Romeo: un pequeño gran hombre [Luis de Toledo]

la India a pie de foto (1)

En el otoño de 2010, durante uno de mis viajes a la India, me propuse visitar a Romeo y hacerle un pequeño reportaje. Romeo era un diminuto personaje que fue reconocido por el Libro Guinness de los Récords (2008) como el fisicoculturista más pequeño del mundo. Ya han pasado ocho años desde aquella reunión y en aquellos momentos ya intuía que iba a vivir momentos inolvidables. Y esa experiencia lo fue. Murió dos años más tarde; recibí un correo electrónico de su entrenador cuando preparaba otro viaje a ese país con la intención de volver a visitarlo. Romeo había muerto a causa de un pronosticado aneurisma. Sólo tenía 24 años de edad, de los cuales,  los 17 primeros, estuvo sin salir de su casa.


Consultando la infraestructura de los trenes de pasajeros de India (www. Indianrail.gov.in/) es fácil llegar a cualquier parte del país.Para asistir a la cita con Aditya Dev “Romeo, aquél día de octubre, llegué a la ciudad de Phagwara en un tren nocturno en el que extrañamente no iban turistas. 

Era muy temprano y deseoso de conocerlo, no me entretuve mucho tiempo en buscar alojamiento y me acomodé en un modesto hotel próximo a la estación. Prepararé el equipo fotográfico, bajé a desayunar y un motorickshaw (tuc tuc) me llevó hasta el lugar del encuentro que previamente había concertado con su preparador físico. Apenas llevaba esperando unos minutos en el gimnasio cuando vi a Romeo llegar con sus padres y su hermano que lo cargaba en brazos. El chico vestía camisa y pantalón negro con una chaqueta roja de manufactura materna que le quedaba bastante holgada.

Tras los saludos y las pertinentes presentaciones, como no sabía cuánto tiempo iban a dedicarme propuse hacer algunas fotografías informales allí mismo, en las oficinas del gimnasio y en las paredes exteriores.

El entrenador de Romeo, Ranjit Pal, era un famoso instructor local de culturismo que, en aquellos momentos, ostentaba varios récords mundiales. Uno de ellos por ser la persona ‘senior’ que más saltitos daba con la comba en un minuto y, sobre todo, también presumía de haber sido varias veces ‘Míster Punjab’

De acuerdo con el padre del chico, el señor Pal quería introducir a Romeo en aquellos ambientes que a él tanto le gustaban: el culturismo, la lucha y los bailes de las películas. Desde chiquillo, Romeo, pasaba la mayor parte de su tiempo imitando a los bailarines de Bollywood que veía por la tele.

Más tarde me invitaron a continuar en su casa para seguir haciendo fotografías en un ambiente más íntimo.

Lo primero que hizo Romeo cuando llegamos a su casa, de nombre  “Romeo Niwas” (Residencia Romeo en punjabí) fue llevarme a su habitación y mostrarme una maleta repleta de dvd’s  de grupos musicales y bailes modernos. Luego sacó de un cajón su carnet del gimnasio “Leo Health Club”, de Phagwara*, en el que se podían leer sus datos personales: Aditya Dev, 22 años, 82 cm de estatura, 9 kg de peso…

* Para situarnos en el mapa de ese vasto país, diré que Phagwara es una ciudad de escaso interés turístico de la región de Punjab, al norte de la India. Pero cerca de la sugestiva ciudad de Kapurthala (a 40 km) el antiguo estado en el que reinaba el riquísimo Maharajá Jagatjit Singh, aquél monarca que en 1906 se enamoró en Madrid de la malagueña de 16 años Anita Delgado. En aquellas fechas se iba a celebrar la boda del rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, y el maharajá era uno de los invitados. Anita bailaba de telonera en el Kursal, un café-teatro de variedades en el Madrid de la época. Dos años más tarde en 1908 se casaron y Anita se convirtió en la famosa Maharaní (princesa en India) que Javier Moro inmortalizó en su best seller “Pasión India”.

Romeo no es un enano propiamente dicho, pues la mayoría de ellos tienen la cabeza grande en comparación con el cuerpo. Él es pequeño pero proporcionado y cuando lo ves por primera vez impresiona bastante. Con su cuerpecito de bailarín de discoteca y culturista en reposo, llegó a levantar, repetidamente con una mano, mancuernas con más de un cuarto del peso de su cuerpo, algo difícil de igualar por cualquier persona de complexión normal.

Me dijo que al igual que el baile, le entró la afición por los músculos, desde niño, al ver en la tele la lucha libre típica de la India. De esa forma comenzó a ejercitarse levantando pesas en su casa… “Siempre veía los combates de lucha libre, así es como me inspiré para ser un campeón”. Su trabajo fue dando frutos y, tres años antes de aquella cita, el libro “Limca” de los records indios y al año siguiente, el Guinness, le nominaron el fisicoculturista más pequeño del mundo.

En aquellos momentos de mi visita ya no estaba en buena forma, había surgido un inconveniente y la familia temía por su salud y por su vida. Sabían que corría peligro y dejó de practicar la férrea preparación física a la que había estado sometido durante los últimos años, pues de seguir así, aquellos entrenamientos vencerían su frágil estado de resistencia y salud. Romeo dijo que se sentía muy triste debido a que no disponían de la financiación suficiente para llevar a cabo un tratamiento médico necesario que le ayudase a atajar el reciente diagnóstico: aneurisma cerebral. Se buscó la financiación realizando intervenciones en diferentes cadenas de televisión nacionales y algunas de otros países, con entrevistas y demostraciones de algunas de sus habilidades físicas. Pero no consiguieron el dinero suficiente para el tratamiento.

Romeo era encantador en el trato cercano, se dejaba querer con facilidad, como un niño tierno e ingenuo. Era pequeñito, sí, pero matón. Y le gustaba vestirse en plan friqui para simular o parecer un provocador o un chulito bailarín de discoteca.

En aquellos momentos me dijo que tenía dos sueños principales: quería viajar al Reino Unido para bailar sobre un escenario con su ídolo, el rapero Jazzy-B: un actor, cantante y compositor nacido en un pueblo de al lado; Nawanshahr, a 24 km de Phagwara.

“Quiero viajar mucho porque mi tamaño no me impide hacer cualquier cosa ni moverme por todos lados”.

Su otro sueño era curarse para poder vivir y conocer a toda la gente que le admiraba. Al menos el mismo tiempo que pasó sin salir de su casa: 17 años.

El padre de Adyita Dev decía orgulloso que a su hijo nunca le había preocupado su baja estatura y que nunca había tenido complejo de inferioridad.

Aunque creo que su poca altura le hacía parecer más tímido, especialmente con las mujeres. No tiene novia, pero decía con una sonrisa picarona: “Las chicas me encantan y me gusta mucho que me cojan en brazos…”

Luis de Toledo

 

En el siguiente enlace de vídeo se puede ver a Romeo en plena forma. Romeo Dev: el fisioculturista más pequeño del mundo.

 

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