Miguel Fisac es conocido por su obra que se desarrolla en muy diferentes campos: su arquitectura religiosa, sus aportaciones a los procesos técnicos relacionados con la arquitectura industrial y de la investigación o sus soluciones constructivas de fachadas y cubiertas han sido estudiadas desde diversas perspectivas. Miguel Fisac tuvo también una intensa actividad en el campo de la arquitectura residencial aunque él se siente apartado de los procesos de construcción de vivienda que se producen en nuestro país tras las Guerra Civil salvo algunos proyectos puntuales. Pero tanto en la arquitectura colectiva como en sus numerosas viviendas unifamiliares, hay una aportación singular en sus soluciones de distribución y organización y en los procesos constructivos que propone.
“Siempre he creído que la vivienda es el reto personal que tiene hoy el arquitecto. Consciente de esa idea desde que comencé mi vida profesional, he dedicado a la vivienda la mayor atención”, decía en una entrevista reciente.
De 1940 a 1960.
Sus primeras aportaciones a los proyectos de vivienda colectiva se desarrollan en un momento en que España necesita construir un número importante de viviendas después de la Guerra Civil por la cantidad de viviendas que se han destruido en ese momento y por los procesos de emigración hacia las grandes capitales.
Es en los principios de su actividad cuando se produce una aportación atractiva a la construcción de viviendas sociales con su proyecto de Casas en cadena. Su presencia en el concurso supuso una aportación singular: en primer lugar, porque sus viviendas en cadena se definían ignorando las rígidas ordenanzas impuestas por Fonseca desde el INV, porque al optar por el bloque abierto modificaba las pautas impuestas por Bidagor sobre el bloque cerrado, en tercer lugar, porque presentaba una nueva idea de agregación que mantenía fijos elementos básicos de la vivienda y por último, porque rompía con el rígido lenguaje arquitectónico definido por el primer franquismo, optando por una imagen próxima a las pautas noreuropeas de la reconstrucción. Un proyecto del que se conserva una carpeta con diez planos en la Fundación Fisac, desde la definición de las necesidades de la vivienda a la imagen final de la fachada de las construcciones.
A partir de esta propuesta pequeños encargos de obra pública que se concretan en los proyectos del barrio del Zofío, o en las viviendas experimentales de Puerta Bonita. Probablemente lo más sugerente de este momento sean sus propuestas de organización general que rompen los moldes de la trama ortogonal presente en muchas de estas actuaciones. Su propuesta de ordenación de los bloques de viviendas en el barrio del Zofío generará numerosas críticas a las que contesta de forma enérgica el propio Fisac. Propuestas que mantendrá en proyectos posteriores como el concurso de Residencial Elviria en Marbella o en la Unidad vecinal de Moratalaz y años después en Ciudad de Guarenas o más matizada en las viviendas del polígono de La Granja en Ciudad Real.
Sus propuestas del concurso de casas en cadena o del concurso de viviendas experimentales han tenido una incidencia muy limitada. A partir de los 60 Fisac abandona la reflexión sobre la vivienda. Oíza deja la experiencia iniciada en Fuencarral, Romaní o Cubillo se eclipsan lentamente y nombres nuevos entran en el panorama: los proyectos de Corrales o Molezún para la exposición de Bruselas, las propuestas de Carvajal o los primeros proyectos de un joven Antonio Fernández Alba abren la idea de una nueva modernidad.
En esta década (1950-1960), la vivienda unifamiliar, (incluidas la suya de Canfranc (1959) se resuelven desde planteamiento de arquitectura tradicional en sus materiales, en sus programas funcionales y en las soluciones estructurales.
La década de los sesenta.
Una década en la que Fisac ha dejado de realizar proyectos de viviendas de promoción pública pero sigue realizando numerosos proyectos tanto de viviendas unifamiliares como de viviendas colectivas.
El campo de la vivienda unifamiliar es el campo de experimentación más interesante de su obra en estos momentos. La organización de las plantas con programas funcionales convencionales trata de resolver su organización con una buena orientación de cada una de las estancias y una independencia de las diferentes áreas funcionales. La introducción de los patios interiores como espacios en torno a los cuales se organizan determinadas actividades se convertirá en constante en muchos de sus proyectos. Y junto a ello los pequeños cambios de nivel como forma de separar espacios, de diferenciar zonas de la vivienda. Si en la vivienda Calvo Sotelo sigue recurriendo a los materiales tradicionales, en las casas de Alonso Tejada y Adoración Anderica recurre de forma total al uso del hormigón en sus fachadas. En la casa Casacuberta aborda todo un repertorio de soluciones estructurales y en su vivienda de Mazarrón plantea uno de sus proyectos más radicales en su definición formal y constructiva.
Los proyectos de viviendas colectivas siguen esquemas tipológicos más convencionales con conjuntos que se resuelven con una escalera central y dos viviendas por planta en cada una de ellas. Desde las viviendas más tradicionales de Águilas (Murcia) va evolucionando en la búsqueda de soluciones formales variadas en las que incluye el uso del hormigón en elementos parciales normalmente o soluciones con nuevos materiales como en las viviendas de inmobiliario Cóndor de Valencia.
Como dice Antón Capitel:“Pero en los años sesenta Fisac fue, sobre todo un arquitecto decididamente ecléctico y se diría que su actitud dependió casi siempre de los temas tratados, como si trasladara la posición del eclecticismo anterior a la arquitectura moderna. O mejor, como si buscara – que tal parece el caso- el adecuado carácter de cada uso”. Será a finales de esta década cuando comience su experimentación con el hormigón flexible y sus obsesiones texturales en el Centro de Rehabilitación de la MUPAG (1969).
En esta década también construye el conjunto de viviendas de Costa de los Pinos. Un conjunto de actuaciones que ponen de manifiesto las líneas de trabajo que Fisac está planteando en esta década en el ámbito residencial. Sus viviendas unifamiliares siguen aprendiendo de los sistemas constructivos y de las soluciones formales tradicionales como fuente que garantiza su adecuada integración en el entorno.
Junto a ello esquemas de distribución que repiten sus criterios funcionales en el entendimiento de la vivienda tradicional con sus áreas diferenciadas y separadas. La combinación de sistemas constructivos tradicionales y de muros blancos que remiten a tradiciones populares armoniza con soluciones más actuales en las cubiertas planas, en las proporciones de huecos y en formas más orgánicas en muchos de los proyectos. Arquitecturas que quieren integrarse en el paisaje minimizando su impacto en el conjunto vegetal de los pinares de la zona y sin embargo con unas excelente vistas hacia el entorno natural de la costa.
Su propia vivienda será un ejemplo de todos estos principios con soluciones de una planta orgánica en algunas de sus zonas que no ha podido experimentar en otras viviendas de la zona. El patio como elemento básico de organización tanto en las zonas de servicio creando espacios cerrados a la vista exterior como en los accesos, zonas interiores de la vivienda se convierte en elemento central de muchos de sus proyectos.
La década de los setenta
La década de los setenta supone una reducción del número de proyectos que, en su mayor parte, son proyectos de viviendas unifamiliares. El edificio Coimbra en Carabanchel Alto, las viviendas en El Parterre, en su pueblo natal, y la propuesta de viviendas industrializadas en Ciudad Cuarenas que retoman interiormente el esquema de estructura perpendicular a la fachada como en sus viviendas en cadena son los proyectos de vivienda colectiva que realiza en esta década. Proyectos en los que se hacen presentes sus preocupaciones constantes en estos momentos: por un lado su interés por la prefabricación con la presentación de diferentes patentes para la construcción de viviendas, y por otro su insistente referencia a la piel de los edificios y sus texturas con el uso de los hormigones flexibles que, en el campo residencial, encuentra su mayor expresión en el proyecto de Daimiel.
16 proyectos de viviendas unifamiliares con una variedad de soluciones en cuanto a sus dimensiones e imagen importante. Propuestas como las de la vivienda del doctor Brassa o sus propuestas para el conjunto Loma Verde representan una ruptura formal respecto de sus esquemas de arquitectura tradicional que se mantienen en grandes proyectos residenciales y especialmente en su retorno a Almagro con la reforma del molino de aceite al que sólo el acento de la puerta de acceso y ventana superior incorporan un punto de modernidad con sus hormigones flexibles. Viviendas unifamiliares en las que sigue ensayando elementos constantes en su trayectoria: la separación funcional de determinadas áreas de la vivienda, la introducción del patio en el interior de la vivienda como ámbito de tránsito y de apertura y la búsqueda de imágenes diferentes en la forma y los materiales que definen la imagen exterior de cada proyecto.
A partir de los años ochenta un reducido número de proyectos con la recuperación de algunas actuaciones de vivienda colectiva. El proyecto de Ciudad Real en el polígono de la Granja con una ordenación general singular o los proyectos de arquitectura vertida en Carabanchel en colaboración con Fernando Sánchez-Mora Gómez-Rengel, Sara González Carcedo y Blanca Aleixandre Mendizábal que se terminarán después de su muerte.
Una obra con más de 85 proyectos residenciales. La documentación que se conserva en el Archivo de la Fundación Fisac me ha permitido a lo largo de dos años ir obteniendo información de los mismos que he recogido en el libro “El proyecto residencial de Miguel Fisac”.
Diego Peris Sánchez, doctor arquitecto
El autor preside actualmente la Fundación Miguel Fisac.