Sucedió en Toledo. 13 D17 Archivo VASIL
Manuel Fuentes Lázaro. Toledo 1950. Formalmente, Maestro en Forja Artística y Metalistería; humanamente, Maestro Escultor y, sobre todo, buena gente.
Manolo es el “verso suelto” del arte contemporáneo toledano. Alejado siempre de los grupos, grupúsculos, pandas y demás colectivos de “artistas”, ha seguido a lo largo de su vida una trayectoria individual, independiente y ajena a las luchas de poder cultural en una capital de provincia necesitada, durante muchos años, de un referente intelectual.
Es, por mérito propio, el profesional de los concursos. A través de los numerosos certámenes en los que ha participado, Manolo ha ido introduciendo su obra en importantes lugares de Toledo, Castilla-La Mancha y el resto del país. Se ha movido en ese terreno con sigilo pero con firmeza; con humildad pero con orgullo. Su personalidad, tan fuerte como el acero que trabaja, le han convertido a lo largo de los años en uno de nuestros escultores más reconocidos y galardonados.
Como casi todos, este artista se inició en varias disciplinas de las artes plásticas y, así, en 1970, el Archivo Vasil recoge una imagen de su primera exposición individual en la sala de la Caja de Ahorro Provincial de Toledo. En sus pinturas y, sobre todo en sus dibujos, el joven Fuentes ya lograba sorprender.
Desde su pequeño taller en el Poblado de la Fábrica de Armas, donde ha vivido toda su vida, definitivamente centrado en la escultura, ha ido “pariendo” todas y cada una de sus obras. Seres inanimados pero dispuestos a olvidar la frialdad de sus materiales a costa de la armonía de sus bultos y líneas (que diría el erudito).
Pero, a pesar de su independencia social, ha conservado y mantenido su posición dentro de la sociedad artística toledana. Los colegas le aprecian, le respetan e incluso, algunos, le envidian. Manolo no ha sido nunca herido en esa lucha fratricida por el protagonismo o el ego que todo creador necesariamente alimenta.
La única “lucha” que yo le atribuyo (y que personalmente me ha manifestado en varias ocasiones) es su empeño por poner la escultura en el plano que le corresponde. Siempre se ha quejado -no sin razón- que eran muchos los premios de pintura y pocos los de escultura. Que los que trabajan en tres dimensiones, como él, tienen muy pocas oportunidades de exhibir y de difundir su obra. Pues bien Manolo, desgraciadamente, entre todos, hemos logrado que la pintura y la escultura se igualen en el mismo plano. La “crisis” ha resultado la excusa perfecta para que ahora no haya ni para unos ni para otros. Aunque, lógicamente, ni tu ni yo tenemos la culpa.
Manolo ha ido siempre por la vida “de normal”. Probablemente, porque lo es…… que no es poco.
Sigue creando, sigue pariendo y sigue luchando; mientras tanto se seguirán construyendo rotondas donde colocar una escultura, con la esperanza de que, algún día, alguien se dará cuenta de que las están ubicando en espacios donde es realmente imposible disfrutar de su contemplación.
Ni las rotondas pueden llegar “a más”, ni los escultores “a menos”. ¡¡Traslados ya, por favor!!
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Quique J. Silva
Maravilloso artículo, Quique. Nadie ha descrito con tanta precisión la personalidad de Manuel
Excelente obra la suya.