Sucedió en Toledo. 45 D16 Archivo VASIL
Antes y después. En los años setenta la iluminación de la ciudad se concentraba fundamentalmente entre la plaza de Zocodover y el Ayuntamiento. Simples guirnaldas de bombillas; en algunos casos con estructuras de tubo en forma de estrella.
El punto más emblemático de esa iluminación era la gran farola que emergía hacia el cielo, a gran altura (para el entorno), iluminando desde esa atalaya toda la superficie de la plaza. La farola “moderna” desapareció para dar paso a un tipo de iluminación más clásica acorde con el entorno de la significativa plaza.
La escalera telescópica, instalada sobre un pequeño vehículo, permitía a los operarios municipales acceder, por medios mecánicos, a los espacios mas recónditos de la ciudad.
En la foto de día, el electricista municipal -¡Solo ante el peligro!-, mira hacia abajo donde comprueba en carne propia aquello de “uno trabajando y dos mirando“. Porque pendiente, lo que se dice pendiente, uno de ellos no parece estar.
Por la noche, todos los gatos son pardos y la columna de luz, contra la semioscuridad de la plaza, podría resultar hasta bonita.
O como se decía en aquel tiempo: “sencillo a la par que elegante”.
(Archivo VASIL: ver más entradas)
Quique J. Silva
“Sencillo a la par que elegante”… ¿Se puede decir lo mismo de la iluminación navideña del puente de San Martín en nuestros días?