Alfargías de Ensayo Toledanas [Luis Miguel Muñoz Fragua]

hombre de palo toledo alfarje

AlfarjeTecho de maderas labradas de una manera artística.- Forjado de madera .- Del árabe Al-farx : tapiz, alfombra, todo lo que se entiende para cubrir algo.

La función de estos alfarjes no era otra que servir de soporte donde adaptar el suelo de la planta superior, a la vez que ofrecía un idóneo atado de muros. Sobre esta estructura lígnea se continuaba con una capa de material arcilloso, o bien con los propios escombros de la obra, con la que se nivelaba el suelo, sirviendo además de aislamiento acústico, térmico y parcialmente impermeabilizante, y que posteriormente recibiría el solado. Para evitar que tanto la arcilla como el escombro al secarse y disgregarse pasara al piso inferior, el entablado debía solaparse, ya que la simple colocación “a tope” resultaba insuficiente, pues la merma de la madera era previsible a corto plazo.

Las soluciones más simples se realizaban con tablas solapadas a media madera, o en el mejor de los casos machihembradas. Pero con el tiempo se sofisticaron, dando la aparición de dos piezas de madera: “la cinta y el saetino”, que mejoraba estéticamente la cara inferior del forjado. Esta solución de “Cinta-Saetino” se extendió rápidamente por la península ibérica tanto por su aspecto como por su eficacia. La solución consistía en cruzar tablas sobre las viguetas similares a su mismo ancho, éstas reciben el nombre de “cintas”, que por lo general los bordes son achaflanados; sobre las “cintas” se clavan tablas de ancho superior a la distancia del entrevigado, para cubrir perfectamente las juntas. El espacio entre esta última tabla y la cara superior de la vigueta se cierra con tablillas cuya longitud ha de ser igual a la distancia entre cintas. Estas piezas se denominan “saetinos”, igualmente de bordes achaflanados, lo que obliga a que todos los encuentros tengan que cortarse a inglete, de tal manera que la longitud de cada saetino ha de ser mayor que la distancia entre cintas. Existe una simplificación de ésta solución encaminada a eliminar el “saetino”, pero que impide que la cinta sea continua y discurra por encima de las viguetas del forjado. En este caso se sustituyen las “cintas” por tablas cortas de madera que se apoyan en los cajeados de los bordes de las viguetas, y sobre este conjunto, cuyas caras superiores quedan perfectamente enrasadas, se clavan posteriormente las tablas del trasdós cuajando así toda la superficie. Tiene el inconveniente con respecto a la solución de “cinta-saetino”, que las cargas no se reparten de manera homogénea en una sola dirección, al contrario que en la otra solución ya que la realiza en dos direcciones, siendo siempre conveniente al trabajar con un material cuyas características mecánicas pueden variar de forma importante de una a otra pieza. (Fotografía superior: solución cinta-saetino)

Con el resultado estético de la terminación adoptada, se vio la posibilidad de enriquecer la superficie destinada al techo de la planta inferior con decoraciones agramiladas y polícromas, llegando incluso a realizarse pequeñas tallas en ciertas piezas; y que luego se fueron complicando con la aplicación de jabalcones, pasando ya a ser artesonados, y estructuras más complejas de par y nudillo.

En principio el techo que nos ocupa, constituye un concepto universal que debió gestarse en la Roma imperial e incluso alcanzar madurez en Bizancio. Igualmente ocurre con los “qanats”, puentes o viaductos, construcciones universales de firme presencia en nuestra latitud. Lo cierto es que en Toledo y resto de la península, de la época almohade se conservan escasas estructuras del siglo XII. Las únicas conocidas, y con un diseño más complicado, pertenecen al continente Africano, como las de las mezquitas de Tremecén y de la Kutubiyya de Marrakech, mientras que las más antiguas conocidas en nuestra ciudad pertenecen a las primeras iglesias mudéjares del siglo XIII: San Román, Sinagoga de Santa María la Blanca y Santiago del Arrabal. Afortunadamente estas alfarjías se han podido encontrar en algunas casas islámicas toledanas, que desde el Siglo XII hasta el XVI se encuadran en el estilo Mudéjar, cuyas actividades artesanales y artísticas, heredadas del mundo islámico y gótico, que junto con las tradiciones hispanomusulmanas, crean nuevas tendencias constructivas y decorativas. Una etapa de creación que expone el concepto de belleza medieval más genuino de nuestra ciudad, como suma del arte cristiano e islámico. Su ornamentación se caracteriza por la conexión de motivos vegetales y/o geométricos simétricamente dispuestos, policromías al temple y articulaciones constantes de contrastes cromáticos; la predilección por los motivos epigráficos, geométricos, arquitectónicos, heráldicos, y en menor medida, fauna y figura humana resultaban ya habituales. Ya a finales del siglo XVI y en el XVII se consolida la estética “Renacentista” con el desarrollo de la decoración “a candelieri”. Vestigios del Oficio: “En España existen zonas con suficiente madera para haber permitido su uso sistemático en la construcción de estructuras, y lógicamente haber dado lugar a la proliferación de carpinteros de armar en dichas comarcas. Aunque la construcción de ese tipo de estructuras, requiere oficio y especialización ,no era preciso alcanzar el nivel profesional para la construcción de las complejas armaduras, lo que permitía la existencia de carpinteros locales, dado que en cualquier población por pequeña que fuera aseguraba el trabajo a estos carpinteros, ya para el necesario mantenimiento o reformas necesarias a lo largo del tiempo. Ello permitía ejercer su oficio fuera del control de las organizaciones gremiales, lo que probablemente influyó en que para una serie de trabajos no existieran unas normas a seguir tan rígidamente establecidas como ocurría en la ejecución de armaduras de cubierta importantes, obras de mayor dificultad técnica, que quedaron recogidas en textos de carpintería que han llegado a nuestros días” ( E. Nuere)

Artesonado callejón de San Pedro 8, Toledo

En el Callejón de San Pedro de la ciudad de Toledo, nos encontramos curiosamente, y al margen de las magníficas techumbres que cubren nuestros más insignes monumentos, un foco de producción artesana, de éste tipo de trabajos y que se repiten en varios inmuebles de ese callejón. Se tratan de alfarjes de escasa habilidad técnica, tanto en el trabajo de labra como en el de policromía, pero que les servía a esos artesanos para aprender y practicar en dichas estructuras que luego incluso reaprovechaban para construir sus propios talleres o centros de producción. Aunque su ubicación se encuadra en el “Barrio de los Canónigos”, sería quizá mas acertado decir “Barrio de Artesanos”, ya que se han encontrado igualmente vestigios de ensayos de pintura mural en diversos lienzos del inmueble del numero cuatro. Como hemos dicho sus facturas son muy sencillas; pero no exentas de encanto y, sobre todo, de documento tangible de cómo se practicaba el oficio, puesto que desgraciadamente las destruía el propio artesano, ya que no se valoraba como un elemento de calidad artística.

Las labras y la técnica pictórica son deficientes; temples magros sin aparejo; estética similar a la estilo “Naïf” actual; labradas y policromadas en banco, para posteriormente ser montadas, como se trabaja en el resto de las demás estructuras. En el numero 8 del callejón indicado, aparecen dos alfarjes de principios del SXV: uno en planta baja totalmente policromado; pero que solo consta de viguetas y tablazón, y que curiosamente policroman en fingido, los agramilados, cintas y saetinos. Desafortunadamente en el de la segunda planta solo se han podido recuperar las viguetas que igualmente se encuentran policromadas.

hombre de palo toledo alfarje san pedro 10

Otro caso igualmente singular es el encontrado en el numero 10 del mismo callejón. La factura es igualmente poco refinada, las escudarías no son regulares; el tablazón y los “papos” de las viguetas nos sorprenden con una amplia gama de motivos decorativos, a modo de catálogo. Afortunadamente quedaron ocultos todos ellos por un doble techo de cañizo, que quizás les haya ayudado a mantenerse casi intactos, ya que parte del temple magro a desaparecido, evidentemente por una mala técnica de ejecución y por profusas capas de aceite de linaza y polvo de siglos. Aunque actualmente, y tras los tratamientos de Conservación y Restauración, podemos admirarlos disfrutarlos e incluirlos en el mismo catálogo que sus hermanos más agraciados, habiendo sido éstos que mostramos un ensayo para que los que lucen en los monumentos se muestren en todo su esplendor.

Luis Miguel Muñoz Fragua. Conservador-Restaurador de Bienes Culturales. Máster en Conservación preventiva de Obras de Arte.

Bibliografía: Rafols, José: Techumbres y artesonados españoles, Ed. Labor, núms. 456-457, Barcelona, 1953.   Nuere , Enrique; Nuevo Tratado de la Carpintería de lo Blanco. Ed. Munilla-Lería. 2001. Nuere Enrique.   Y varios.. : Artesonados de Toledo, Ed. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos técnicos de Toledo. Toledo, 1992. López Arenas, Diego.; Primera y segunda parte de las reglas de la carpinteria. . Facsímil , 1619. Martínez Cabiró, Balbina. Carpintería mudéjar Toledana. Cuadernos de la Alhambra nº 12. Granada

Fotografías del autor. Fotografía del alfarje restaurado del número 8 del Consorcio de Toledo, Pedro Salvador.

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