De las historias de aventuras de corsarios y bucaneros lo que siempre me fascinó fue por qué los piratas siempre abandonaban sus tesoros escondidos en una isla perdida, para que fuera otro el que los rescatara del olvido y alcanzara la gloria. Después de tanto esfuerzo de rapiña, de tanta sangre y padecimientos, de tanto valiente sacrificado caminando con los ojos vendados por el tablón de la cubierta del barco, de tantos cañonazos, engaños, mentiras, después de tanta crueldad, abandonar el tesoro sin provecho alguno, dejándolo a la suerte de un mapa que otro quisiera descifrar. ¡Qué inutilidad! Continuar leyendo