Una oportunidad de vertebración territorial y de negocio
Recientemente se ha anunciado la supresión del servicio ferroviario de Alta Velocidad entre las estaciones de Madrid-Puerta de Atocha y Alicante terminal, causando un gran disgusto en aquella capital mediterránea. El ente público ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) ha anunciado que los trenes Madrid-Alicante saldrán y terminarán en la estación de Chamartín.
Hasta ahora la estación de Madrid-Puerta de Atocha (ahora rebautizada como “Almudena Grandes”) era la cabecera de las líneas de Alta Velocidad al Sur (Castilla-La Mancha y Andalucía) y al Este (Cataluña, Aragón y Comunidad Valenciana), y la estación de Chamartín (ahora rebautizada como “Clara Campoamor”) venía siendo la estación cabecera de los trenes que partían hacia el Norte peninsular: Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco… (aunque algunos procedentes del Sur -como el tristemente suprimido Regional Express Madrid-Aranjuez-Toledo- también salían y llegaban de allí, siendo Atocha estación intermedia).
En este caso Atocha no será estación intermedia: Los trenes destino Madrid-Alicante saldrán de la estación de Chamartín, ubicada a algo más de media hora en metro desde Atocha. Ello implicará que todos los viajeros procedentes del Sur con destino Alicante (como los que lleguen desde Ciudad Real, Puertollano, o Toledo, por ejemplo) deberán tomar tres trenes: Uno desde su localidad de origen hasta Madrid-Puerta de Atocha; otro desde Madrid-Puerta de Atocha hasta Chamartín, y por último el de Chamartín-Alicante. Además, el tiempo de viaje se incrementará de media en quince minutos, al estar Chamartín más alejada de Alicante que Atocha. A dicha demora habrá que sumar la duración del viaje entre ambas estaciones (media hora en metro, veinte minutos en cercanías) y sumarle además los tiempos de espera en Atocha y en Chamartín para efectuar los dos transbordos. En resumen, que la demora total puede llegar a ser de una hora. En el caso inverso, los viajeros procedentes de Alicante se quedarán tirados en Chamartín, viéndose obligados a transbordar hacia Atocha en autobús, metro o cercanías si su destino es el centro de la ciudad (lo más habitual en turistas o en viajeros de negocios), y a transbordar de nuevo si continúan viaje hacia el Sur.
Esta decisión ha sido justificada por la saturación actual de trenes en la Estación de Madrid-Puerta de Atocha, ya que a los operados actualmente por RENFE-AVE se sumarán en breve los de otras tres compañías que usarán también las líneas de Alta Velocidad: las empresas AVLo (filial de RENFE), OuiGo (filial de la francesa SNCF) e Iryo (filial de ILSA).
En cuanto se hizo pública la decisión, distintas entidades alicantinas manifestaron su protesta: Ayuntamiento, Diputación Provincial, Gobierno Autonómico… también entidades privadas, como la Cámara de Comercio, la Confederación Empresarial o el Instituto de Estudios Económicos de la Provincia de Alicante (INECA), que teme que se vean seriamente afectados tanto los viajes de negocios como los turísticos, si Chamartín pasa a ser estación cabecera. De igual modo se han sumado a la protesta los ayuntamientos de Elche y Orihuela, ciudades a las que también llega el AVE desde Atocha. Ha habido igualmente unanimidad política, entre el PSPV-PSOE y el PP-CV. Tanto socialistas como populares han criticado la decisión y piden que se mantengan algunos trenes con cabecera en Atocha. También otros partidos, como Unides Podem o Compromís.
En el caso de Toledo, nos encontramos con una capital de comunidad autónoma que lleva años con servicios de ferrocarril cada vez más precarios: tiempo atrás ya había perdido otros trenes que salían desde Toledo con destino a otras ciudades -como Zaragoza- ; en 2003 perdió sus trenes regionales, la conexión con el nudo ferroviario de Aranjuez y los trenes de mercancías; en 2011 se suprimió el AVE regional que conectaba la capital -pasando por Atocha- con Cuenca y con Albacete, y en 2020 se suprimieron varios servicios de AVANT, habiendo actualmente trece servicios ida y vuelta en vez de quince, es decir, dos menos que antes, de lunes a viernes, y sólo nueve servicios los fines de semana.
Tenemos pues dos problemas sobre la mesa: el deseo de los alicantinos de no perder su conexión con el Sur a través de la estación Puerta de Atocha y el desencanto de los toledanos por estar desconectados del resto de la comunidad autónoma y del país, teniendo una magnífica estación absolutamente infrautilizada, con sólo trece servicios con Madrid-Puerta de Atocha. Ambos problemas se podrían solucionar si existiese un consenso entre las instituciones de ambas comunidades autónomas para demandar que, si no todos, al menos algunos servicios AVE de los siete que actualmente salen a diario de Puerta de Atocha destino Alicante tuviesen su cabecera en Toledo. Es decir, que la línea sería pasara a ser Toledo – Madrid-Puerta de Atocha – Cuenca “Fernando Zóbel” – Albacete “Los Llanos” – Villena – Alicante. La única diferencia es que tendrían que salir desde Toledo veinticinco minutos antes, que es la duración del trayecto entre Toledo y Atocha.
Ello solucionaría varios problemas: Para ADIF y RENFE, se evitaría el actual problema de tener estacionados largo tiempo esos trenes tanto a la ida como a la vuelta en la saturada estación Puerta de Atocha, saturación que se ha puesto como excusa para el cambio a Chamartín. Al ser Toledo la cabecera, únicamente entrarían en Atocha unos pocos minutos para cargar y descargar viajeros y efectuar la inversión de la cabeza tractora. Además se conseguirían nuevos clientes (que tomarían el AVE destino al Mediterráneo desde la capital castellanomanchega en vez de usar otros medios como el automóvil o el autobús), y se daría más uso a la bellísima pero infrautilizada estación de Toledo.
Para Castilla-La Mancha se conseguiría el tan deseado efecto de “hacer región”, recuperándose la conexión ferroviaria directa de ida y vuelta entre la capital, Toledo, y Cuenca y Albacete, suprimida hace once años. No cabe duda de que la vertebración territorial debe hacerse de muchos modos, pero el transporte público ferroviario es un modo básico para ello, como saben de sobra los geógrafos, los sociólogos, los ingenieros y los politólogos. Vertebración que no sería sólo regional, sino extensiva a la Comunidad Valenciana, al crearse un enlace, ahora inexistente, pero muy conveniente, entre la capital castellanomanchega y el Corredor Mediterráneo.
Y para la Comunidad Valenciana sería también positivo, ya que ello supondría que se mantuviese la anhelada conexión con la estación Madrid-Puerta de Atocha, cuya supresión ya ha sido anunciada. Los viajeros procedentes de la Comunidad Valenciana seguirían llegando sin demoras, molestias ni transbordos al centro de Madrid, que es el destino final tanto de los turistas como de los que viajan por negocios o gestiones.
Está claro cuál es la posible solución que conviene tanto a Castilla-La Mancha como a la Comunidad Valenciana. Sería muy deseable que las instituciones públicas y privadas de ambas comunidades autónomas se pusiesen de acuerdo para, a través de una voz única, demandar al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) y a RENFE que den los pasos necesarios para trasladar a Toledo la cabecera y fin de línea de los servicios AVE con destino Alicante, o al menos algunos de ellos, que actualmente nacen y mueren en Atocha.
La unión de fuerzas por un bien común, una vez más, es necesaria. Y si a RENFE-AVE no le interesase, tal vez sí a los otros operadores de Alta Velocidad que anuncian tarifas a bajo coste: AVLo, OuiGo e Iryo. La negociación debería ser con las cuatro empresas en competencia por operar desde Atocha a través de la línea de Alta Velocidad Madrid-Levante. Raro sería que ninguna de ellas quisiese operar una línea que uniese la Comunidad Valenciana con la capital de Castilla-La Mancha pasando por Atocha, si así, además, se garantizan el uso de dicha estación.
Antonio Casado Poyales