Bailemos un vals
Cuando ayer encontré la peseta y el duro en el coche, me vinieron a la memoria la cantidad de cosas que tengo guardadas, a modo de recuerdos. Hoy he subido al altillo del garaje dispuesto a ir abriendo cajas. Continuar leyendo
Cuando ayer encontré la peseta y el duro en el coche, me vinieron a la memoria la cantidad de cosas que tengo guardadas, a modo de recuerdos. Hoy he subido al altillo del garaje dispuesto a ir abriendo cajas. Continuar leyendo
Hoy es domingo. Pero parece lunes, martes, miércoles, jueves, viernes o sábado. Ahora todos los días son iguales. Ni siquiera se puede ir a misa. Continuar leyendo
Hoy he puesto una lavadora. Bueno, dos.
He cogido la hoja de instrucciones manuscrita de “la jefa” y he seguido paso a paso todas sus indicaciones. Continuar leyendo
Hoy he ido de compras al súper (que por cierto, nunca fue más “super” que ahora).
Llovía y la fila se formaba en la línea perimetral del parking. El orden social se autogestionó para establecer como límite de seguridad la distancia de un coche; exactamente el espacio que queda entre uno y otro para poder resguardarnos de la lluvia bajo la cubierta metálica. Continuar leyendo
Por todos lados me bombardean diciendo que para esto del encierro lo mejor es establecer “rutinas”.
¡Pues vaya leche! Continuar leyendo
¿Queréis que hablemos de sexo? Empecemos por las bragas. En solo dos días en casa he descubierto bragas de mi mujer que jamás habría imaginado. Ni puestas, ni quitadas. Continuar leyendo
Entre las muchas cosas que nos proponen para estos días de “recogimiento” una de ellas es escribir. Yo lo hago en forma de Diario. Quiero plasmar solo la parte más positiva de estas jornadas de reclusión familiar (vividas, oídas o imaginadas) que la madre naturaleza nos ha regalado en forma de pandemia. Continuar leyendo
Don Benito Pérez Galdós no tiene estatua en Toledo. Debiera tenerla. Se valora lo que se conoce. Habría que conocer y reconocer a Galdós como él conoció y reconoció a Toledo en su obra. Vino mucho por la ciudad. Quienes creemos en lo mágico y lo heterodoxo estamos convencidos de que Galdós y Toledo era esencial que se encontraran. Una ciudad como la cervantina “peñascosa pesadumbre” siempre con alma militar y centro de inquisidores necesariamente tenía que abrazar, y ser abrazada, por el hijo de un militar y nieto de un inquisidor. Conmemoramos los 100 años de su muerte y los 150 de su primera novela entre las 77 que escribió. Hay que celebrarlo leyendo y más que leyendo. Continuar leyendo
Publicado en este mismo “blog hombredepalo” el texto titulado “Mujeres del bosque”, con citas de la novela”, “La Chica”, de Edna O´Brian, me di cuenta que había cometido un error. Para identificar el tipo de “horror” que se describe en la narración, me refería al “horror” que Joseph Conrad cuenta en su novela “El Corazón de las tinieblas”, descripción absoluta del mal. Mi error consistió en creer que todos los lectores conocerían la obra de Conrad. Me equivoqué. Como comentaría algún lector del texto publicado en el blog, con dibujos de Antonio Hernando, no se conoce la novela y hasta se ignora que sirviera de base para el guión de la película de Coppola, “Apocalypse Now”. Continuar leyendo
En el invierno azul paro mi caballo frente al cristal terso y frío de la confitería. Sin saber si miro, o solo veo, recorro la curva toda del planeta, las arenas bordadas del desierto, los ojos como perlas, la boca con una fruta escarchada, la anguila santotomeña con escamas en su caja, solo ella tubo escamas como los peces en un principio, cuando el principio era el verbo y confluyeron el azúcar, la miel y las almendras. Viajo por los cerros hostiles del recuerdo y encuentro la nostálgica emoción de los sabores. ¡Almendra! ¡Mística almendra! Un golpe de cielo es el azúcar y los rayos de sol, hilos de miel. En la soledad cierro los ojos y me suena Bach en la cabeza. La boca se va volviendo húmeda, un mar se agita y seres invisibles despiertan una a una a todas las papilas. El rostro en el cristal no oculta la sorpresa, mientras crece en el paladar una enredadera y el viento de la respiración trae ¡yo qué sé! zarcillos, lianas, semillas que se derriten. Su prosa es exquisita, puro néctar, ambrosía, un himno a la lengua, cuya lectura emociona hasta la médula. El pensamiento revive en el recuerdo de la infancia. Más allá otra bandeja. Conejitos, trompetillas, zambombas, jamoncillos con su moño de cabello de ángel… Es la tierra, la arena de oro que estalla y amarra los ojos a un estatismo. Vago aroma de astros disolviéndose invade la sonrisa. ¡Sí! ¡Ahí está! Responde al eco del deseo y mi corazón golpea desde lejos, desde entonces, desde mi nacimiento acaso. La luz se adelgaza como animal que corre perdiéndose en la sombra y me dice al oído lo que nadie me enseñó y supe siempre: es el sinfónico sabor concertante del ¡mazapán! de mi patria, de mi madre, de mi infancia. Continuar leyendo