Todas las fórmulas expresivas que tenían vigencia a finales del siglo XX, con sus evoluciones y los eclecticismos derivados, han tenido su continuidad en el siglo XXI. Podemos destacar como elemento de continuismo, a todo aquello relacionado con los eclecticismos: utilización de diferentes bases expresivas en una misma obra de arte. Para ello, es importante tener en cuenta que las bases expresivas del género humano –que son coincidentes con las expresiones plásticas- están guiadas por seis formas de expresión: 1). Mimetismo (tiende a copiar todo aquello que es percibido por medio de los ojos); 2). Geometrización (crea y utiliza estructuras geométricas lineales, bidimensionales y tridimensionales); 3). Surrealismo (que abarca la representación de fantasías, sueños, milagros…); 4). Expresionismo (manifiesta exaltaciones, gesticulaciones, acciones fugaces…); 5). Abstracción (expresiones que evitan y prescinden de representaciones realistas); 6). Conceptualismo (conceptos, ideas o teorías que analizan y explican los diferentes esteticismos). Se produce un eclecticismo cuando, en una obra plástica, aparecen dos o más de estas seis expresiones básicas. Continuar leyendo
Relato
La ciudad de Porfirio [Paco Rojas]
Los pueblos se están transformando en masas anónimas, movidas y niveladas por un poder central autoritario y sin “control”… El hombre, con tal de tener seguridad acerca de su alimento y de su paz, está dispuesto a renunciar a todas las prerrogativas de la libertad, del genio, de la creación, del riesgo…
“El libro negro”, Giovanni Papini
Porfirio se paró a recordar cómo él creía que era aquella plazuela: pequeña plaza de la que salían o entraban calles estrechas con funciones similares a las de vasos comunicantes. La luz era tan escasa que a él le parecía que se alimentase de recuerdos, entre tinieblas; o que pretendieran retroceder en el tiempo y volver a los hachones que, en otros siglos, debieron crepitar desde las mismas esquinas. Allí percibió de qué manera la oscuridad de los rincones le provocaba sentencias imaginarias, recuerdos sombreados por retóricas historias… Esa raquítica luz le prestaba color al musgo seco incrustado en las carcomidas piedras de las esquinas. La calzada, mal empedrada con cantos rodados, parecía estar a la espera de lo que el tiempo decidiera hacer con ella. Las callejuelas estaban desiertas, silenciosas, como sumidas en soñarreras tras los calores del día. Mientras caminaba, intentando amortiguar la resonancia de sus pasos, Porfirio veía, mirando hacia atrás y hacia delante, cómo su sombra se encogía y se estiraba cada vez que pasaba bajo la luz de alguna farola. Continuar leyendo
Por Toledo en el siglo XII (y II) [Jesús Fuentes Lázaro]
SEGUNDA PARTE
Gerardo ha venido a Toledo porque ha oído hablar en Cremona y en Chartres de la ciudad. Se contaba que guardaba libros únicos de la antigüedad, libros originales o traducidos de los sabios árabes, que huían de los almorávides o de los belicosos reinos cristianos del Levante. Ya en Toledo, aún se contaba con emoción, la última gran entrada de libros. Para la ciudad, en exclamación de Galib, la llegada de nuevos libros, iba a resultar la fiesta del libro, no por reiterada, menos atractiva. Continuar leyendo
Por Toledo en el siglo XII (I) [Jesús Fuentes Lázaro]
PRÓLOGO
La declaración de “Estado de Alarma” por la aparición de un virus incontrolable suspendió la realidad. Pero no solo el presente, también el futuro, se congelaba. Quedaba únicamente el pasado. Recordar el pasado nos podía mantener en una cierta sensación de continuidad. Pero ¿qué periodo del pasado elegir para no perder la seguridad de la pertenencia? Lo aconsejable: un tiempo en el que casi todo pudiera ser “inventado”. Un siglo propicio podía ser el XII. Tan lejano como para que pudieran cohabitar, sin molestos chirridos, la realidad de los sucesos con la irrealidad de lo imaginado. Aunque, lo advierto, nada de relacionarlo de la serie “El Ministerio del Tiempo”. Continuar leyendo
La pandemia. [Antonio Sánchez-Horneros]
Aquella noche la preocupación por el futuro de la humanidad no le permitió conciliar el sueño. Él debería encontrar una solución para sus criaturas. Pensó dios durante siete días con sus noches, desayunando un día sí y otro no —pues en la mortificación se aguza el ingenio, lo dijo San Simeón el estilita al que tenía bastante aprecio— en la confianza que ayudado por el espíritu santo, al que por ser una paloma no le afectaba la pandemia, encontraría una divina solución para salvar al género humano dado que los otros géneros, salvo algún gato, no corrían peligro. Continuar leyendo