Sucedió en Toledo. 18 D16 Archivo VASIL
Como en otras ocasiones ya hemos comentado, si no fuera por los atuendos y detalles resultaría difícil saber si ha pasado el tiempo. El tapiz de fondo, con la Catedral emergiendo, podría ser de la semana pasada; pero los dos “gangos de lona” -situados en la explanada- y los pantalones, camisas y faldas de los romeros, denotan tiempos pasados. Día del Valle en el que se jugaba al balón y se saltaba a la comba. Campanillas de barro, tostones y caramelos de palo no faltaban a la cita anual.
Visita obligada a la ermita para las chicas casaderas. La tradición manda; “tocar la campana” facilita la posibilidad de encontrar un novio serio, formal y con futuro (pero no hay certeza documental de estos hechos). Aun así, a lo largo de todo el día la campana no deja de sonar en el entorno del Cerro del Bu y la Piedra del Rey Moro. Los años pasan y las costumbres prácticamente no han variado. La campana sigue sonando. Tostones y campanillas de barro siguen ofreciéndose a los romeros.
Es muy probable que este futbolista del primer plano o las jóvenes que se afanan en saltar, hoy sigan yendo a la Romería del Valle pero ya acompañadas de sus nietas y nietos para transmitirles esa tradición. Cabe la posibilidad -como ya ha ocurrido en otras fotografías publicadas- que alguno de nuestros seguidores se reconozca o identifique a los mocitos y mocitas. Esperamos vuestros comentarios.
Y si las tradiciones se transmiten, esta ademas se exporta. Los inmigrantes que habitan en Toledo acuden fielmente a una cita campestre que no terminan de entender. Cualquier país cuenta con este tipo de eventos, a caballo entre la religión y el esparcimiento. Por eso, no resulta excesivamente sorprendente ver a una madre india con sus dos hijas que se han puesto en la cola para entrar a la ermita. (Deducen que si “hay cola”, “hay algo interesante que ver”). Consiguen entrar y ver la imagen de la Virgen del Valle, pero se preguntan: ¿por qué todos pasan y tiran de un asa con una cuerda? Pronto deducen que la cuerda hace sonar la campana de la ermita, pero continúan sin conocer la razón.
Como buen TTV (*) que soy, y para amenizar la espera, me animo a explicarles el significado de esa campana y los detalles de su tradición casamentera. Inmediatamente, la madre deja paso a sus dos hijas animándolas a tirar de la dichosa cuerda. Ella, con la soltura de su madurez, se retira convenientemente y no osa tocar la campana. Ello me hace deducir que, probablemente, fuera viuda y pensara “con uno he tenido bastante”. (Archivo VASIL: ver más entradas)
* Toledano de Toda la Vida.
Quique J. Silva
Qué bueno Quique. “No hay certeza documental de estos hechos”…..Ah! Y me encanta la palabra “gango”, ojalá se recuperara su uso. Eva.