La Fábrica de Armas de Toledo comienza su construcción con el conjunto hidráulico ideado por Sabatini integrado por el edificio de la Real Fábrica de Espadas y el conjunto de obras de ingeniería que comprenden la captación de aguas del río con la construcción del azud, el canal enterrado y las infraestructuras de la parte posterior del edificio de Sabatini. En esta zona, las dos ruedas mueven las piedras de amolar y acicalar las espadas, piedras de arenisca llegadas de Alhambra “la roja”.
Para acceder a este conjunto una puerta que señala la entrada y que se mantendrá como acceso principal al conjunto cuando la instalación vaya creciendo y aumentando en edificaciones y diferentes materiales de fabricación. La fotografía de Laurent con el rótulo de 1867 nos presenta una imagen ornamentada con un juego de columnas dobles que sustentan un dintel con el rótulo de Fábrica de armas blancas, año de 1867 y los adornos superiores en el centro y en los dos pórticos laterales.
Siete años después el plano de 1874 de Muñoz Yerro del cuerpo de ingenieros del ejército dibuja la fábrica en una situación inicial con el edificio de Sabatini y algunas pequeñas edificaciones en su entorno.
El plano plantea la necesidad de protección del conjunto y para ello propone unas obras de defensa formadas por dos torreones defensivos que acotan el recinto, entonces limitado al edificio proyectado por Sabatini y un conjunto de edificios denominados almacenes. En el frente las torres 1 y 2 se unen mediante “cortinas”, muros con planta quebrada que tienen en su centro la puerta de acceso. Las cortinas tienen un doble muro que en su interior aparece denominado “cuartel” con pequeñas perforaciones en su parte superior. Los remates laterales con elementos cilíndricos con salientes en tres direcciones y un volumen interior más alto que el general. Se configuraba así un cerramiento defensivo resultado de las invasiones de los franceses en los años que habían obligado a trasladar muchos de los enseres de la fábrica.
El proyecto defensivo se valoraba en 50.000 pesetas “que se comprometió a sufragar el ayuntamiento de dicha ciudad. Más, como no se ha entregado sino 25.000 pesetas, ha sido necesario modificar el trazado primitivo y suprimir la corona central de las torres”
En los planos se indicaba como a la puerta llegaban dos caminos: uno que venía de la puerta de Visagra y otro de la puerta del Cambrón. Caminos que separaban las propiedades de don José Safón y de don Lino Pérez.
De este momento quedan restos especialmente en el lateral derecho del conjunto. El torreón derecho tiene entero su interior cilíndrico hueco y en uno de los salientes se localiza el espacio acondicionado para alumnos. La otra imagen la ofrece el muro de cierre lateral del conjunto con los huecos a ritmos uniformes similares a los que dibujaba Muñoz Yerro.
Cuando se dibuje el plano del Servicio Geográfico de Ibáñez Ibero, la entrada tiene la forma marcada por el proyecto de Muñoz Yerro que continúa en proyectos de las primeras décadas del siglo XX. La entrada irá cambiando su imagen y reduciendo en alguna medida el aspecto hermético de instalación defensiva, pero conservando los controles militares que se ubican en el exterior del recinto. Dos pilastras centrales enmarcan las rejas del acceso y del arco metálico superior, con dos pilastras menores a ambos lados a continuación de las cuales se ubican los dos puestos de control de planta cuadrada.
Será ya con el desarrollo de la fábrica y sus instalaciones cuando se creará la segunda entrada, la “puerta de obreros” que avanza de la línea del conjunto hasta el exterior. Una entrada más sencilla con dos pilastras laterales y una cancela metálica que será el soporte de los carteles de huelga cuando se plantee el cierre de las instalaciones.
Con el proyecto de la Vega Baja se trasladará esta puerta a una zona cercana a la muralla en un lateral derecho, junto a la galería de tiro en una voluntad municipal de limitar los terrenos de la Fábrica a su estricto recinto amurallado. Ahora las dos entradas son accesos a un conjunto que ha cambiado de uso renovando sus instalaciones, pero manteniendo la huella que el tiempo ha ido dejando a lo largo de los siglos de existencia. Probablemente es tiempo de que los muros defensivos se hagan más trasparentes para evidenciar el cambio pacífico de sus actuales espacios. Un espacio universitario, cada día más invadido por los vehículos, que podría asomarse al yacimiento de la Vega Baja que duerme en la tranquilidad del abandono desde hace ya ocho años.
Diego Peris, doctor arquitecto.
El autor preside actualmente la Fundación Miguel Fisac