A principios del siglo XX, Sorolla era uno de los pintores más prestigiosos y sin lugar a duda, de los españoles, el más internacional de todos los creadores. Había obtenido reconocimientos y premios en las Exposiciones Nacionales, que anualmente se convocaban, y lo había obtenido con temáticas diversas, desde la histórica, la más académica de finales del siglo anterior, con “Dos de Mayo” o “La defensa del parque de artillería de Monteleón” en 1884, pasando por el realismo social, género emergente años después con “Otra Margarita”, y posteriormente con los temas marineros levantinos, que le harán triunfar popularmente y que le servirá para identificarse del resto de los pintores, y en concreto con la obra “ La vuelta de la pesca”, en donde la luz y el color generan una atmósfera mágica. Superada su época de formación académica dentro y fuera de España, ahora recibía la aprobación internacional en nuestro país vecino, Francia. Por tanto, cuando Sorolla llega a Toledo es un pintor consagrado y demandado entre los clientes madrileños de alto poder adquisitivo. Continuar leyendo