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“¿Qué debiéramos construir para que desde su catedral los fieles puedan acercarse al infinito? Los hombres de hoy ya no caben en los contornos del gótico. Sirvió el románico durante siglos para mantener encendida la fe de los creyentes. Incorporamos parte de esos elementos al gótico, y elevamos las bóvedas de los templos hasta trasmitir sensación de lejanía y distancia. Mirando hacia un techo inalcanzable con los ojos humanos, no solo los creyentes se veían así mismos insignificantes, como virutas del Universo, sino que imaginaban que se acercaban al cielo. Durante siglos se acostumbraron a convivir con la finitud, cobijados por las inalcanzables bóvedas cubiertas de nervaduras. En lugares excepcionales, como en el altar mayor, simulamos el cielo azul, cuajado de estrellas doradas. Continuar leyendo