Arqueología y Memoria
En los últimos meses hemos asistido a un debate en nuestra sociedad sobre los límites del humor en relación al atentado que sufrió el Almirante Luis Carrero Blanco en el 20 de diciembre de 1973. Lo cierto es que las nuevas generaciones desconocen quien era el Presidente del Gobierno en el tardofranquismo e ignoran por completo el escenario en el que se produjo la acción del Comando Txikia de ETA en la calle Claudio Coello de Madrid. Existe una DESMEMORIA que es aún peor que traspasar los límites del humor. No es exclusiva de este hecho, del que no han trascurrido ni cincuenta años. En estos años también parecemos asistir a una reivindicación del OLVIDO, como su fuera necesario olvidar en vez de recordar. La MEMORIA parece que incomoda. Sin embargo, aquí no estamos, como en otros casos, ante el dilema MEMORIA versus OLVIDO, sino ante la IGNORANCIA. Como historiador desconfío de las sociedades que ignoran su pasado y se empeñan en repetir una y otra vez lo malo del pasado. De hecho si hubiera tuiteado: “Carrero Blanco, AMDG” [1], prácticamente nadie me habría entendido, no sabrían si es un mal chiste o un reconocimiento a la figura del Almirante fallecido.
En mi niñez eran un hito las visitas colegiales al Valle del Caídos, al Alcázar de Toledo y el despacho del General Moscardó…hoy en día espacios claramente cuestionados por la LMH. Otro de nuestros “hitos” colegiales de la educación postfranquista era la visita al Museo del Ejército, situado entonces en el Casón de Reinos. Allí, sin duda, uno de los objetos que más atraía nuestra atención era el Dodge negro retorcido del Almirante Luis Carrero Blanco. El vehículo era un Dodge Dart, de la cuarta generación de este modelo, que los directivos de Chrysler España rebautizaron como DODGE 3700. El modelo se produce en España entre 1971 al 77, unos 10.000 vehículos, de los que un millar se exportaron. Aquí, el área de diseño de Chrysler España, dirigida por Mario Gamarra, hombre de Barreiros, realizó algunas trasformaciones que cambió el perfil de navío del Dart. El modelo de Carrero era el DODGE 3700 GT, una versión con mejores acabados interiores, caja de cambios de cuatro velocidades, asientos independientes y consola central. La versión automática del modelo se incorporó en las fechas en las que el Almirante perdió la vida. La matrícula del Dodge de Carrero era PMM 16.416 –las matriculas del Parque Móvil por encima del 16.400 se destinaban a los Ministros y altos cargos. Además, llevaba un solo banderín en la aleta delantera derecha. El modelo de Carrero no estaba blindado, aunque era un coche robusto de 1.800 kg.. El coche fue llevado en un primer momento al garaje del Parque Móvil y después estuvo expuesto en el Museo del Ejército desde el 1 de enero de 1974 hasta mediados de la década de los 80. Se exponía junto con los vehículos en los que fallecieron Juan Prim y Eduardo Dato. En Noviembre de 2002 se embaló para su traslado al Museo del Ejército en Toledo, traslado que parece no llegó a producirse, y se encuentra hoy en día en Torrejón de Ardoz.
El atentado fue planificado desde un año antes y denominado “Operación Ogro”. La primera intención de José María Beñarán, “Argala”, era la de secuestrar a Carrero. Sin embargo, el nombramiento de Carrero como Presidente del Gobierno y el aumento de su escolta les llevo a abandonar esa idea y se decidió asesinar al Almirante. El escenario, el contexto del atentado, fue el inmueble de CLAUDIO COELLO 104. El alquiler de un bajo les permitió excavar un túnel hasta el centro de la calle para colocar un explosivo. El atentado estaba previsto para el 18 de diciembre, pero la visita de Henry Kissinger obligó a aplazarlo por la cercanía de la Embajada de EEUU. La mañana del 20 de diciembre, Carrero acudió a misa la parroquia de San Francisco de Borja, a las 9.27 cuando circulaba por la calle Claudio Coello y rebasó la línea roja pintada en la pared, los terroristas detonaron la carga explosiva, que llevo al Dodge por encima de la fachada, cayendo en la azotea de la Casa Profesa de los jesuitas (ver imagen de portada). Murió en el acto el inspector de policía Juan Antonio Bueno Fernández, que iba en el asiento del copiloto; el conductor, José Luis Pérez Morena, falleció en el hospital y Carrero Blanco murió mientras era atendido después del atentado, que dejo un cráter inmenso en la calle de Claudio Coello. En los momentos iniciales no se planteo la hipótesis de un atentado, y el coche de escolta que marchaba detrás pensó que era una explosión de gas y que el coche de Carrero había seguido circulando. Después lo buscaron en el socavón y, al final, avisados, por los jesuitas encontraron el vehículo de Carrero. A las 2300 horas ETA reivindicó el atentado en París, acción que se tomó por falsa, y motivó una rueda de prensa clandestina en Francia varios días después.
El paisaje del atentado es más amplio y va desde la casa de Carrero en la calle Hermanos Bequer, y desde donde repetía a diario la rutina de enfilar la calle López de Hoyos en su comienzo, entraba en la calle de Serrano y allí se paraba a oír misa en la iglesia de los jesuitas. Terminada la misa, de nuevo al coche, doblaba por Juan Bravo, enfilaba Claudio Coello, y por Diego de León se dirigía de vuelta a su casa, en Hermanos Bécquer, a desayunar antes de acudir a su despacho en la sede de Presidencia del Gobierno, en el paseo de la Castellana.
Paisaje del atentado de Carrero Blanco
No es objeto de este texto entrar a interpretaciones el atentado en sí mismas. En esos días muchos protagonistas de uno y otro lado hicieron una lectura que probablemente hoy no mantendrían –asesinato versus tiranicidio-. Los momentos posteriores al atentado fueron complejos y se temió que se produjese una noche de “cuchillos largos” como represalia. El viernes 21 se celebró la capilla ardiente y por la tarde el cortejo fúnebre hasta el cementerio del Pardo, la comitiva religiosa encabezada por el Cardenal Tarancón y su Provicario Martín Patino recibió numerosos insultos, tanto por la mañana como por la tarde. Lo mismo sucedió en el funeral de Estado celebrado el sábado en la Basílica de San Francisco el Grande. Tarancón recogió en sus memorias la enorme tristeza que le produjo el fanatismo vivido esos días. Por otro lado, se han realizado muchas interpretaciones del atentado, desde la participación del los EEUU como respuesta a una supuesta negativa de Carrero a las Bases norteamericanas y a la OTAN; que fuese un atentado promovido por sectores “progresistas” del Régimen, etc. Todavía hoy en día existe una corriente mayoritaria que ve en la figura de Carrero Blanco la mayor oposición a la apertura del Régimen y que piensa que con él vivo no se habría producido y ven con su muerte el inicio de la Transición –Elorza, Cebrían, etc.
Sin embargo, si queremos incidir en la necesidad de recordar para poder tener nuestra propia interpretación de la Historia, de una Historia muy reciente todavía y difícil de explicar. El objeto, el Dodge ya no está expuesto a la contemplación pública, decisión que no compartimos. Cierto que no debe ser objeto de exaltación de la figura de Carrero, pero si debería estar expuesto explicando el contexto de los acontecimientos y ligados a otros magnicidios de la historia contemporánea de España. El contexto del atentado, la calle Claudio Coello y el edificio de la Compañía de Jesús, siguen allí. Igualmente, el paisaje que llevaba al Almirante de su casa a misa y de nuevo a su casa y de allí a la presidencia del Gobierno. Creemos que esos espacios deben ser entendidos por las generaciones que no vivieron los acontecimientos para poder entender su pasado y construir su futuro en libertad, cosa que es difícil desde la IGNORANCIA.
Objeto, contexto y paisaje de la “Operación Ogro”
Finalmente, no queremos acabar sin hablar de la MEMORIA. Ésta es atacada a diario por determinados sectores de la sociedad que piensan en usos revanchistas de la misma. Más grave es la legitimación de lo que se quiere llamar el derecho al OLVIDO, esta corriente que aboga por no incidir en los aspectos desagradables de nuestro pasado. Si uno recorre la calle Claudio Coello verá un placa dedicada al Almirante Luis Carrero Blanco “por el pueblo de Madrid para honrar su muerte heroica y perpetuar su Memoria” (El Subrayado es nuestro). Sí, querido lector, la MEMORIA, de Carrero Blanco se conserva en su emplazamiento original, aunque privada del Contexto y el Paisaje que la explique a unos y a otros. Hago aquí mías las palabras de Txema Urquijo para explicar que es la Memoria: “La Memoria es como la imagen que recibimos de un espejo, que incomoda, porque todos construimos una realidad idealizada y no nos vemos reflejados en esa imagen”. A la Memoria habría que sumar la coherencia, “…es difícil mantener la coherencia”. Memoria y coherencia para entender el pasado y construir el futuro…
Jorge Morín de Pablos, Doctor arqueólogo.
[1] NdT. Ni lo uno, ni lo otro. La iglesia en la que escuchaba misa Luis Carrero Blanco, San Francisco de Borja, pertenece a la Compañía de Jesús, cuyo lema Ad maiorem Dei gloriam -A.M.D.G.-, preside la fachada principal del templo en la calle Serrano.
Con el fin completar la inteligente aportación de Jorge, deberíamos añadir las versiones cinematografías que intentan relatar con menor o mayor acierto los preparativos y el atentado. En primer lugar citaremos el filme “Comando Txikia: muerte de un presidente” (1978), dirigida por José Luis Madrid. La segunda, dirigida por Gillo Pontecorvo, es “Operación Ogro” (ficha técnica disponible en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0079655/?ref_=fn_al_tt_1). No cabe ninguna duda, El Segundo de los trabajos aporta elementos más favorables para entender el magnicidio. De hecho, una de las secuencias es un referente audiovisual, sobre todo para la realización de documentales, ineludible para narrar el atentado en si mismo. Lógicamente, se trata de un engaño visual, pura artesanía, en donde destaca la maqueta empleada para la secuencia https://youtu.be/IZmTQAYQ_5g.