Sucedió en Toledo. 11 D18 Archivo VASIL
Josefina de Attard y Tello (1927-2010). Fina de Calderón, así firmó gran parte de su obra y así firmaba las invitaciones a su Cigarral de El Santo Ángel Custodio, en Toledo, donde llegó a congregar a las personas más importantes del panorama nacional e internacional. Españoles y extranjeros, relacionados con el mundo de la cultura han pasado por las terrazas y salones del cigarral El Ángel donde Fina ejercía de perfecta anfitriona.
Pero no hacía falta que fueran importantes; cualquier razón era buena para convocar a un selecto grupo de poetas que pasaban la mañana, la tarde y parte de la noche conversando sobre lo Divino y lo Humano. Sobre Dante y Machado, Rubén Darío y Alberti. Sí, Alberti y otros muchos contemporáneos suyos prohibidos en universidades e institutos. Fina no conoció a Machado a través de los discos de Joan Manuel Serrat (como la mayoría de nosotros). A pesar de su entorno aristócrata, Fina y otros muchos intelectuales como ella, se encargaron -de manera más o menos clandestina- de mantener encendida la llama del conocimiento relacionado con los autores, músicos y literatos, no alineados al poder establecido.
Fina en los jardines del cigarral toledano Santo Ángel Custodio. A su lado, con corbata, el poeta toledano don Clemente Palencia. A la derecha de la imagen su marido, Fernando Calderón.
Recital de poesía ofrecido por Fina de Calderón en una de las salas del cigarral.
Hoy, gracias a la labor de conservación del patrimonio que allí ha realizado y realiza la Fundación Solis, tenemos la oportunidad de pasear por los jardines del cigarral. En mi caso, no puedo dejar de ver, a través de las fotografías, una vida cultural ligada a aquel espacio tan singular y tan toledano. No puedo dejar de pensar en el inmenso patrimonio que Fina dejó: ¿dónde se encuentran todos sus poemas, libros, conferencias, cartas, entrevistas?.
A lo largo de su vida, nuestr a poetisa, compositora y literata, se relacionó y carteó con personajes como Pau Casals, Gregorio Marañón, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez….. Maurice Chevalier, Edith Piaf o la reina de Bulgaria Juana de Saboya,
Hace años, por motivos laborales, tuve la ocasión de ser testigo en el ofrecimiento que hacía la familia para que, algún tipo de entidad o institución toledana, se hiciera cargo del patrimonio audiovisual de Fina de Calderón. Hoy, casi diez años después, no sé que ha sido de todo aquello. Desde mi humilde opinión sigo pensando que Toledo le debe a Fina de Calderón un reconocimiento institucional y social.
Las personas como Fina pueden morir, pero nunca deberían desaparecer.
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Quique J. Silva