La relaciones físicas y visuales que se establecen entre Toledo y su paisaje circundante deben ser protagonistas de un nuevo planteamiento de ciudad.

El proyecto busca detectar los valores que desde el paisaje permitan aportar caminos posibles que recuperen y sumen riquezas ignoradas, que contribuyan al planteamiento y la construcción de una ciudad mejor para todos.

La paralización de las excavaciones de Vega Baja en el año 2006 deja en suspenso el papel de este paraje en la ciudad. Un gran vacío, cercado y sin finalidad, acaba originando una frontera entre el final de los barrios de Santa Teresa y Poblado Obrero y el campus de la Fábrica de Armas, la ribera del Tajo y el barrio de San Pedro el Verde.

Los vallados entorno a las excavaciones se han modificado en los últimos años para permitir el paso a través de este lugar desde la avenida Mas del Ribero hasta San Pedro el Verde. Sin embargo, aunque esta actuación comunique la ciudad a ambos lados del vacío, la imagen que proporcionan estas vías es de eventualidad y, paradójicamente, se enfatiza su condición de límite ya que se multiplican las barreras junto a los caminos. El paso se realiza entre vallas. El entorno de la Vega Baja y el Circo Romano tradicionalmente no han sido lugares cerrados. La instalación de límites transmite el mensaje de que hay que proteger el valor arqueológico de la zona de los propios ciudadanos. Es una imagen negativa para el conjunto de la ciudad patrimonio, desde lo público se cuestiona la capacidad del ciudadano de apreciar y cuidar sus bienes patrimoniales.

Trazado de la senda de las moreras, desde la Plaza de la Calera al río Tajo

Es necesario facilitar la unión entre la ciudad y la ribera del río, especialmente en este lugar donde la topografía es propicia. Este proyecto propone la primera de las sendas que recorren la Vega Baja y favorecen una transición desde el territorio antropizado de la ciudad al borde natural del río.

El proyecto define el camino que se entiende como una prolongación de la calle Armeros hasta el río, atravesando el sitio arqueológico y extendiéndose por la calle Lima hasta la ribera del Tajo.

Se propone otra forma de urbanizar, sensible al lugar en el que se implanta, desde el punto de vista físico e inmaterial. La urbanización tradicionalmente entendida en este lugar, sería agresiva con el paisaje de la vega y su memoria. El proyecto toma como punto de partida el carácter de las sendas que recorrían y organizaban este lugar. La red de caminos arbolados que comunicaba la ciudad histórica con las huertas y el río Tajo. Al igual que aquellas sendas, el proyecto propone recorrer el vacío bajo la sombra de las moreras.

El camino proyectado une las avenidas Mas de Ribero y San Pedro el Verde con una pendiente regular que establece un acuerdo entre las dos calles, con una diferencia de cota de dos metros. La superficie de la senda se traza con una pendiente continua sobre una elevación de tierras que se adapta a las irregularidades de vacío y las excavaciones preexistentes. Este terraplén se forma utilizando las tierras que se retiraron durante la excavación arqueológica, almacenadas en terreras en la superficie. Sobre éstas se dispone zahorra natural compactada y un estrato final de jabre rojo que define la superficie del camino.

Sección del camino construido con las terreras existentes

El camino discurre sobre los restos arqueológicos documentados y estudiados en 2006 por los arqueólogos D. Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo y D. Antonio Laguna, a los que agradecemos la información y documentación gráfica exhaustiva aportada para el estudio y redacción de este proyecto, consultadas en: Rojas Rodríguez-Malo, J.M; Gómez Laguna, A.J; “Intervención arqueológica en la Vega Baja de Toledo. Caracterísiticas del centro político y religioso del reino visigodo” en: Caballero Zoreda, L.; Mateos Cruz, P; Utrero Agudo, M.A. (coordinadores), El siglo VII frente al siglo VII. Arquitectura (visigodos y omeyas, 4, Mérida 2006). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 2009.

El segundo tramo de la senda tiene un carácter diferente. Transcurre por la calle Lima, un camino consolidado y paralelo al muro del recinto de la Fábrica de Armas. La actuación en esta parte se basa en la limpieza y saneo de sus límites y la ejecución en superficie de la capa de jabre rojo.

La sección transversal del camino tiene ligeras pendientes a ambos lados para que desagüe con facilidad hacia su base, drenada. Los taludes del terraplén se tratan con una hidrosiembra cuyas raíces favorecen su estabilidad. El talud en su base se asienta sobre una capa geotextil anti-raíces que protege la base del terreno y los restos arqueológicos existentes.

La senda es recorrida por una hilera de moreras plantadas en el lado sur cada seis metros de distancia. La morera ha sido utilizada tradicionalmente como árbol ornamental en las vegas de los ríos y ha estado vinculada a la producción de seda. Todavía hoy existen alineaciones de moreras en el ámbito del río Tajo y su vega. El desarrollo de sus raíces es horizontal, por lo que, plantada sobre la elevación artificial de tierras, no interferirá con los restos arqueológicos. La utilización de las moreras proporciona una protección de sombra para la senda y al mismo tiempo es respetuosa con el modo natural de construir y la memoria del lugar, un nuevo camino en la ciudad vieja.

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4 Comments

    • José Ramón González de la Cal

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  • Tengo la impresión de que la parálisis de la Vega Baja, como casi todas las parálisis, es una consecuencia de un problema existencial no resuelto, y lo peor es que la caja de herramientas de los psicoanalistas no tiene soluciones para las identidades urbanas. Es más, no estoy seguro de que Toledo sea una identidad urbana real, más allá de las leyendas, de la nostalgia y del consumo cultural. Grave asunto.
    Como residente en Toledo desde que tengo uso de razón, que no como toledano, lo primero que se me ocurre es que las identidades no pueden construirse sobre un pasado lejano, sino sobre un proyecto ilusionante de futuro, y desgraciadamente el único futuro que parece abrirse camino en esta ciudad, con o sin proyecto, es un Casco Histórico lleno de turistas y vacío de toledanos, unos Cigarrales con grandes ventanales para que los turistas más ricos disfruten del espectáculo sin contaminarse, unas vegas bien peinaditas que ensanchen el paisaje y unas barriadas situadas más allá de Orión que nos obliguen a vivir permanentemente dentro de un flamante choche de última generación. El problema es que yo no encajo en ningún sitio. Maldito desarraigo.

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