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Prearquitecturas. Pensar, construir, habitar
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Entrega 3. Construir
La acción de construir da forma a la arquitectura, la traslada del mundo del pensamiento al mundo de la materia. El acto de construir necesita de la materia, pero el construir es anterior a la tarea de construir, se inicia al mismo tiempo de ser pensada la arquitectura. Pensar y construir forman una unidad inseparable.
En el momento de pensar la arquitectura, ya reflexionamos sobre las propiedades sensoriales, sobre el significado cultural de la materia; sobre sus leyes propias, las que nos permitirán a través de la tarea de construir captar algo de su esencia originaria, de su modo de hacerse presente mediante su capacidad de ser. Una capacidad de ser, a veces inesperada, que incluso llega a transmitirnos la esencia de la naturaleza y de la vida.
Y eso nos conduce a pensar que sólo toscamente podemos concertar entre sí materia, forma y función; porque la subordinación íntima de las tres y su profundo enlace, únicamente podrían ser obra de la naturaleza. La manipulación que realiza el hombre sobre la materia para convertirla en agente de la idea a la que quiere dar forma y del uso al que prevé va a ser destinada, no puede llevarse a cabo sin alterar o estorbar su orden natural. Cuando construimos o fabricamos, ignoramos y olvidamos gran parte de las cualidades de la materia que empleamos y hacemos sólo uso de algunas de esas cualidades, de las que en cada momento nos interesan para nuestro fin. Olvidamos incluso, que construir apoyándose en la esencia de las cualidades de la materia puede elevarla a un orden racional nuevo.
“Ars ubi materia vincitur ipsa sua.” Artificio mediante el cual la materia se vence a sí misma. Inscripción sobre el Puente de Alcántara del ingeniero romano Caio Lucia Lacer, s.106 d. C.
La arquitectura hace uso de la materia, necesita de la materia, y es la capacidad de ser por sí misma más que la manipulación que ejerzamos sobre ella a través de nuestra voluntad, nuestra mirada o nuestra particular conversación, lo que permanecerá.
Porque fue la materia, en modestas obras de arquitectura que poblaron nuestra infancia, quien primero estableció diálogo con nosotros, quien humildemente primero nos habló de arquitectura; el buen uso de la materia adaptado a precarias técnicas y medios constructivos que fueron capaces de realbergar algo de su esencia. Obras de arquitectura en que construir y pensar perseguían el habitar, pero que también nacían del habitar.
Josefa Blanco PAZ