“Oye ahora lo que voy a decir y un dios en persona lo recordará más tarde. Llegarás primero a las sirenas, que encantan a cuantos hombres van a su encuentro. Aquel que imprudentemente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a sus esposas y sus hijos pequeñuelos rodeándole, llenos de júbilo, cuando torna a su hogar, sino que le hechizan las sirenas con el sonoro canto sentadas en la pradera y teniendo a su alrededor enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo” (Rapsodia XII – La Odisea-)

¿Hacia qué destino queremos dirigir nuestro barco? ¿Cuál es nuestra Ítaca donde nos esperan los nuestros?

Los representantes políticos regionales y municipales han decidido que la construcción de un gran parque temático, basado, según sus promotores, en la historia de España va a atraer para la ciudad y sus vecinos toda clase de venturas: miles de empleos, regeneración económica, oportunidades de negocio, revalorización  del nombre de Toledo como “marca turística” (que concepto tan ridículo), etc. Ese es el destino de una ciudad milenaria.Pareciera que los promotores del proyecto no pretendieran realizar un negocio, legítimo por otra parte, sino, casi exclusivamente, contribuir al bienestar y a la felicidad de todos los ciudadanos del entorno, de la ciudad, de Castilla-La Mancha y del más allá.

El gobierno regional, con su presidente a la cabeza están facilitando, incluido el Palacio de Fuensalida para su presentación, todos los trámites, documentaciones, subvenciones para desarrollar tan magno “negocio”. Todas las facilidades, y más, si fuesen necesarias para alcanzar los objetivos propuestos por los promotores.

Una empresa, Puy de Fou España, S.L., que nació apenas hace un año y que tiene un capital social mínimo (3.000 €) y que promete inversiones millonarias, contando con la inestimable ayuda financiera de los gobiernos central y regional, es decir, con el de todos los contribuyentes. La Alcaldesa y el Presidente del gobierno regional han proclamado que Toledo y la región se llenarán de turistas (más de 1.400.000 al año) y así nuestros pueblos florecerán como plantas primaverales, razón por la cual han declarado el proyecto de Interés Regional.

Pareciera que Toledo estuviese languideciendo, que nuestras calles, museos, sitios históricos estuviesen vaciándose, que el sector turístico estuviese en una crisis “existencial”, en fin, que el parque temático “Puy du Fou” viniera a rescatar, cuál paladín medieval, a esta ciudad decrépita.

Las sirenas (políticos y promotores) nos anuncian toda clase de venturas, pero, como nos cuenta Homero, cantan sobre un montón de huesos putrefactos: Ciudad de los Bosques (más de 8.000 empleos); Aeropuerto de Ciudad Real (miles y miles de empleos); Reino de Don Quijote (7.000 empleos); Caja Castilla-La Mancha (7.500 millones de euros).

Qué gran esfuerzo de los políticos, funcionarios, asociaciones, fundaciones o medios de comunicación, remando para acercarnos junto a las nereidas. Sólo unos locos parece ser que se han puesto cera en los oídos.

Tal vez, si fuese otro el rumbo, pudiésemos bogar para invertir en investigación, en empleos de calidad, en patrimonio, en educación, en la rehabilitación de espacios que se van degradando (edificios conventuales o en el de la calle Hnos. Becquer). Pero han decidido convertir Toledo en una gran parque temático, vacío de vecinos, lleno de turistas y visitantes, cada vez con más edificios que parecen “atrezzos” de un espectáculo cinematográfico.

Mientras multitud de pequeños empresarios y autónomos, que invierten todo su patrimonio para poder competir en igualdad de condiciones en una economía cada vez más salvaje y competitiva, sólo encuentran en las administraciones, en vez de aliados, escrutadores apostados al borde del camino.

Odiseo pidió a sus compañeros que le ataran al mástil de su embarcación para no perecer. ¿Qúe haremos nosotros?

Colectivo Descalzos

P.D. L@s Descalz@s reconocemos con franqueza que nuestro quehacer no tiene ninguna utilidad, en un tiempo donde el beneficio lo centra todo,  la admiración de la belleza de lo inútil y lo superfluo acorcha nuestro caminar.