De las actividades extraescolares al “Guardaniños” [Quique J. Silva]

Sucedió en Toledo. 31 D17 Archivo VASIL


Pupitres de madera. Plumas estilográficas. Los primeros bolígrafos BIC. La leche Clesa en el recreo.

Ya, más o menos, todos asentados. La guarde, el cole, el insti, la uni (todo abreviado para ahorrar esfuerzos). Vuelve la clavada de los libros, el material y cómo no, las actividades extraescolares. Esas que toda la vida se han hecho en periodo lectivo y ahora, en aras de la modernidad, se realizan en muchos casos dentro del cole, pero aparte; y me explico.

Por primera vez y sin que sirva de precedente me voy a meter en un “charco”; mejor dicho, me voy a tirar de cabeza en él.

Soy de esa generación que se educó en jornada partida. Clases por la mañana y por la tarde. Si tenías suerte con el claustro, algunas veces tenían la deferencia de poner los Trabajos Manuales y la Formación del Espíritu Nacional después de comer, para ayudarte en la digestión. Y luego horas de deporte escolar y otras actividades. Cuando salias “del cole” lo hacías con todo hecho. Mejor dicho, casi todo; quedaba,  ¡cómo no !,  estudiar. Pero todo, por el mismo precio.

Llegan los años ochenta. Superado el trauma de la transición, los “progres” mandan. Toca hacernos más modernos, más liberales y más tolerantes que nadie. Para ello, las autoridades educativas con el beneplácito de los padres, inician las primeras pruebas en la enseñanza pública de la denominada jornada intensiva. ¡Gran invento!, en principio.

Por parte de los “enseñantes”, a los padres se nos vende la idea de una futura sociedad más libre y tolerante; menos encorsetada. “Màs pensar que memorizar”, nos decían. “Màs tiempo para el ocio, para la vida familiar y para el desarrollo de la persona“. Y todos los que en esos momentos nos considerábamos más o menos liberales y económicamente estables, estábamos muy de acuerdo.

….. y así fue como empezaron las primeras pruebas piloto de la jornada intensiva.

Sin embargo, todos aquellos que, para su desgracia, no disfrutaban del trabajo solo de mañana, inmediatamente se percataron del problema “funcional” que se les venía encima. Se pasaba de una conciliación horaria de mañana y tarde a un grave desajuste ¿qué podían hacer con sus hijos los padres y madres trabajadores entre las 15,30 y las 18,00?

……. y así fue como nacieron las actividades extraescolares.

Reconocible para muchos. El antiguo patio de los Maristas con la pista polideportiva de baldosas de cemento, que era la envidia del resto de “coles”.

Los primeros años estas actividades se desarrollan en el mismo centro, prácticamente como una “prolongación” voluntaria y necesaria. Todo correcto. No obstante, estaba gestándose el embrión del “guardaniños”. Sin medios, sin objetivos y hasta en algunos casos, dependiendo de la buena voluntad del conserje del colegio a la hora de abrir y cerrar puertas y patios.

En pocos cursos se asienta la novedad de “solo clases por la mañana”. Ya nadie puede discutir la bondad educativa de la medida, pero los encargados del proyecto empiezan a cambiar sus planteamientos iniciales. En su legítima defensa, alegan responsabilidades que no les corresponden, ajuste de horas laborales y todo tipo de argumentos irrefutables; logrando, tras un periodo de transición inevitable, desaparecer prácticamente de las aulas una vez finalizado el horario estrictamente lectivo.

En este nacimiento y recorrido del “guardaniños” cobran especial relevancia los comedores escolares, resolviendo dos problemas muy importantes: por un lado la alimentación diaria de los chicos y chicas en edad de crecer y, por otro, menos confesable, hacerse cargo de los niños a la espera de que padres y/o abuelos puedan recogerlos.

Todas esas vueltas se han tenido que dar para llegar a la misma situación social. Si los padres no tienen jornada intensiva, necesitan un “guardaniños” por mucho que se les quiera cobijar bajo el paraguas denominado “actividades extraescolares”

¿Dónde está la trampa?

Pues, como decía “El Guerra” (que era un torero no un filósofo): “Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible”.

1.- Los padres (en general) ahora tienen que trabajar más horas para obtener menor salario.

2.- Las jornadas laborales intensivas se han ido cambiando por horarios de mañana y tarde.

3.- Las jornadas escolares partidas han desaparecido en favor de las intensivas.

Fórmula mágica:

MENOS SALARIO X MÁS HORAS DE TRABAJO / MENOS HORAS LECTIVAS = MÁS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES

Después de cincuenta años nos encontramos con un esquema social que ahora se denomina “conciliación de la vida familiar y laboral”,  ¡que no hay Dios que cuadre!

Las parejas jóvenes demoran su emancipación todo lo posible. Tener hijos se ha convertido prácticamente en un lujo al alcance de muy pocos privilegiados y, si por fin decides tenerlos, debes compartir la custodia y crianza con el comedor escolar, el inglés, el ballet, la informática, fútbol, baloncesto, etc., etc., etc.

Todo dependerá de las horas que necesites que “alguien te guarde los niños” bajo el eufemismo de una educación mas liberal, más  completa, más  europea….. ¡Más leche!

¡¡ Menudo marronazo !!

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Quique J. Silva

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