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Suzanne Grange y Raymond Edanz ha terminado su épico Mural del Anillo en la cafetería de la Universidad Laboral. Han sido tres años de trabajo y un proceso de creación, aprendizaje y adaptación casi siempre agotador. Tres años de dudas y tanteos: es la primera vez que acometen una obra tan inmensa y tan compleja. Han librado un combate sin tregua contra el fuego, los colores sometidos a ese mismo fuego, hasta cinco cocciones algunos, los temas a contar, los personajes que pueblan y palpitan en el mural, su organización en el espacio, el equilibrio entre unas figuras y otras, la armonización del colorido de los personajes cuando se juntan entre ellos. El diseño, primero, su traslación al barro, después. Un barro de alta calidad, como los colores empleados. Todo debe encajar para que nada chirríe. El resultado final no tiene que ser estridente, sino impactante. Tiene que sorprender al espectador, tiene que hechizarle. No hay que olvidar que el trabajo se realiza en un centro de formación y educación. Es como una extensión visual y técnica de la formación del alumnado. Por otro lado formará parte del proyecto identitario de un Centro educativo que empieza su andadura. El trabajo ha supuesto un ingente y apasionante esfuerzo que el matrimonio ha realizado con entrega, dedicación, estudio y audacia. Quieren dejar constancia de su presencia en el lugar que les ha encargado el trabajo en la ciudad de la que se han enamorado. Continuar leyendo