Ese carácter de los atributos prematuros de los Pleasure Gardens vistos como un anticipo de las Exposiciones Universales y de los posteriores Parques Temáticos, ya había sido visto pormenorizadamente por Rem Koolhaas en su obra Delirio en New York (1978, edición española 2004) donde ya fijaba anticipadamente: “Que el inspirador ejemplo de la Gran Exposición de Londres, celebrada en 1851 en el Crystal Palace, desata la ambición de Manhattan que dos años después ya ha organizado su propia feria”. El conocido como Palacio de Cristal de Manhattan será desde entonces un icono de ese certamen que trata de demostrar la potencia de los Estados Unidos y, particularmente, de la ciudad de New York. Del certamen neoyorquino de 1853, dice Koolhaas que “contiene una inverosímil yuxtaposición de toda esa enloquecida producción de inútiles artículos victorianos que exaltan la democratización del objeto”. A la democratización por la abundancia y por el prodigio de las técnica. Más aún, prosigue: “Convertirán Manhattan en una especie de islas Galápagos de las nuevas tecnologías…que esta vez será una batalla entre diversas especie de máquinas”. Continuar leyendo