El final del estío. ¿Volvemos a los tiempos oscuros? [Jorge Morín]

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A finales del siglo XIX, Toledo, y gran parte de las ciudades patrimoniales españolas, habían alcanzado un estado muy próximo a la desaparición de las mismas como urbes. La crisis económica, como la de la seda en Valencia, llevó al Ayuntamiento de la ciudad del Túria a contratar a los desempleados para derribar las murallas de la villa, quedando como muñones las puertas monumentales de la misma. En la ciudad del Tajo la vida ciudadana estaba bajo mínimos y ello lógicamente afectaba a la conservación de esos estratos históricos que habían tejido una ciudad multicapa, desde la Protohistoria hasta la época contemporánea. Uno de los conjuntos urbanos más bellos y singulares de la Península se había vaciado y los edificios iban cayendo por falta de conservación, bajo la piqueta de la avaricia urbanística…

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