Descubrimiento de manuscritos árabes coránicos [Quique J. Silva]

Sucedió en Toledo. 36 D16 Archivo VASIL

Don Julio Porres mostrando algunos ejemplares de devocionarios coránicos que han sido estudiados por el profesor Samso.

Permanecieron ocultos durante 4 siglos “entre tabiques” 


Fueron descubiertos en 1968, de manera casual, dentro de un espacio “entre tabiques” en la casa de la familia del Águila, de la localidad toledana de Ocaña.

Entre ellos se encontraba un curioso ejemplar de astrología y magia con horóscopos y formulas curativas, devocionarios coránicos, un Corán fechado en el año 1500 y un manuscrito cuya encuadernación está hecha con un fragmento de pergamino perteneciente a un contrato de compraventa fechado en el año 700 de la Hégira, que corresponde hacia el año 1325.

Pero además del interés científico-histórico, estos libros vivieron su propia “aventura” desde que los albañiles “metieron la piqueta” hasta su devolución final a los propietarios.

Don Julio Porres (en la imagen) relató en enero de 1969 como, tras su descubrimiento, todos los ejemplares fueron entregados a doña Mercedes Mendoza. Esta los llevaba consigo a Granada para que su tía, la profesora Joaquina Eguaras determinase su valor científico histórico. En las proximidades de Granada, doña Mercedes sufre un accidente de tráfico y todos los libros quedan esparcidos. Posteriormente, su familia se encarga de recogerlos.

1969 Descubrimiento de unos manuscritos árabes.

Tras el accidente, sus propietarios lo hicieron llegar a don Julio Porres Martín-Cleto, como experto y referencia más próxima para su análisis y estudio documental.

Con la familiaridad y confianza que da la relación vecinal, don Julio muestra a Maite y a Juan (Archivo Vasil) los ejemplares que le han sido depositados en su domicilio particular y a donde invita, días mas tarde, al ilustre profesor Samso Moya (que participaba en el Congreso de Cultura Hispano Musulmana) quien ratificó la autenticidad de los documentos y profundizó en el desarrollo de su contenido.

Tras permanecer ocultos durante 400 años y después de salir ilesos del accidente de tráfico, confiamos en que hoy en día estos valiosísimos documentos se encuentren a buen recaudo en la biblioteca de sus propietarios o en depósito de alguno de nuestros museos.

En 1969 hacer un traslado como el que se hizo no era una imprudencia; desgraciadamente, era habitual. La suerte quiso que estos se salvaran; pero desconocemos cuantos no se han salvado.

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Quique J. Silva

 

 

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