SESIÓN CONTINUA
Ya tenemos a Hollywood creado, pero ¿Cómo consiguió un grupo de productores convertirse rápidamente en una de las industrias más poderosas de América y en el centro neurálgico de la cinematografía mundial después de la Segunda Guerra Mundial? Lo hizo basando su modelo de negocio en cuatro pilares fundamentales: la producción por departamentos, el star-system, la programación por géneros y un sistema de distribución basado en el alquiler, amén de la colaboración y el autogobierno.
Al principio en Hollywood no había prácticamente nada, después surgieron los estudios, unidos por el odio al acoso de Edison y su Trust. De esta unión surgió una política de cooperación más que de competencia, que favoreció un crecimiento inusitado. Los estudios se hallaban muy próximos los unos de los otros, se prestaban actores, guionistas y escenarios, lo que aceleraba y abarataba los costes de producción. Además, para que la rígida moral puritana tan habitual en las primeras décadas del siglo XX no boicoteara las producciones hollywoodienses, rápidamente se invirtió en bolsa para conseguir un poder económico suficiente como para silenciar los escándalos y transmitir al resto del mundo una falsa ilusión de honradez y glamour inocente.
El primero de los pilares fundamentales del sistema hollywoodiense es la producción por departamentos. Los de Hollywood idearon un sistema de alta especialización para la producción cinematográfica en la que la película se sometía a una rigurosa cadena de montaje. En vez de realizar una sola persona el guión, había un trabajador que escribía los diálogos; otro que argumentaba la historia; un tercero que velaba por el cumplimiento de la lógica causal, etc. Esto permitió que el trabajo se realizase con más rapidez. Además, Hollywood centró desde el principio su atención en el entretenimiento, dándole igual si una película era o no arte.
En segundo lugar destaca el desarrollo del Star-System. Cuando las productoras ya estaban instaladas se dieron cuenta de que, curiosamente, la gente acudía más a aquellas películas cuyos actores hubieran visto anteriormente, porque de alguna manera, un personaje les parecía más creíble si ya conocían al actor que lo interpretaba. Para aprovechar el tirón, los productores llevaron a cabo fuertes campañas de marketing con el fin de adaptar los perfiles de los intérpretes a ciertos arquetipos: la mujer fatal, el galán, el tirano… Este sistema evolucionará hasta extremos insospechados. Ya en los Años 50 la imagen de los actores pertenecía a sus estudios, que llegaron incluso a cambiar la biografía oficial de sus artistas, o como en el caso de Boris Karloff, famoso por interpretar a monstruos como Frankenstein, obligarle a vivir en un frío e incómodo castillo.
Hollywood también fue el auténtico creador de los géneros cinematográficos. Solemos considerar los géneros cinematográficos de la misma manera que los literarios, cuando no necesariamente son iguales. Hay dos tipos de consideración genérica: la del espectador y la del productor. Aquí consideraremos el género cinematográfico desde la óptica de la producción.
Antes, la producción estaba desorientada, se hacían películas al tuntún confiando en la intuición de los productores para anticiparse a los deseos de la audiencia. Las productoras comenzaron a dividir su producción en bloques temáticos para estudiar qué asuntos son los que más interesaban al público. Tardan poco en darse cuenta de que al espectador le gusta la repetición; ver una y otra vez lo que le complace, con lo que los estudios añaden, a la distinción temática, una distinción formal. Un género no solo define una película de amor; sino que define un amor en una época pasada donde el honor se defendía a capa y espada. No solo define la venganza, sino que esta se produce entre dos vaqueros montados a caballo o en la calle principal de un pueblo fantasma.
Así, los géneros se van definiendo y la producción se realiza con una previsión fiable de éxito. Si detectan que al público le gustan más unos géneros que otros, la productora se dedica a hacer muchas películas de los géneros más famosos, con lo que minimiza los riesgos. El hecho de que el cine fantástico no eclosionara hasta los años 70 no se debe tanto a la primitiva tecnología como al hecho de que no fuera un género demandado en aquel momento.
Por último, Hollywood se preocupó también del sistema de distribución, sistema que se extendió como la pólvora y que sigue vigente en el presente. Antaño las copias de las películas no se alquilaban, sino que se vendían a los exhibidores, con lo que los estudios solo ingresaban un único cobro por copia y las películas que ofertaba un cine no se renovaban semanalmente. A partir de los años 10 comienzan a aparecer empresas dedicadas en exclusiva a la distribución y a implantar el sistema de alquiler de copia, hecho que reportará enormes beneficios a Hollywood y hará que a comienzos de los Años 20 entre en Bolsa. El hecho de renovar semanalmente las películas tuvo una importancia capital, pues crea hábito de consumo en el espectador, además de producirle una necesidad artificial de consumo y una urgencia por ver una película antes de que la dejen de poner, sensación que es catalizada por la estrategia de siempre estrenar más películas de las que cualquier espectador pueda ver.
También caen en la cuenta de que su cine es muy atractivo para otros países, por lo que comienzan a exportar masivamente sus productos por todo el mundo. No debemos olvidar que al ser el cine mudo, el coste de traducción de los fotogramas que llevaban los rótulos era prácticamente mínimo, con lo que las ganancias fueron enormes.
Así, Hollywood se transformó en una gran industria y enseñó al mundo las claves del negocio cinematográfico. De hecho, nuestro cine está empezando a despegar gracias a que por fin se han decidido a imitar el sistema de géneros estadounidense, creando comedias, cine de terror, cine de acción y cine de suspense, en vez de panfletos políticos pseudo-artísticos que solo interesaban a su corte particular de admiradores.
Como enlace con nuestro próximo artículo, donde terminaremos nuestro viaje con el establecimiento del modelo de representación clásico y los descubrimientos de David Wark Griffith, añadimos la primera parte de El nacimiento de una nación, 1915, ejemplo perfecto de la facilidad con la que en aquella época una película pasaba de durar 15 minutos a extenderse durante 3 horas.
Germán Esteban Espinosa, periodista
Germán es el editor de Cine de la web Hombre en Camino: Homo Viator.