Casa de negocio (Y 3) De la impostura al falseamiento [José Rivero Serrano]

Ilustración de Miriam Persand para la portada de Babelia 11.11.23.

La discontinuidad va a reinar sobre el mundo. Max Aub, El arte de nuestro tiempo.

Tenemos que encontrar una narrativa paralela a las Kardashian del mundo sobre lo que es valioso. Alejandro Aravena

Los reyes construyen villas y palacios para sus favoritas, que a veces parecen auténticas moradas reales. Giovanni Cutolo, Lujo y diseño.

El mismo día, el 11 de noviembre pasado, el suplemento Babelia, verificaba en un sólo movimiento esa rara síntesis pregonada sobre el simplismo cultural, que el arquitecto chileno fija como la de las Kardashian del mundo que constituyen una categoría del mundo manipulado y publicitado de las llamadas influencers. Referida la información de Babelia [i], en primer lugar, a la portada que alude al asunto En la biblioteca de Rosalía. Y, por otra, al desmontaje crítico sobre los premios literarios –falsos premios literarios– de la mano de Jordi Gracia en La autoinmolación del Premio Planeta. Donde habla de “ridículo sofocante. Por la trama, por el estilo, por la arbitrariedad, por la absoluta nadería” y donde deja claro el papel colaborante del jurado en tamaña impostura.

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España fea, España cara [José Rivero Serrano]

Hotel Algarrobico en Carboneras, Almería ©Julian Rojas

Escribía semanas pasadas, sobre la publicación del trabajo de Andrés Rubio España Fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia, advirtiendo de que no es que fuera a pasar desapercibido –que lo ha sido, con alguna salvedad– sino que esa obra está siendo silenciada. Todo ello en la medida en que el relato desplegado por Rubio no deja lugar a dudas del papel desempeñado por múltiples sectores de la sociedad española, partícipes todos ellos del gran desaguisado y responsables en diferente medida de ese caos anunciado: partidos políticos, instituciones públicas de todos los colores, empresas del sector inmobiliario, colectivo de arquitectos obsecuentes, colegios profesionales y medios de comunicación consentidores de tantos despropósitos y corresponsables del fracaso citado. Ante todo ello, podríamos decir y preguntar –a la manera de Vargas Llosa en Conversación en la catedral– “¿Cuándo se jodió el invento?”. Probablemente haya opiniones encontradas y superpuestas de esta historia de la fealdad o de la dejación reiterada: el maleficio histórico del franquismo o la modorra dejadez de la Transición. Continuar leyendo