Sucedió en Toledo. 18 D17 Archivo VASIL
Si determinamos que “inconformista” es todo aquel que no está de acuerdo con las formas, estamos hablando de Antonio Martínez Ballesteros. Y ese inconformismo, a lo largo de su vida, le ha valido para mantener en toda su carrera una independencia frente al conservadurismo social y teatral.
Mas allá de los entornos ilustrados de la ciudad, pocos conocen que nuestro convecino es uno de los principales dramaturgos que ha dado este país en los últimos 60 años. Y una minoría, también, se han acercado realmente a su obra; extensa, compleja y siempre al margen del poder establecido.
Él mismo ha contado en varias ocasiones que jamás ha estado en los círculos donde se cuecen las grandes producciones. Donde el dinero prevalece sobre el buen gusto y sobre el poder que el teatro tiene de mostrar, formar, informar y convencer. Tal vez por eso, en paralelo a su vida como dramaturgo, fundó en Toledo el Grupo Pigmalión, con más de 50 años de historia.
Bajo la dirección -no solo escénica- de Martínez Ballesteros, el Grupo de Teatro Pigmalión abría los ojos de muchos jóvenes que, atraídos por el teatro de lo absurdo y por la denuncia social, conocieron bajo su tutela el trabajo de autores como Dario Fo, Bertolt Brecht, Ionesco o el español Buero Vallejo, entre otros. Era el “Teatro Moderno”.
Actuación del grupo Pigmalión en el salón de actos de la antigua Organización Sindical
Para Martínez Ballesteros sus armas no son los pinceles, ni los lienzos ni las gubias. Él enseñaba y enseña con la palabra. Se echó a la espalda la tarea de renovar la mentalidad de una sociedad conformista. Desde su casa toledana, emergen al mundo obras y documentos dispuestos a aportar una visión nueva de la literatura, del teatro y de la vida.
Cuando en los años setenta cada uno buscaba su propio camino hacia la “modernidad”, el Grupo Pigmalión y las enseñanzas de su director, constituían una fuente inagotable de sabiduría, no solo teatral. El inconformismo y la libertad de expresión se iban abriendo paso a través de los ambientes más “progres y universitarios”.
Cuando lo importante es “la palabra”, el resto solo es accesorio.
Las obras dirigidas por Martínez Ballesteros siempre se interpretaban en lo que podríamos llamar “acústico”; es decir, sin grandes montajes o medios materiales y para un público muy selecto. Entendido o no, pero sobre todo dispuesto a abrir su mente a cauces nuevos de expresión.
Decorados, luces, vestuario…. ya nada era igual. Lo superfluo dejaba paso a lo imprescindible. La retórica escénica quedaba trasnochada ante un modo directo, simple y contundente de hacer reír o llorar; pero, sobre todo, de hacer pensar.
Don Antonio ha traído al mundo de la dramaturgia española grandes novedades. Muchas aún sin estrenar, y algunas probablemente no se estrenarán nunca.
La creación de cualquier tipo, y en este caso la literaria, no puede ni debe quedar supeditada a los amigos, a los pelotas, a los aduladores ni a los trepas.
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Quique J. Silva
Las fotografías de escenas teatrales corresponden a montajes del Grupo Pigmalión, que con gran talento dirigía Martínez Ballesteros, de los años 1971-1972. En concreto de Los Opositores , una de las Farsas Contemporáneas y Un féretro para Arturo de Jordi Teixeidor. Muy buenas las imágenes.