El espacio público transformado se ubica en el arrabal del recinto musulmán. La Corredera del Cristo es borde y es calle, un espacio de umbral. Su sección, desvirtuada por las leyes urbanísticas, es asimétrica: a un lado la muralla, cuyas torres albarranas emergen puntualmente del caserío que la oculta; al otro, el pórtico huella de su pasado comercial, que ha sido extirpado para albergar el paso del coche y su estacionamiento. El automóvil cambia las plazas por rotondas y desplaza al ciudadano a exiguas aceras. Continuar leyendo