Sucedió en Toledo. 04 D19 Archivo VASIL
Consuegra es un pueblo toledano, ligado esencialmente a la universalidad de sus molinos. La crestería del cerro Calderico ha sido, y es, imagen de La Mancha más profunda, más autóctona y más literaria, merced a la obra del insigne don Miguel.
Pero Consuegra pide más. Tiene dentro un “oro rojo” dispuesto a brotar desde lo más hondo de sus tierras. El Azafrán.
En una mezcla entre la promoción agrícola y ganadera, la turística y la literaria, los más destacados intelectuales del pueblo -con el apoyo de las autoridades de la época- decidieron en 1963 promover, crear y financiar, la Fiesta de la Rosa del Azafrán, que a lo largo de sus más de 55 años de historia, ha ido sumando y restando actividades, actos y protocolos, pero siempre con un mismo fin: la promoción del oro rojo consaburense.
Basta una flor. Solo con este elemento, los concursantes tienen que demostrar toda su habilidad a la hora de separar el “clavo” del “pajizo”. Ganará quien más flores monde en el menor tiempo y penalizará cualquier “pajizo” en el plato del “clavo” y viceversa. Parece sencillo, pero es todo un arte.
En aquellos primeros años, la Fiesta de la Rosa del Azafrán ya resultaba ser todo un acontecimiento. Concursantes de toda la zona geográfica se daban cita en la plaza de Consuegra para hacerse valedores de los primeros premios. Villafranca, Camuñas, Membrilla, Munera….. y no faltaba el detalle de sus respectivos trajes locales según el pueblo y la zona manchega.
Los hombres, de “blusón”, como mandan los cánones. Y los que no, de chaqueta y corbata como señal de respeto a la Fiesta. Todo en la plaza. Todos rindiendo honores al Azafrán.
La cita es anualmente en octubre. Hay que estar pendiente de las informaciones y programa de actividades que edita el Ayuntamiento.
Un consejo: añadidlo a las actividades de 2019, merece la pena.
(Archivo VASIL: ver más entradas)
Quique J. Silva