Gestión de la cuidad monumental. [Ignacio Álvarez Ahedo]

vista de toledo

La gestión de la ciudad monumental se ha convertido en los últimos años en un elemento más de estudio y análisis, pero en muchas ocasiones de forma equivocada. Existen actualmente publicaciones y cursos que no llegan a dar una visión clara de lo que significa esta gestión, ya que acuden a un modelo de yuxtaposición de opiniones sin acudir a analizar el problema de carácter global. Se acude generalmente a analizar el problema desde la óptica de diversos profesionales en materias parciales, pero se obvia generalmente la visión global. Y esa es la que se debería conocer, ya que la ciudad es un todo y no la simple suma de sus partes.

Generalmente se acude a describir y conocer los monumentos existentes, las rehabilitaciones u obras llevadas a cabo en ellos o en otras edificaciones, para conseguir una especie de catálogo de recetas, pero se dejan de lado aspectos menos atrayentes pero igualmente importantes, y que conforman el día a día de la  gestión de la ciudad. No se analizan los problemas de esta gestión, la existencia de diversas competencias entre las distintas administraciones (muchas veces contradictorias), la obligatoriedad de aplicar legislación alejada de las particularidades de  ciudad monumental (código técnico, accesibilidad…) y por encima de todo esto que la ciudad es un todo, y que así debe entenderse y gestionarse.

La ciudad monumental nunca debe separarse del resto de la ciudad y su gestión es la propia del resto de la ciudad en la que está inmersa. Y en esa misma línea las actuaciones que se llevan a cabo deben estar integradas en el conjunto de la ciudad y del territorio del municipio en el que se integra, con las particularidades que le son propias.

La ciudad debe ser un todo que incluya sus zonas monumentales, sus barrios antiguos y modernos, sus zonas industriales y todo su territorio. Y esta ciudad está habitada por personas, que en muchas ocasiones son los grandes olvidados, ya que parece reconocerse una cualidad especial solamente a los visitantes y no a los propios ciudadanos que la habitan diariamente con sus ventajas y sus inconvenientes.   

Y para la gestión de esta ciudad monumental, en los últimos años, aparecen los planes de gestión, que han venido a sustituir a los denominados planes estratégicos, los cuales sustituyeron a los planes directores, y a otros similares. El denominador común de todos ellos es el sustantivo plan, pero en la legislación española del último siglo los únicos planes de ciudad que permiten su ordenación y gestión son los planes urbanísticos, que son los únicos que la legislación les da el carácter tan importante que tienen. El resto de planes, con los distintos adjetivos que se le quieran poner, nunca podrán sustituir a un planeamiento urbanístico que es el único que puede aglutinar todas las disciplinas que imperan en la ciudad, moderna o monumental.

Por eso toda ciudad debe seguir buscando su plan, y el desarrollo de este es su propia gestión. Y la redacción del plan debe hacerse pensando en esa gestión futura ajustada a la realidad y no a la idealidad.

El plan de una ciudad monumental debe abarcar todas las disciplinas, con las particularidades que le son propias, de forma coordinada, apoyándose en el mayor número de estudios y análisis posibles para poder interrelacionar todas las perspectivas y tener presentes las alternativas posibles.

Resulta paradigmático el caso de la ciudad de Toledo, que aprueba en el año 1997 un Plan Especial del Casco Histórico, que ha establecido las bases de la gestión de las dos décadas siguientes. Este plan contaba con un programa de actuación muy completo y complejo que abarcaba todos los aspectos necesarios para la gestión de la ciudad, relativos a la protección y conservación monumental, revitalización de vivienda, nuevos equipamientos e infraestructuras, planes de movilidad y aparcamientos, así como aspectos de carácter arqueológico y paisajístico sin olvidar la normativa propia de un plan urbanístico, para dar una seguridad jurídica que muchas veces está ausente en los conjuntos monumentales, debido a cuestiones meramente subjetivas.

Este programa de actuación del plan especial se convirtió en el plan de gestión propio de la ciudad histórica y afectaba en la toma de decisiones a otras zonas del resto de la ciudad. Evidentemente la labor de Joan Busquets fue clave para poder llevar a buen término tanto la redacción del propio plan como parte de la consiguiente gestión posterior, ya que el documento contemplaba un programa de actuación que ha sido posible llevarlo a cabo.

Este programa de actuación se pudo desarrollar, a partir del año 1999, con las importantes ayudas del Banco Europeo de Inversiones, con pequeñas y grandes intervenciones en infraestructuras, debidamente coordinadas con nuevas ordenanzas municipales de ayudas a la rehabilitación de viviendas, con un programa de inversiones en edificaciones monumentales, conventos y nuevos tratamientos del espacio público. Para ello el Ayuntamiento contó con la colaboración del resto de administraciones públicas, las cuales se integraron posteriormente en el actual Consorcio de la ciudad de Toledo que es una de las herramientas básicas, aunque no la única, para esta gestión de la ciudad monumental.

Resultaría importante que las Escuelas de Arquitectura enseñaran este aspecto ya que el urbanismo es mucho más que una técnica. Es una herramienta para la administración de toda una ciudad, de ahí su importancia.

Ignacio Álvarez Ahedo, arquitecto.

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